Más Información
El Senado alista una reforma para analizar y en su caso aprobar una minuta de reformas a la Ley General de Vida Silvestre que impulsa la prohibición del uso de mamíferos marinos, como delfines y focas, en espectáculos fijos para entretenimiento.
El presidente de la Comisión de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático, Raúl Bolaños-Cacho Cué, anunció que los integrantes de ese órgano legislativo se reunirán la próxima semana para analizar la minuta que prohíbe la utilización de mamíferos marinos en espectáculos, ya sea fijos o itinerantes, así como cualquier actividad cuya finalidad no sea la investigación científica o con propósitos de enseñanza para su conservación y preservación.
En entrevista después del parlamento abierto sobre las reformas que prohíben la utilización de ejemplares mamíferos marinos en espectáculos fijos, detalló que la discusión de ese documento remitido por la Cámara de Diputados se hará con base en las conclusiones a las que se llegue en compañía de expertos, para dar al país una buena legislación de cuidado al medio ambiente.
Precisó que el uso de mamíferos marinos para entretenimiento, como los de los llamados delfinarios, es un asunto cuya discusión se ha incrementado durante la última década, por lo que es un momento adecuado para legislarlo.
“Queremos proteger a nuestras especies, queremos proteger a nuestros ecosistemas y creo que podemos poner a México en la vanguardia”, subrayó.
Lo anterior es para frenar de tajo el uso de mamíferos acuáticos para fines de entretenimiento y lucro, insistió Bolaños-Cacho Cué.
En el foro, expertos y académicos expusieron que el tema del cuidado de los mamíferos que se utilizan en espectáculos en hoteles o delfinarios urge atenderlo por la explotación de delfines, focas o manatíes, su hacinamiento en lugares no aptos para su desarrollo y la opacidad de las empresas que los poseen para informar sobre sus condiciones.
Yolanda Alaniz Pasini, consultora para la Conservación de Mamíferos Marinos de México, acusó que la ley protege a las compañías que usan delfines para terapias, espectáculos o pasear a humanos, pues se amparan bajo el argumento de “secreto industrial y comercial” y no se puede saber en qué condiciones están los mamíferos.