En cualquier manual sobre populismo se aconseja establecer una relación directa con el “pueblo” como el mecanismo de legitimación más importante. En las últimas semanas hemos visto que la forma de ejercer el poder del morenismo se puede entender en clave de una serie de acciones y reglas que se justifican por “lo que diga el pueblo”. Sin duda, la reforma al Poder Judicial está en esta clave, y la reforma sobre el nepotismo también.

Hemos visto de qué forma la reforma judicial ha llegado a niveles absurdos, no sólo porque destruye la carrera judicial y la independencia del Poder Judicial, sino porque se organizan unas elecciones que reprueban cualquier estándar democrático. Los operadores de estas elecciones (INE y Trife) se dividen en dos grupos, los que están atrapados frente a reglas que fracturan la normalidad democrática y consideran que se trata de una elección imposible; los otros son los aliados e incondicionales con el poder, los que dicen que cumplen con la ley, porque “es lo que el pueblo manda”.

Cada paso de esa elección ha generado debates y escándalos, empezando por el presupuesto y las limitaciones que ha impuesto; seguido por las listas, las tómbolas; las boletas electorales que resultan un reto para ejercer el voto. Se ha llegado a carencias críticas: la falta de candidaturas para Tribunales Colegiados, candidaturas únicas, inconsistencias entre listas y las tómbolas. La mayoría oficialista del Tribunal Electoral —aliada al poder— pasa todo y dictamina hasta acciones fuera de su competencia. Ahora ha validado que los votos no los cuenten los ciudadanos, sino los distritales; así, que el escrutinio y el cómputo no pasará por la ciudadanía. Con las boletas hay otra complicación, sólo habrá una urna. ¿Realmente al oficialismo le importa que haya una elección democrática, o lo que busca es colocar a los suyos como jueces, magistrados y ministros? Parece que no. Por ejemplo, ahí están las tres ministras incondicionales de Morena (Lenia, Loretta y Yasmín) que hacen actos anticipados de campaña y no pasa nada. A estas alturas podemos preguntarnos: ¿habrá un operativo morenista para mover a sus bases y que vayan a votar por las candidaturas que quieran llevar al Poder Judicial? La respuesta es afirmativa.

Otra reforma que impulsó la presidenta Sheinbaum fue poner un alto al nepotismo; fue aprobada, pero las negociaciones dentro la coalición oficialista en el Senado llevaron a posponer su entrada en vigor hasta 2030; así lo decidieron los senadores nepotistas de Morena y el Verde. Fue un ejercicio del poder que trabaja para golpear los incentivos colectivos (“somos diferentes”, “somos la esperanza”, “representamos al pueblo”), y para imponer los incentivos privados de las élites, esos grupos que aumentan las filas de impresentables, los de cola chiquita, los pragmáticos de la política, los que tragan sapos y sonríen y defienden la unidad a toda costa. Que todos entren al nuevo partido oficial.

La coalición morenista y sus aliados han entrado a una nueva etapa de tensiones y conflictos internos. Sin el pegamento del fundador, los grupos y liderazgos se disputan los espacios: si la presidenta dice una cosa, los líderes le corrigen la plana. Se ha desplegado una disputa entre Sheinbaum y los posibles candidatos nepotistas: unos dicen “que el pueblo lo decida”, aunque en realidad saben que harán negociaciones en corto para quedarse con esas candidaturas. La presidenta también dice que esas candidaturas nepotistas “no las vería bien el pueblo”. ¿Le corregirán la plana los diputados a los senadores?

Otra reforma de la presidenta es para quitar la reelección. Una idea que fue buena, pero que no pudo saltar los controles de las élites partidistas. Nunca se llegó a tener una rendición de cuentas para buscar el voto ciudadano, lo importante era quedar bien con los de arriba. Tampoco se logró una profesionalización legislativa, solo hay que ver los muchos errores de las iniciativas actuales, sin técnica jurídica. Tampoco se hicieron elecciones primarias. La reelección se ha echado a perder y la extrañarán los que se han beneficiado de ella.

Mientras se miden fuerzas dentro del morenismo, veremos “qué dice el pueblo”, cualquier cosa que eso signifique…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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