El mundo atraviesa una época de profunda incertidumbre: crisis ecológica, transformación digital, conflictos armados, aumento en las desigualdades y erosión en la confianza en las instituciones. En ese contexto, la cultura ofrece herramientas a través de la memoria y la innovación, la identidad y el diálogo, la continuidad y la imaginación. Prepara a las sociedades no solo para soportar el cambio sino también para darle forma. Sin embargo, es la gran ausente en los objetivos de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU.

Con ese argumento, la UNESCO presenta su nuevo Informe Mundial sobre Políticas Culturales titulado La Cultura: el ODS ausente. El organismo demuestra por qué es necesario que se incluya a la cultura como objetivo independiente, más como fin en sí mismo que como un medio, en la agenda posterior a 2030. Porque “la cultura no es un sector periférico al que hay que apoyar, sino una fuerza central que debe movilizarse”, por un futuro más inclusivo, sostenible y creativo.

En la dimensión económica, algunas cifras: Las industrias culturales y creativas contribuyen con un 3.39% del PIB mundial y el 3.55% del empleo total. El turismo cultural en 250 ciudades, solo en 2023, generó 741 mil 300 millones de dólares. La cultura sustenta los medios de vida de casi 50 millones de personas en el globo, sin embargo 45% de las ocupaciones culturales se encuentran en la economía informal sin una red de seguridad social.

Si bien en el discurso se reconoce cada día más el papel transversal de la cultura, la ausencia de un objetivo específico en la agenda ha provocado escasa inversión pública, informalidad y debilitamiento institucional. El documento contiene la visión global reciente más completa sobre políticas culturales, basado en más de 1200 informes de todas las regiones del mundo, de 196 países y 116 ciudades.

El informe da cuenta de disparidades. En los presupuestos culturales, el gasto per cápita promedio en Europa y América del Norte es 13 veces mayor que el resto del mundo. Los países nórdicos son los “campeones” en financiamiento para las artes, mientras que, en América Latina, Costa Rica destaca por su alto nivel de inversión. También señala la disparidad de género: las mujeres ocupan menos del 30% de los puestos de liderazgo en las organizaciones culturales de todo el mundo. Los derechos culturales y la protección a los artistas y creativos en los nuevos entornos digitales y el streaming es asunto clave. Otro: los estragos al patrimonio cultural en medio de conflictos armados y desastres naturales. La democracia plena, indispensable para la libertad creativa, se ejerce en solo 24 países, 7.8% de la población mundial. En 2010, era el 12.3%.

La cultura y su papel durante la pandemia, en la resiliencia, la conservación medioambiental frente a la crisis climática y la Inteligencia Artificial, con sus ventajas y enormes retos, son temas del informe. Un dato: el mercado de contenidos audiovisuales generados por IA, valorado en 6 mil millones de euros en 2023, alcanzará los 48 mil millones de euros en 2028.

Los datos, análisis y propuestas se enriquecen con “voces creativas” como las de Rossy de Palma o Aya Tarek, quien escribe: “Es imposible imaginar una sociedad sana y sostenible sin proteger a los artistas y salvaguardar el patrimonio cultural; es como intentar imaginar un cuerpo sin alma”. La cultura, agrega Oto Hudec “(…) nos reconecta con lo que nos hace humanos: nuestra sensibilidad, empatía, falibilidad y conciencia de nosotros mismos”.

adriana.neneka@gmail.com

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