Francisco Garduño Yáñez es, sin duda, junto con personajes como Hugo López-Gatell y Octavio Romero Oropeza, la viva imagen de la irresponsabilidad e ineficiencia gubernamental de los gobiernos de la transformación. Los tres fracasaron en sus encomiendas públicas con enormes costos para el país y, sin embargo, los tres gozan de la impunidad que les da la cercanía con Andrés Manuel López Obrador.

A López-Gatell se debe el pésimo manejo de la pandemia de Covid19 y la lamentable muerte de miles de mexicanos; estuvo en el gobierno del tabasqueño hasta el final de su mandato, protegido y defendido siempre por la clase gobernante morenista. Reapareció hace poco en un programa de la televisión pública, en una escena que causó más indignación que gracia, pero al parecer poco le importa al médico que tiene la certeza de saber que por lo menos en este segundo piso, tampoco será llamado a cuentas.

A Octavio Oropeza, que también estuvo al frente de Petróleos Mexicanos todo el sexenio del originario de Macuspana, se le atribuye la deuda de más de 506 mil millones de pesos en Pemex, por lo que diversos legisladores de la oposición han exigido que rinda cuentas sobre el pésimo manejo de la paraestatal, aunque como premio, haya sido nombrado en el gobierno de la presidenta con “A”, titular del Infonavit. Vale la pena hacer hincapié en la alarma que ha causado la decisión del gobierno con "A" de abuso, de usar como propios, los fondos de pensión de los trabajadores. ¡Vaya atraco!

Francisco Garduño, el compadre del tabasqueño, dejará el gobierno una vez que consiguió el “perdón” legal, luego de la trágica muerte de 40 migrantes en la estación migratoria de Ciudad Juárez. Su gestión al frente del Instituto Nacional de Migración es considerada como una de la más desastrosas en las últimas décadas. Para la historia quedará como emblema del segundo piso de impunidad y justicia selectiva de este gobierno... ¡Ah, como me recuerda la línea dorada del Metro en la Ciudad de México!

Pero estos tres personajes no son los únicos, la enorme lista de la impunidad del régimen crece todos los días, sin que sus acciones u omisiones tengan consecuencias.

Ignacio Ovalle fue el protagonista de uno de los casos más grandes de corrupción gubernamental del movimiento autodenominado “honestidad valiente”: el caso Segalmex, en el que más de 15 mil millones de pesos del erario público fueron desviados para enriquecer a la clase política cuatroteísta, sin que él responda por ello, al contrario, el expresidente de México lo justificó por “haber sido engañado por unos malos priístas”. ¡Así el cinismo!

¡Qué decir de Juan Antonio Ferrer, quien fuera director del Insabi, organismo creado en 2020 y extinguido tres años después, sin saber dónde quedaron los 75 mil millones de pesos que tuvo de presupuesto! Gracias a ello, 50 millones de mexicanos no tienen acceso digno a la salud. Ferrer, junto con Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud en el obradorato, son los responsables y cómplices del desastre que mantiene en espera de sus medicamentos a miles de pacientes con cáncer. También les debemos la eliminación del sistema de vacunación y los brotes ahora de sarampión, que están causando las primeras muertes en México, luego de años de que habíamos superado esos temas.

Alfonso Durazo, gobernador de Sonora, y Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria de Gobernación, quienes estuvieron al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, junto con Luis Cresencio Sandoval, extitular de la Secretaría de la Defensa Nacional, son los responsables del fracaso en materia de seguridad que mantiene a México en un baño de sangre, cambiando las cifras de homicidios y desaparecidos sin mayor consecuencia, sólo rotando posiciones que les permiten mantener el control político del país.

El pase de lista de los personajes de Morena que mantienen a México al borde del precipicio en materia de política pública es muy largo. Lo peor del caso es que no existe intención alguna de exigirles que rindan cuentas y asuman las consecuencias de su irresponsabilidad.

La cuarta transformación se convirtió en el lavatorio de “pecados” que purifica personajes, absuelve culpables y aplica la justicia a modo, mientras el pueblo, aunque viva en inseguridad y clame el respeto a sus derechos, dicen ellos, en palabras de su mesías, está “feliz, feliz, feliz”.

Política y activista

@AdrianaDavilaF

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