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Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo acompañado en el Zócalo capitalino por personas que lanzaron una y otra vez su grito de guerra: “¡Es un honor estar con Obrador!”.
Hubo en el primer cuadro de la Ciudad de México, durante la celebración por el primer año de gobierno, la entrega de lonches, personas uniformadas que acudieron en grupos y obedecían a liderazgos y organizaciones sindicales que fueron a mostrar músculo; sí, regresaron las viejas prácticas.
A un costado del templete principal, un hombre se acercó a un grupo de mujeres vestidas con playeras y gorras blancas del SNTE: “Cuando se acabe el evento, nos vemos al lado del Palacio [Nacional]”, les dijo. “¿Nos van a hacer firmar? Ya me quiero ir”, contestó una de ellas, fastidiada.
Desde las 7:00 horas comenzaron a llegar al Zócalo contingentes de los sindicatos nacionales de trabajadores de la Educación (SNTE) y del Sector Salud (SNTSS), de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, comerciantes ambulantes de Tepito, taxistas organizados, trabajadores e integrantes de Morena. Todos cargando mantas y gritando consignas en apoyo al Presidente.
También acudieron a la Plaza de la Constitución habitantes de alcaldías de la Ciudad de México, como Iztapalapa, Iztacalco, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc, Xochimilco y Tláhuac.
Muchos de ellos comían de charolas de unicel que contenían chilaquiles verdes y un trozo de pan blanco; o cargaban bolsas de plástico con sándwiches, tortas, chocolate, jugos e incluso manzanas que los coordinadores de cada contingente les repartían.
Llegaron, además, personas provenientes de Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo, Estado de México y Tabasco para apoyar a López Obrador, en camiones de turismo con cupo de 40 a 60 personas. Ellos se llevaron sus paquetes de lunch.
Hubo acarreados entre los 140 mil asistentes en el Zócalo, pero también quienes asistieron con gusto al llamado AMLOfest; emocionada, la multitud comenzó a gritar: “¡Presidente, Presidente!” y “¡Es un honor estar con Obrador!”, al tiempo que agitaban banderas de México y de Morena y hacían sonar matracas y cornetas.
“Estamos felices, felices, felices porque se está terminando la corrupción. Estamos haciendo historia sin violencia y de manera pacífica, eso es una maravilla”, dijo Francisco Juárez, de 67 años.
Conocedores del furor que puede llegar a despertar el Mandatario, los vendedores ambulantes ofrecían llaveros, playeras, calendarios, pósters, muñecos de peluche, figuras tipo Lego del presidente López Obrador y hasta el libro Hacia una economía moral, que se ofrecía en 200 pesos.
Rosa Olivares Limón, proveniente de la alcaldía Tlalpan, llevó una pancarta en la que se leía: “Cuando cambia la mentalidad de un pueblo, cambia todo”; para ella, la Cuarta Transformación debe venir de adentro y sólo se conseguirá con un cambio de pensamiento, por eso consideró que no es válido usar acarreados.
“Nuestro presente debe ser un cambio, pero con nosotros, que no nos traigan. Antes nos podían engañar con una torta, pero ahora ya no, la gente está despertando y [debemos] cambiar desde dentro”, aseveró la mujer.