Acolman, Méx.—Todo comenzó en Acolman, Estado de México, cuando la señora Romana Zacarías decidió fabricar piñatas como terapia para superar la muerte de su esposo; 40 años después, la tercera generación de su familia es referente en la fabricación de esas artesanías, que lucha contra la producción y distribución masiva de piñatas de origen chino que en cinco años ya les bajó 30% de sus ventas.
“Sí hemos sufrido la baja en ventas ya que mucha gente prefiere adornar con piñatas chinas a consumir lo nacional porque muchas veces son más prácticas y más económicas que las nuestras, son piñatas plegables y realmente son desechables, por lo que las hace más baratas.
“Algunos de nuestros clientes, como algunas empresas grandes que nos compraban antes, ahora prefieren gastar menos y adornar con ese tipo de piñatas e incluso revenderlas (…) sí se notó el cambio de esa piñata que introdujeron a nuestro mercado, pues las ventas nos bajaron alrededor de 30% después de la pandemia [de Covid-19], como por 2020”, aseguró el artesano Jairo Alberto Hernández.
El joven de 20 años, uno de los nietos de Romanita, conocida como la Reina de las Piñatas, cuenta que su abuelita físicamente ya no está con ellos, pero que sus parientes la honran en cada pedacito de papel que pegan en sus talleres en donde esperan fabricar unas 4 mil piñatas para la próxima temporada decembrina y así seguir con el legado de la pionera del oficio en ese municipio mexiquense.
“Es algo muy padre, porque realmente por todo el esfuerzo y dedicación de mi abuelita por esta artesanía trascendió más allá del municipio y del estado, incluso mundialmente es conocido nuestro trabajo”, agregó Jairo Alberto, quien lleva siete años metido de lleno en la fabricación de las piñatas.
En el taller marcado con el número 75 de la Calzada de los Agustinos, donde cuelgan tiritas de papel colorido y ollas exhibidas en la cochera, Rosa María porta una playera con la cara impresa de Romanita.

Sin dejar de cortar con una cuchilla que manipula con habilidad asombrosa varios pliegos de papel de china, recuerda con emoción que su suegra le enseñó el oficio que desde hace unos 19 años ha sido el sustento de su familia y de muchas otras personas que han trabajado y aprendido con ellos, y que incluso han puesto sus propios talleres en el pueblo.
“Para mí es un orgullo, porque Acolman es conocido por la piñata, y pues ella luchó mucho por ser reconocida y para que esta tradición siguiera, a final de cuentas es un dinero más, la gente ya nos conoce y viene hasta aquí a buscar piñatas”, señala Rosa María.
Durante todo el año fabrican las piñatas de figuras y personajes variados, como de caricaturas y películas, pero las navideñas las comienzan a trabajar desde agosto para aprovechar el calor veraniego que seca el engrudo de las bases, el génesis del proceso de elaboración.
“Trabajamos en algo que llamamos trabajo en serie: unos ensamblan, otras personas decoran los conos, otros trabajadores decoran los centros; trabajamos lo que es la piñata de adorno, que mide alrededor de unos 40 centímetros que la tenemos en 100 pesos; una piñata más grande la tenemos en 250 pesos; de ahí, la piñata mediana en 350 pesos; también unas más grandes de 500, 800 y mil pesos, y ya después las piñatas monumentales que llegan a medir hasta 4.20 metros, dependiendo de lo complejo del trabajo es el precio, nos tardamos alrededor de un día completo en cada una de esas”, explicó Jairo Alberto, quien se llena de orgullo al contar que varias de sus piezas se han exportado a Europa.
“Las piezas más representativas de nuestro taller son las piñatas de nochebuenas, que fueron creadas por mi abuelita, y varias piezas se exportaron a Europa, 10 piñatas se fueron a España y es algo muy bonito porque nuestro producto se conoce más allá de Acolman y la gente halaga nuestro trabajo”, agregó con orgullo Jairo Alberto.
La familia de Romanita ya está lista para recibir al mundo en la edición 40 de la Feria Internacional de la Piñata, en Acolman, que se llevará a cabo del 4 al 7 de diciembre próximos, en donde además de diversas actividades culturales, los asistentes podrán conocer la historia de las tradicionales piñatas hechas por los artesanos locales que buscan seguir el legado familiar, elaborando las piezas con dedicación y amor, pues dicen, es su forma de competir contra las importaciones de origen chino.

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