Ya lo decía Iñárritu en 2019 cuando lo entrevisté siendo presidente del jurado en el Festival de Cannes: “Siento que estamos en el Titanic, con la orquesta tocando los violines cuando el barco se está hundiendo”.

Esa imagen, me explicó, se le venía a la mente cuando abría las ventanas de su habitación en el Hotel Carlton en el que el certamen galo lo hospedaba y desde donde veía una Riviera francesa vibrante. Menos de un año después, el mundo enfrentó la pandemia. Este 2025, al volverme a sentar con Alejandro para hablar del 25 aniversario de Amores perros en la terraza del Hotel que hospedó al equipo frente al Mediterráneo en ese entonces, le pregunté cómo veía el futuro tras estos años convulsos que predijo

“Estamos en una de las épocas más oscuras en la historia de la humanidad”, dijo. No era la respuesta que quería escuchar. Pero sí la esperada. “La otra fue la edad media. Las guerras eran constantes porque no se aceptaban las ideas que eran distintas. Después vino el Renacimiento, pero no sé cuánto tiempo tardaremos en verlo, o si llegará. ¡Lo que me desespera es que esto no me deja ver!”, me dijo poniendo su celular entre sus ojos.

El cine refleja que Estados Unidos está en llamas, y el mundo lo sabe. Foto: de IMDb
El cine refleja que Estados Unidos está en llamas, y el mundo lo sabe. Foto: de IMDb

La hiper conectividad nos ciega. Su reflexión resonó con lo que vimos llegar a la gran pantalla en la reciente edición de Cannes, una muestra que marca los temas que inundarán las conversaciones todo el año.

Entre lo que más llamó la atención estuvo la locura de sociedad americana que mostraron las cintas hollywoodenses. Para ejemplo, Eddington, del director Ari Aster (Midsommar), protagonizada por Emma Stone, Pedro Pascal, Joaquín Phoenix, Austin Buttler, Luke Grimes y Micheal Ward.

El propósito de Ari con este filme es plasmar cómo es vivir en un mundo en el que ya nadie sabe lo que es verdad. “En los últimos 20 años hemos entrado en esta era de hiper-individualismo. La fuerza social, central en las democracias liberales, ya no está. Y el Covid se sintió como el momento en el que ese link se cortó.

“Quería hacer una película de cómo siento a América. Estoy muy preocupado y espero que la gente se lleve la sensación de que necesitamos reconectar entre nosotros”, explicó el realizador, que con Eddington creó una ciudad ficticia en la que las teorías de la conspiración y la paranoia lleva a sus habitantes al extremo.

Una premisa que, por desgracia, se acentúa con los recientes acontecimientos en Los Ángeles y el resto de EU, en donde los inmigrantes son deportados de forma masiva con frialdad y a los que la administración Trump les ha puesto la etiqueta de “invasores”. Una sociedad rota, polarizada y herida que camina con peligro hacia el abismo. Ojalá que el Renacimiento llegue antes de que la brecha se haya hecho demasiado grande. Por lo pronto, los artistas muestran su alarma por un país desconectado.

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