Shenzen, China.— Para Zhengjiajun, una mujer de 38 años, México es un país “pequeñito” en comparación con China. Sonríe, es amable y también decidida. Es una vivaz comerciante en Louhu Comercial City, una especie de paraíso legal de la piratería.
“Donald Trump es un viejo loco”, responde a las preguntas de EL UNIVERSAL. México, el país pequeñito, “debería ser amigo de China, tenemos cosas muy baratas”, me dice, mientras accede a tomarse fotografías y al mismo tiempo no deja de vender posters para la buena suerte con motivo del Año Nuevo chino.
Ubicado en Shenzen, Louhu es un complejo comercial de cinco pisos que se enorgullece de vender la mejor piratería del mundo. Dividido en cientos de locales, los comerciantes ofrecen a los clientes original copies, es decir, copias “originales” de productos de lujo, piratería de primerísima calidad. Parte del encanto y la cultura local consiste en regatear el precio. “Si no regateas, los comerciantes se sentirán ofendidos, pues no consideras que su producto es bueno”, me dice mi guía.
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El penetrante olor a comida china casera inunda los primeros dos pisos de este mercado. Los vendedores, bravos, dominan varios idiomas y hacen lo que sea para conseguir una venta. Una copia “de alta calidad” de un Rolex puede costar unos 3 mil pesos. Y hay clientes dispuestos a pagar piratería cara, por la calidad de su manufactura.
Shenzen, una de las tres principales ciudades chinas —junto con Shangai y Beijing— se alista presurosa para el acontecimiento más importante de las últimas semanas. El Año Nuevo chino, a festejarse el 28 de enero, ocupa la mayoría de las decoraciones en las calles, anuncios publicitarios, la venta de souvernirs y, sobre todo, la mayoría de las conversaciones. Es una oportunidad para atraer la buena suerte, y el mercado de Louhu no sólo vende piratería, sino buena suerte.
En las calles y oficinas de Shenzen no se siente una animosidad en contra del próximo presidente de la Unión Americana, Donald Trump, quien asume su segundo mandato el próximo lunes.
Muchos no lo conocen: “¿Trump es una marca de relojes? Yo puedo conseguírsela”, me ofrecen algunos vendedores. Otros clientes más informados me dicen que Trump es bueno para China, pues sus restricciones han impulsado desarrollos propios. Aquí nadie lo odia, menos le temen.
Chunfeng ha adoptado un nombre occidental que sus clientes pueden pronunciar: se hace llamar Eyes; Ojos, en español. Su tarjeta de presentación incluye este nombre, así como su nombre chino, acompañado de un código QR que lleva a su cuenta de WeChat, que es la red social y de mensajería más importante de China.
Usa su cuenta para subir videos de su hijo y para recibir pedidos. Chunfeng es bajita.
“No me gusta, no me cae bien”, dice Chunfeng de Trump, añade que prefiere a Obama o a Mao. Chunfeng tiene un puesto de recuerditos y palillos chinos en el segundo piso de Louhu. También vende amuletos para la buena suerte. Habla un inglés atropellado, pero suficiente para darse a entender.
Toma un globo terráqueo y me muestra que sabe dónde está México, que es vecino de Estados Unidos y que el gobierno desalojó la plaza comercial de Izazaga 89 en la Ciudad de México, bajo el argumento de violaciones a los derechos de autor. Piratería, pues. Era un lugar similar a donde nos encontramos ahora, pero en menores dimensiones.
Eyes me muestra videos en su celular, “big news here”, me dice. La noticia llegó a China, y el gremio de comerciantes tomó nota.
“Trump no quiere a China porque China es fuerte. Es fuerte y es rica. China tiene muchas cosas y muy baratas”, asegura Chunfeng, mientras atiende clientes que le piden lo mismo pulseras del Año Nuevo que palillos chinos con motivos de gatos.
A través de los videos de TikTok, red social que ve en su celular, también conoce a “la nueva líder de México”, y se refiere a “lady” Claudia Sheinbaum. “I like her”, me dice.
“¿Qué debería hacer nuestra líder en México, ser amiga de China o de Estados Unidos?”, le lanzo. “China es amigable, podemos ser amigos”, me contesta.
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Uno de los videos por los que Eyes se enteró del desalojo en Izazaga es producido por un medio digital llamado El Observador.
La prensa local sigue de cerca la llegada de Donald Trump al poder, así como los obstáculos de empresas chinas, como TikTok, para operar en Estados Unidos.
La opinión de altos ejecutivos de una enorme compañía china, otro tipo de comerciantes, pero vendedores al fin, no es diferente a los rumores del paraíso de la piratería.
Aunque no desean ser citados por EL UNIVERSAL, mencionan que la llegada del republicano podría ser incluso buena para el desarrollo interno de China. Comentan que gracias a las prohibiciones de Trump, el gigante asiático tuvo que desarrollar sus propios componentes y soluciones.
No hay miedo, acaso ánimo de mantenerse en la puja por la superioridad mundial. Pareciera que dan la bienvenida al reto.
Pese a la rivalidad comercial de tú a tú entre China y Estados Unidos, y a la toma de protesta de Trump este lunes, el mercado de Louhu está ya listo para lo que de verdad importa: celebrar el Año Nuevo, pues este 2025 inicia el signo de la serpiente.
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