Se supone que los primeros cien días de un gobierno son para establecer prioridades, marcar las principales políticas y generar un amplio consenso con legitimidad. El gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum llega en condiciones particulares porque las diferencias de estilo y los cambios de política son débiles, frente a la avalancha de continuidad y repetición del sexenio anterior.

Se ha especulado en la opinión pública sobre las diferencias y semejanzas entre las dos administraciones; el oficialismo afirma que no habrá cambio porque se trata de un mismo proyecto, con lo cual las bases morenistas se sienten bien representadas. En las oposiciones y la crítica hay al menos dos posturas, una que coincide con el oficialismo, pero le da un tono negativo a esa continuidad y otra que considera que habrá una diferenciación. Sobre esta última hay un matiz, ante una realidad amenazante necesariamente veremos políticas diferentes frente a los desafíos, como la llegada del trumpismo y los graves problemas de violencia.

El contexto internacional es cada vez más crítico y México está inserto de forma asimétrica ante temas como la crisis del calentamiento global; el auge de las ultraderechas en Europa, Estados Unidos y América Latina; el fortalecimiento de las autocracias como Rusia y China; las guerras en Ucrania y en Gaza. Nuestra política exterior ha tenido un carácter que combina la ausencia y pasividad de México en los foros globales, junto con la cercanía ideológica a las dictaduras (Cuba y Venezuela). Sheinbaum está más activa y presente. Por otra parte, el trumpismo representa el mayor reto que haya tenido México en décadas y el actual gobierno ha concentrado sus energías para vislumbrar un mapa de acciones ante la incertidumbre y las ansias neo-imperialistas de Trump (anexar a Canadá, comprar Groenlandia, apropiarse el Canal de Panamá, renombrar el Golfo de México y lo que se acumule en las próximas horas).

La fuerte herencia del obradorismo ha generado un severo cambio de reglas con las reformas constitucionales de estos cien días. Se trata de un cambio de régimen, que será completado con la reforma político-electoral que ya se anuncia. La ola reformista del morenismo ha destruido el Poder Judicial, desaparecido siete organismos autónomos, militarizado la seguridad pública, incrementado el catálogo de delitos de la prisión preventiva oficiosa, y ha establecido la supremacía constitucional a sus reformas. Este conjunto se acompaña de otros cambios como hacer de los programas sociales un mandato constitucional.

Hay una enorme continuidad en muchos espacios que se repiten, pero hay que buscar las diferenciaciones, como en la conferencia mañanera en donde la presidenta ejerce un estilo de menor confrontación y polarización. Existen indicios de cambios en la política energética (como se anunció en Tula). También hay diferencias en el bloque gobernante y en los liderazgos, porque la herencia de funcionarios y legisladores deja mezclas que han llevado farsas del poder, como la extorsión y alianza con los Yunes o la controvertida designación de Rosario Piedra en la CNDH. Algunos de los proyectos del obradorismo han fracasado como el caso de Mexicana de Aviación. La violencia del crimen organizado y las respuestas gubernamentales hacen cada vez más evidente que los abrazos del obradorismo permitieron el crecimiento y la expansión del crimen y la extorsión, como otro de los grandes errores de la pesada herencia para la presidenta. El reto es cambiar no sólo los abrazos, sino bajar de forma importante los índices del horror (asesinatos, extorsión, desapariciones, feminicidios). ¿Será factible o seguirán las inercias?

Este gobierno tendrá que realizar una complicada operación de deslinde y construcción de resultados frente a los grandes problemas nacionales. En estos primeros cien días se ve a una presidenta con mucho poder, pero con una sombra muy fuerte de su antecesor. Quizá Sheinbaum pueda tomar de forma más clara las riendas del poder con su Plan México, una suerte de nueva estrategia de sustitución de importaciones. Entre repeticiones y algunos cambios la presidenta popular necesitará también ser efectiva e incluyente…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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