Dice por ahí un dicho que “lo que no has de querer en tu casa lo has de tener”. A estas alturas del sexenio y después de mucho criticar y descalificar a sus adversarios, en los hechos dudo que el presidente rechace rotundamente aquello de “no has de querer”. Me explico: por un lado, quiere seguir utilizando la narrativa de ataques y culpas al neoliberalismo, porque le ha funcionado para capitalizar votos, a partir de sembrar odio.
Lo que sí queda claro es la descarada forma en que han hecho suya la segunda parte del dicho, “en tu casa lo has de tener”, ya que en las filas cuatroteístas encontramos por igual y aunque lo nieguen, a “neoliberales” multicolores que, por cierto, antes de ser parte de esta grey política, sus respectivos institutos políticos los señalaban como ejemplos de tesón y valentía, herederos de las luchas democráticas, baluartes de renovación del bien común y de la brega de eternidad; dijeron que eran símbolos de la congruente lucha ciudadana por la justicia y los derechos humanos.
Llevamos más de 6,500 días escuchando que la culpa de todos los males de México es del pasado, pero especialmente en los últimos 2,200, el nombre del supuesto culpable resuena en todos los debates públicos.
Y no me refiero a alguno de los villanos favoritos de los cuatroteístas, como Felipe Calderón o Claudio X González, cuyo único pecado es, en el primer caso, haberle ganado la elección presidencial a López Obrador y, en el segundo, no someterse al poder presidencial y promover una propuesta distinta y distinguible especialmente en materia educativa.
Ahora resulta que, según el tabasqueño y sus seguidores, es “el neoliberalismo” el responsable del fracaso evidente de quien, al llegar al poder, sólo exhibió sus carencias, su falta de visión e ineficiencia para gobernar. López Obrador confirmó ser un mercenario de la política que, poco o nada, ha contribuido a enfrentar las diversas, graves, complejas y preocupantes crisis que hay en el país.
Pero con él, llegaron otros exactamente iguales, cínicos y advenedizos, dispuestos a solapar y cometer todo tipo de vilezas contra los mexicanos. Desde el inicio de su sexenio, lo acompañaron personajes que en el pasado -ese que tanto dice despreciar- tuvieron trayectorias manchadas de corrupción, abusos e ineficiencias. Ellos son los que han tomado y siguen tomando las decisiones políticas, aunque se empeñen en poner como pretexto “al pueblo bueno”.
Y ahora, Claudia Sheinbaum, que sigue el ejemplo de su mentor, ha puesto en la primera fila de su equipo a personajes que, si bien tienen capacidades intelectuales y académicas visibles, su pragmatismo político termina nublándolas.
Paradójicamente quienes hoy resultaron “purificados” por el agua bendita morenista, fueron en el pasado, lo que yo llamo “los hijos favoritos del neoliberalismo”.
Tatiana Clouthier, Arturo Zaldívar, Javier Corral y Gabriela Cuevas, entre muchos otros que hay a lo largo y ancho del país.
Tan bien les fue a todos ellos en estos años que, curiosamente, el currículo que hoy presumen está lleno de las bondades y los privilegios de los que gozaron cuando pertenecieron a las instituciones políticas y públicas que hoy descalifican y, en el caso específico del ministro, hasta fue propuesto por el adversario político que demostró en su momento, como presidente, ser infinitamente superior a quien hoy habita Palacio Nacional.
Es tan irónico como incongruente escucharlos con aires de superioridad, que se llenan la boca en decir “nos salimos del PAN porque perdió su democracia, porque hoy lo representan personajes como Alito Moreno y Marko Cortés". Es más fácil echar culpas que tener la firme convicción de actuar y fincar, en serio y no de palabra, responsabilidades sobre su actuar público.
Es de una hipocresía sin precedentes que desdeñen a los millones de personas, incluidas las militancias de esos partidos políticos que no necesariamente nos sentimos representados por los dirigentes partidistas, pero que entendemos el momento que vive México. Lo nuestro, son las causas, y muchos honramos las palabras de Carlos Castillo Peraza: “no me fui cuando fue tiempo difícil y no llegué a la hora de las victorias fáciles”.
Rechazan al PAN o al PRI por sus representaciones, pero se suman a MORENA, una serie de impresentables como:
- Claudia Sheinbaum, quien junto con Marcelo Ebrard son los responsables de la caída de la línea 12 del metro y las muertes que eso significó.
- Manuel Bartlett, el artífice de los fraudes electorales en este país.
- Ignacio Ovalle, el monumento a la corrupción de antes y de ahora.
- Félix Salgado, la representación de la impunidad de quienes cometen delitos inimaginables como el abuso sexual a mujeres.
- Mario Delgado y Adán Augusto, vinculados según instancias internacionales, a la delincuencia organizada y al robo del huachicol.
- Y a la cabeza de todos ellos, Andrés Manuel López Obrador, responsable de que en este país haya más de 50 millones de personas sin acceso a la salud; de convertir a México en un río de sangre por la violencia que, con dichos y hechos, impulsa y tolera; de manejar una política de miedo contra periodistas, activistas, científicos y artistas, entre muchos otros.
Reitero, más allá de sus capacidades técnicas y políticas -que no están a discusión-, los hijos favoritos del neoliberalismo están en MORENA no porque hayan cambiado de ideas -lo cual es válido-, están con MORENA porque les ofrecieron posiciones personales y decidieron cambiar de principios, perdiendo con ello, el sentido verdadero de aliviar el dolor ajeno y evitar el dolor evitable.
Y no se equivoquen. Esto no es una defensa a los dirigentes de los partidos, porque llegado el momento, como lo hemos hecho en nuestra vida política daremos, con la misma fuerza, la batalla interna para recuperar el sentido de ser de las instituciones partidistas, que son el vehículo democrático para llegar al poder político, porque, como diría Manuel Gómez Morín: “solo un objetivo ha de guiarnos: el de acertar en la definición de lo que será mejor para México”.
Pero ahora, lo que nos ocupa es reconstruir al país y detener la demolición cuatroteísta.
Política y Activista