No me cabe la menor duda: Lilo & Stitch (E.U, Australia, Canadá, 2025) es uno de los mejores live action desde que Disney decidió recorrer este oscuro camino de hacer remakes con actores a cuadro y animación ultra realista de básicamente todo su catálogo de filmes clásicos.

Y digo oscuro porque el experimento nos ha entregado un puñado de películas que van de malas a terribles (Blancanieves, Pinocho, La Sirenita, Mulán, y un largo etc). Pero más inexplicable aún es que, a pesar de estos resultados, Disney siga en la necedad de recurrir a sus glorias pasadas para hacer estos híbridos entre cine y animación por computadora.

Así sea por vil estadística, era de esperarse que al menos uno de esos intentos saliera bien. Y justo ese intento que salió bien es la recientemente estrenada Lilo & Stitch.

A excepción de un par de personajes eliminados de la versión original (y otro par de personajes agregados a esta historia), la trama de ambos filmes es prácticamente la misma: Stitch es un incorregible experimento de algún laboratorio alienígena que por violento y peligroso es expulsado de su planeta para después llegar -por azar- al planeta tierra, a una isla de Hawaii.

Huyendo de la Federación Galáctica (sic), Stitch se hace pasar por un perro para que la pequeña Lilo (extraordinaria Maia Kealoha) y su hermana mayor Nani (Sydney Agudong) lo adopten y de esa forma usarlas como escudo ante los ataques de Jumba y Pleakley, dos extraterrestres que en la cinta original se hacían pasar por humanos vistiendo ropa terrícola (uno de ellos con peluca femenina) pero que aquí tal cual se convierten en humanos (Zach Galifianakis y Billy Magnussen) gracias a un chunche tecnológico alienígena que hace las veces de homenaje a Weekend at Bernie's (Kotcheff, 1989).

Stitch, por supuesto, está hecho con CGI. Visualmente el trabajo es mil veces más convincente que, por decir algo, en Sonic the Hedgehog (otro personaje peludo azul que tuvo que ser diseñado dos veces ante el rechazo del público). Stitch conserva la mala leche de un gremlin con la ternura de E.T. Si acaso (otro cambio con la original) aquí es menos rudo con Lilo.

Lo importante sigue presente: tanto Stitch como Lilo son dos personajes juguetones, alocados, un tanto violentos y por ende solitarios. Estos parias se harán amigos poco a poco hasta convertirse en inseparables.

Justo como en E.T. El Extraterrestre (Spielberg, 1982), el gobierno está buscando a Stitch. El agente Cobra Bubbles (Courtney B. Vance) del FBI se hace pasar por consejero familiar para explorar más de cerca al molestoso Stitch, mientras que Jumba y Pleakley intentan de una y mil maneras capturarlo y llevarlo de regreso a su planeta.

Otro aspecto que también cambia (y que mucho enojo ha causado a los fans de la cinta original) es el personaje de Nani, la hermana de Stitch. Y es que aquí hay mucho más énfasis

en la situación que está viviendo esta familia de dos hermanas: tienen muchas deudas, Nani acaba de perder su trabajo (por culpa de Stitch) y una trabajadora social (la señorita Kekoa, interpretada por Tía Carrere) está detrás de Nani cuestionando su capacidad de cuidar bien a su hermana (ambas son huérfanas).

En la cinta original todo se solucionaba encontrando un trabajo, pero en la nueva versión se introduce un elemento más: Nani ha sido aceptada para ir a una universidad fuera de la isla, pero no se va porque debe cuidar a Lilo. En la familia, como bien saben, “nadie se queda atrás”.

Otro conflicto que tampoco está presente en la cinta original es que en algún punto Lilo se ahoga luego de surfear y termina en el hospital. De nuevo, un golpe de realidad (en una película sobre un extraterrestre): la salud en Estados Unidos cuesta, y mucho, pero ni Lilo ni Nani tienen seguro, por lo que no pueden pagar el médico.

Yo sé, demasiado drama real para una “película para niños”, ¿pero cuál era la opción?, ¿hacer exactamente la misma cinta para entonces no molestar a nadie? Y es que Lilo & Stitch no solo habla de la familia, sino también de la movilidad social. Nani tiene la disyuntiva de seguir viviendo en la precariedad, o irse a estudiar y con ello aspirar a un mejor sueldo y por ende una mejor vida para ella como para su hermana.

“¡Pero es que así no funciona! ¡En la “ohana” nadie se queda atrás! ¡Están traicionando la película original!” gritan los influencers. Lo cierto es que esta nueva versión de Lilo & Stitch amplía el concepto de familia. No todas las familias pueden permanecer cerca todo el tiempo, y hay muchas formas de ser familia.

En esta nueva versión del filme, se introduce a un nuevo personaje: Tutu (Amy Hill) la amistosa vecina de Lilo y Nani que hace las veces de abuelita cariñosa. Así, esta nueva Lilo & Stitch habla de otro tipo de familias: aquellas que tienen que dejar a sus hijos encargados, aquellas que incluso se tienen que ir fuera para buscar sustento.

La distancia no significa “dejar atrás” a la familia, y la película tampoco está romantizando el hecho de que Nani tenga que irse a estudiar. Nunca es fácil tomar esas decisiones, pero se tienen que hacer justo en favor de la familia.

El director a cargo no es ningún improvisado, Dean Fleischer Camp es el responsable de uno de los filmes animados más conmovedores de 2021: Marcel: the shell with the shoes on. Para Lilo & Stitch, el director trae de vuelta no solo un entendimiento fino de la animación de personajes que habitan el mundo real (como en Marcel), sino también su habilidad casi clínica para manipular las emociones del público: hay un momento donde hasta los niños lloran un poco ante el drama en pantalla.

Si bien se puede criticar que la personalidad de Stitch es menos ácida en comparación al filme original, el mejor aporte de esta versión no está en la animación depurada ni en los efectos

visuales, está en el factor humano. La pequeña Maia Kealoha (de apenas 8 años) entrega una actuación natural, cándida, alegremente festiva, que no se inhibe frente a la cámara. Es ella el mejor pretexto para la existencia de esta reversión de Lilo & Stitch, una en la que el factor humano se impone frente a la animación.

Es ella la que con su sonrisa logra cautivar al público. Es ella la principal responsable de que Lilo & Stitch sea no solo el mejor Live Action de Disney, sino que también sea un trancazo en taquilla y un éxito de un Disney que, por otro lado, no debería de seguir por el rumbo de los remakes y mejor debería explorar - ¡qué arriesgado! - hacer películas nuevas y originales.

No sé, es solo una idea.

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