El hallazgo de un campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, el pasado 5 de marzo, exhibió una vez más los horrores del crimen organizado en el país. El descubrimiento tiene lugar cuando los cifras de personas desaparecidas en México superan las 100 mil personas.
Colectivos y autoridades encontraron indicios de que en el Rancho Izaguirre se entrenaban a sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Las imágenes han impactado a la sociedad. Sin embargo, el reclutamiento a manos del crimen organizado es una práctica conocida por las autoridades mexicanas desde hace años y que se relaciona directamente con el incremento de desapariciones, así lo señaló Claudio Lomnitz, en entrevista para EL UNIVERSAL.
El antropólogo señala que el reclutamiento forzado se ha intensificado en medida del aumento de las narcoguerras. Resalta que los campos como Teuchitlán son conocidos desde hace tiempo. Sin embargo, el crimen organizado incrementa sus acciones y se adapta a las nuevas dinámicas sociales.
Ofertas de trabajo vía redes sociales para laborar en supuestos Call Centers o unirse a un equipo de seguridad privada son algunos de los ganchos de los cárteles para reclutar gente. “Es un tema que no se ha publicado cómo merece y no se ha traducido en políticas de prevención”, resalta Lomnitz.
Las organizaciones delictivas ahora recurren más a las redes sociales. Sin embargo, el registro de reclutamiento forzado data desde por lo menos hace 15 años, tiempos en los que la Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios asaltaban anexos y obligaban a los internos a unirse a sus filas. Otro caso es el de Los Zetas, que secuestraban migrantes y los obligaban a unirse a sus filas. Si se resistían, eran masacrados, como ocurrió en San Fernando,Tamaulipas, donde fueron asesinados 72 migrantes en 2010.
Aumento de demanda: aumento de desapariciones
El académico señala que el incremento de reclutamiento responde a la demanda que requieren los grupos del crimen organizado para su operación, ejemplifica el caso reciente de Sinaloa, donde tras la detención del “Mayo” Zambada se ha desatado una guerra entre la facción de la “chapiza” y la “mayiza”.
Apenas en 2024, Claudia Sánchez Kondo, titular de la Fiscalía de Sinaloa, confirmó que 31 personas abandonaron centros de rehabilitación en Mazatlán tras “aceptar trabajar voluntariamente” en presuntas organizaciones delictivas. Según reportes de medios locales de Sinaloa, hombres armados ingresan a estos anexos y lanzan la pregunta “A ver, ¿quién quiere echar balazos? Pagamos 15 mil pesos mensuales".
Claudio Lomnitz ejemplifica con la rivalidad del CJNG con el Cártel de Sinaloa. Ambos grupos tratan de evitar la expansión del otro a través del reclutamiento, pero destaca nuevamente que esto no es reciente, pues se había visto en las guerras de Los Zetas contra el Cártel del Golfo y contra la Familia Michoacana, así como en otros conflictos.
“Cuando hay guerra entre grupos se intensifica el reclutamiento forzado y eso lo estamos viendo ahorita (...) Ha habido cientos, no sabemos cuántos, pero sí muchos cientos de desaparecidos, muchos de los cuales son presuntamente reclutados forzados”, detalla.
De acuerdo con el Informe Nacional de personas desaparecidas 2024, realizado por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD), de 2023 a 2024 aumentó un 6.3% los reportes de personas desaparecidas. El estado que concentra más casos es Jalisco. Le siguen Tamaulipas, Estado de México, Veracruz, Nuevo León y Sinaloa.
Canibalismo, pruebas de reclutamiento que matan la moral al estilo de “gladiadores”
La extrema violencia en las pruebas de reclutamiento han sido expuestas en testimonios y registros de víctimas que logran escapar de las apodadas “escuelas del terror”.
“Se han usado prácticamente como si fueran gladiadores, que se maten unos a otros y los que sobreviven pueden quedarse en la organización”, describe Lomnitz. Estas prácticas son utilizadas como parte de la formación del sicario que además de prepararlo para asesinar personas, funcionan para transgredir su moral.
Incluso, el canibalismo ha sido utilizado por diversos cárteles. “Es un ejemplo de obligar a la gente a dar un paso que no tiene regreso (...) son transgresiones morales muy profundas, el canibalismo es es una prohibición moral fuerte”, explica.
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“De alguna manera diciendo, ‘mira, aquí vas a entrar a una vida que no tiene como regreso a lo que tenías antes’, el asesinato, la tortura, el desmembramiento de cuerpos y todas estas atrocidades”, describe el antropólogo. El especialista explica que lar pruebas cargadas de violencia extrema funcionan como una metáfora de que “cualquiera es desechable”.
Formación militar reflejo de una realidad ignorada de años
El académico resalta que la formación militar de los sicarios es un claro ejemplo de cómo las autoridades mexicanas han pasado por alto este problema. Las organizaciones fueron adoptando una formación militar a partir de los 2000 y ahora han evolucionado hasta utilizar uniformes para diferenciarse. Además, diversos cárteles comenzaron a reclutar agentes de diferentes tipos de cuerpos armados profesionales para formar a sus sicarios.
Finalmente, Lomnitz insiste que el caso de Teuchitlán es un ejemplo para dimensionar el problema que atrae el crimen organizado y cómo ha sido ignorado por años. “Es imposible que haya estado ahí sin que la gente haya sabido que algo muy malo estaba pasando”, puntualiza.
El antropólogo concluye que este hallazgo brinda las armas para que se atienda un problema a nivel nacional que no distingue entre estados, gobiernos, ni partidos. “Hay que empezar a darse cuenta de que los desaparecidos son incómodos para todos los políticos de todos los partidos (...) hay una tendencia fuerte a no querer que eso se termine de contar, se necesita mucho esfuerzo, mucha voluntad política de la sociedad mexicana”, asevera.
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