Miedo. Miedo e incomodidad. Dos de los ingredientes favoritos del cine de Ari Aster. Dos de las emociones que más le gusta provocar en su cine. La familia como la fuente de todos los miedos en Hereditary (2018) y en su corto The Strange Thing About the Johnsons (2011), el miedo a la vejez y a los otros en Midsommar (2019), los miedos cotidianos en Beau is Afraid (2023).

Pero ahora, con su más reciente cinta, Eddington (USA, 2025), Aster pareciera hablar de sus propios miedos, del pavor que le causa la norteamérica post-covid, la américa profunda, esa que tomó el capitolio en 2021, que no quiso ponerse el cubrebocas, que es feliz en un país sin control de armas. La Norteamérica que votó de nueva cuenta por Trump.

El año es 2022, el lugar es Eddington, un pueblo (ficticio) de Nuevo México con apenas 2,634 habitantes. La pandemia está en pleno apogeo, pero el muy espabilado alcalde del lugar, Ted García (un eficaz Pedro Pascal), no piensa poner en riesgo a la población: apoya las medidas de sana distancia, pide a la población que salga lo menos posible y, -claro-, apoya y promueve el uso del cubrebocas.

Lo anterior no le viene bien a Joe (extraordinario Joaquin Phoenix), el sheriff del lugar quien se pone del lado de aquellos quienes no quieren usar el cubrebocas porque, ya saben, “sirve para lo que sirve y no para lo que no sirve”, además de que esa cosa no deja respirar y pues ultimadamente, es el sacrosanto derecho de todo gringo hacer lo que se le pegue la gana.

La confrontación es inmediata, no solo por la ideas sino también por cierto resentimiento de clase, y es que claramente Ted García es más educado, más listo, tiene más dinero y -ni como negarlo- es más guapo que Joe. El coraje, la envidia, el resentimiento, todo se juntará para que Joe tome la peor decisión: usar su animadversión frente a las medidas anti Covid para postularse como nuevo alcalde del pueblo.

Cual si se tratara de una especie agringada del famoso “Varguitas” de La Ley de Herodes (Estrada, 1999), Joe se lanzará con todo contra el actual alcalde del pueblo. Y para ello usará las armas más eficaces hoy día: las redes sociales y el rumor. El patetismo de Joe solo se irá incrementando a cada paso que da en su carrera por hacerse del poder.

Eddington es una extraordinaria mirada a la Norteamérica dividida de hoy día. Un western que en lugar de revólveres tiene celulares, una divertida comedia negra y un sangriento thriller. Todo a la vez.

Pero para los fans de Aster pueden ser malas noticias: esta no es propiamente una cinta del género de terror, no hay jumpscares, no hay decapitaciones inesperadas, pero sí habrá violencia, sí habrá gore, pero sobre todo sí habrá esta sensación de que los locos están a cargo del manicomio. El pueblo chico de Eddington no es más que un microcosmos de la américa trumpista.

El guion, escrito por el propio Aster, no enfoca el total de sus baterías contra el blanco más fácil de críticas: Ted García tampoco una blanca paloma, y la gente progre de Eddington - que hace marchas en apoyo a George Floyd- también aportan su cuota de ruido mediático que todo lo cubre.

Ari Aster tiene miedo, miedo de los políticos, de las redes, del ruido mediático que solo provoca más enojo y confusión y que poco tiene que ver con la realidad. Es, efectivamente, un escenario de horror.

Y aunque Aster sitúe esta comedia negra al norte del Río Bravo, nosotros sabemos que de este lado las cosas van igual. ¿O ya se les olvidó que aquí hubo otro sheriff que dijo que no había problema, que saliéramos y nos abrazábamos y que el COVID se curaba con “detentes”?

Más horror no puede haber.

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