La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) lanzó una campaña publicitaria contra el tráfico ilegal de psitácidos, que son aves como guacamayas, pericos y loros, con el objetivo de evitar que se replique el robo de aves exóticas tras el delito cometido por “Luis Mi Padre Hermoso” en Guerrero.
En redes sociales, la dependencia difundió imágenes donde dos pericos enojados piden a la sociedad no ser cómplice de su extinción pues el tráfico de especies es la principal causa de su muerte.
Explicó que la captura ilícita de psitácidos se sitúa entre 34 mil y 41 mil 500 ejemplares por año y que la caza para el mercado negro se dispara, mayormente, de marzo a mayo, cuando es su época de anidación.

“Los pericos, los loros y las guacamayas son aves silvestres, no son mascotas ni animales de compañía. Sin embargo, su habilidad para repetir palabras, su simpatía y belleza han convertido a este grupo de aves en el más afectado por el tráfico ilegal de especies en nuestro país”, informó la dependencia de protección al ambiente.
En las imágenes, la Profepa agrega que, para extraer y vender a un loro, los traficantes destruyen su nido. Asimismo, del total de loros, pericos y guacamayas que se trafican, del 70% al 80% mueren, es decir, 7 a 8 aves mueren antes de llegar a su destino final.
“La presión por tener a alguna de estas aves como animal de compañía ha mermado dramáticamente sus poblaciones a lo largo de las pasadas tres décadas. Las 22 especies de loros, pericos y guacamayas que se distribuyen en México, pertenecientes a la familia Psittacidae, están en riesgo, de ahí que están protegidas por las leyes mexicanas y está prohibida su captura ilegal”, añadió.
El Artículo 60 Bis2 de la Ley General de Vida Silvestre prohíbe el aprovechamiento extractivo de ejemplares de guacamayas, loros y pericos cuya distribución natural sea en México.
“Estas especies no pueden ser sujetas de aprovechamiento extractivo con fines de subsistencia o comercial. La Semarnat solo puede dar autorizaciones de aprovechamiento extractivo con fines de conservación o investigación y solo a instituciones académicas acreditadas”.
Advirtió que, en cautiverio, las aves experimentan diversas alteraciones, entre ellas shock por la captura, separación prematura, por la extracción y por la cría en cautividad, trauma social, aislamiento y encierro, alojamiento con individuos incompatibles o en proximidad a predadores, que deriva en depresión, anorexia, y autolesiones.

A eso se agrega la mala alimentación, los nulos estándares de higiene y la falta de atención médica, pese a que son susceptibles a padecer problemas respiratorios, además de la decoloración o el teñido de las plumas, lo que les provoca daños en el crecimiento de la misma, úlceras por quemaduras, intoxicaciones, problemas respiratorios y ceguera.
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