De todas las formas posibles de celebrar la Navidad me quedo con dos de los valores que representan especialmente esta fecha: paz y esperanza. Son una pareja que va junta. No intento discutir los diferentes sentidos que puede tener esta fecha, respeto mucho la dimensión religiosa del nacimiento de Jesús para los creyentes; trato de alejarme de la parafernalia que mezcla excesos y consumo; me quedo con la parte valorativa que nos acerca a una sensibilidad más humana de reconciliación, cercanía y solidaridad.
Nuestro mundo vive en jaque por las guerras que destruyen vidas humanas como si no importaran (Gaza, Ucrania, Congo, Sudán); nuestro país está inundado de violencia y crueldad (asesinatos dolosos y desapariciones). En muchos hogares esta Navidad será un día muy triste porque faltará alguien que ha desaparecido, otro que ha sido asesinado, estará otro que ha sido repatriado de Estados Unidos en contra de su voluntad. Por estas razones uno de los valores que se ha vuelto imprescindible hoy es la construcción de paz. Debería ser el consenso más amplio y general como lo plantea el Diálogo Nacional por la Paz, por encima de las disputas de poder y los arrebatos de una clase política que se ha olvidado de generar puntos de acuerdo.
Mientras no se logre tener paz, es decir, apoyo a las víctimas, espacios de diálogo, culturas de cuidado, justicia restaurativa, entre otras, las promesas de un mejor país quedarán en meros discursos. Vivimos tiempos de enfrentamientos que nos han llevado a profundas divisiones sociales, económicas y culturales. La Navidad también es una celebración cultural, una oportunidad para expandir buenos deseos para los demás; para dejar de lado las pugnas que nos separan cotidianamente. Quizá, se trata de poner entre paréntesis las dinámicas tóxicas y dejar atrás la inercia en la que casi todo el año se reproducen los antivalores de la Navidad.
Hay muchas formas de pasar Navidad y se han ido diversificando a medida que la complejidad de nuestras sociedades se vuelve más intensa. Para una parte, se trata de fiestas, foquitos y consumo; es la época en la que los regalos han pasado a ser una parte central de la celebración; además de los anterior, está el sentido religioso del nacimiento de Jesús. Muchos se quedan solo con las partes más culturales de los diferentes rituales, los buenos deseos y la parte valorativa. También están los que no creen en nada navideño, desde el ateísmo hasta los agnósticos para los que simplemente no significa nada; sin dejar de lado a otras religiones, como los países musulmanes, donde no hay ninguna celebración. Sin olvidar a los Grinch que odian la Navidad.
Para los que sí significa la Navidad, en cualquiera de sus vertientes, también hay grandes diferencias para el festejo, no solo lo que se cocina para comer o cenar, sino por los recursos con los que se cuentan. En el mundo de la formalidad laboral el aguinaldo es una inyección de recursos muy apreciada, pero está toda la parte informal en donde eso del aguinaldo es ajeno y extraño. Los buenos deseos también se cruzan con esa capacidad para generar esperanza de que se puede mejorar para el próximo año. Brotan los buenos deseos para que los siguientes 365 días sean para renovarse. Luego llega enero, pasa el festejo de Reyes Magos, se acaba el periodo Guadalupe-Reyes y regresamos a la “normalidad”, cualquier cosa que eso represente. Se termina el paréntesis y se apagan los foquitos y las nochebuenas se empiezan a marchitar. Para los que abusaron de la comida y la bebida inicia la dieta. Para muchos que hicieron una enorme inversión afectiva, puede llegar una depresión mientras retornamos al ritmo cotidiano, y la Navidad queda como un recuerdo que volverá a llegar doce meses después.
Lo más importante es que la construcción de paz se mantenga como una agenda cada vez más amplia todo el año, de tal forma que pueda ayudar a mantener la esperanza, como impulso y fuerza activa, dice Ernst Bloch, de que sí pueden darse cambios a lo largo de los días, las semanas y los meses que vendrán. A pesar de que en dos semanas regresen las mimas caras, la misma violencia y los mismos enfrentamientos, nos merecemos un paréntesis de paz y esperanza. Felices fiestas…

