Sucedió en solo dos días: el gozoso anuncio del Premio Princesa de Asturias 2025 a Graciela Iturbide; la noticia de la muerte de Sebastião Salgado y la celebración a Pedro Valtierra por 50 años de trayectoria. Expresión tangible de la memoria y de los sueños, la fotografía no sólo ha sobrevivido a cambios inimaginables, sino que permanece con gran vitalidad en la memoria colectiva.
Parteaguas en la historia del periodismo mexicano y en la historia personal de quienes tuvimos el privilegio de formarnos en sus páginas, el unomásuno de don Manuel Becerra Acosta impulsó una especie de nuevo periodismo en México desde una libertad inédita, rigor, pasión y atrevimiento en tiempos de una Reforma Democrática y de una joven izquierda llena de utopías. En medio de esa efervescencia, conocí a Pedro Valtierra a finales de los años 70.
Sin miedo a la luz, su nuevo libro conmemorativo que presentamos el jueves pasado, contiene una selección extraordinaria de las fotografías de Pedro Valtierra: su cobertura de Centroamérica que nos regaló una nueva mirada a la región convulsionada: Nicaragua, Guatemala, El Salvador… Haití, todos los movimientos sociales y guerrilleros de nuestra parte del mundo, pero también los de la República Democrática Saharahui; la participación de mujeres y de infancias, los refugiados de guerra; los heridos, el dolor… Pero este autor nunca hace una apología de la violencia sino que nos lleva con él a mirar el rostro humano de los acontecimientos. Porque la empatía, la compasión y el coraje forman parte de su equipo interior.
Del unomásuno a La Jornada, de Imagen Latina a Mira y a Cuartoscuro, de las charolas y los químicos a la tecnología digital, son 50 años ininterrumpidos de ejercer una vocación que lo ha llevado a exhibir sus fotos en todo el mundo y a recibir los premios más prestigiosos. Pero él está muy ocupado mirando a su alrededor como para detenerse frente al espejo a evaluar su prestigio.
En el libro encontramos las fotografías que alcanzan ya la categoría de clásicas en la trayectoria de Pedro. Por ejemplo, en portada, “Protesta de sexoservidoras” (1998); “El balazo” (una especie de “Piedad” contemporánea) o “Idalia” (Nicaragua 1979-1980); “Mineros en Huelga” (Pachuca, Hidalgo, 1985), “Perro andariego” (Cuba, 1998); “Miran al Papa”, (Puebla, 1979); “Mujeres de X’Oyep”, (Chenalhó, Chiapas, 1998), “Niño gallero de Fresnillo” (Zacatecas, 1986). Y cien más. Las acompañan líneas poéticas de Ricardo Yáñez y textos de Élmer Mendoza, y Pedro Mellado R.
Detrás de su trayectoria, hay 200 mil imágenes y un inocultable gozo por su oficio. Porque es de los que se involucran apasionadamente con su tiempo. Como autor, colega, maestro, empresario y editor comprometido con documentar la vida y sus historias. Cuartoscuro, su agencia, lleva cuatro décadas retratando el día a día de nuestro país, mientras que la revista de fotógrafos y fotógrafas que fundó hace 38 años, nos habla de un cazador de miradas de otros para difundir aquello que tiene sentido, darle a la fotografía profesional el lugar que merece en la cultura y estimular la crítica y el ensayo.
“La realidad es más real en blanco y negro”, le escribió Octavio Paz a Manuel Álvarez Bravo. Sin miedo a la luz es parte de esa tradición. Recoge los instantes más significativos que el autor le ha robado al tiempo con el arte de su fotografía. Su contenido nos alborota la mirada, la memoria y la conciencia. Encierra un mundo que, si bien hoy no es mejor, sí podemos soñar en cambiarlo. Sin dejar de ver la belleza. Como Graciela Iturbide, Sebastião Salgado y Pedro Valtierra.
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