La llegada de una mujer a la Presidencia de México no es la culminación de la lucha feminista nacional ni motivo de ovaciones este año. En los últimos meses se redujo más el presupuesto para refugios, la reforma al Poder Judicial fue tortuosa para las víctimas al alargar o detener sus procesos legales y los avances en materia de género siguen sólo en papel, aseguran activistas.
El próximo 8 de marzo, las calles de todo el mundo también deben ser tomadas en solidaridad por la ola violeta para exigir se detenga el avance de la derecha y el fascismo en el mundo pues, en países como Argentina, Estados Unidos y Medio Oriente, se echaron para atrás leyes sobre la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), la violencia machista se fortaleció con políticas xenófobas antimigrantes y en territorios en conflicto hay muertes brutales.
“No es tiempo de mujeres para todas las mexicanas. El fin del movimiento feminista no es que una mujer haya llegado al poder o que quizás juezas u otras funcionarias ocupen lugares de mando, relegados antes para nosotras, sino que se acabe la violencia machista.
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“Si estas mismas presidentas, juezas o funcionarias son las que reproducen violencias, recortes a presupuestos y opresiones, no nos sirve a todas. No llegamos todas, sólo algunas, las que tienen privilegios”, apunta Carla Torres, integrante del grupo Libres y Combativas. La ocupación de espacios por mujeres, sin duda, es un avance, dice la activista, “pero si en sus investiduras no actúan de forma congruente” por una vida libre de violencia para las mujeres, el acceso a la justicia para las víctimas y la disminución de la impunidad, políticas públicas con perspectiva de género, presupuesto para estas mismas, por educación y protección únicamente contribuyen a ejercer violencia desde las propias instituciones del Estado.
Destaca que funcionarios abiertamente opositores de las libertades de las mujeres, figuras que son conocidos públicamente como agresores y legisladores que perpetúan violencias machistas, se mantienen en posiciones de poder que afectan la búsqueda de una vida con dignidad para las mujeres.
“Por esto es importante seguir en las calles. Hemos visto que la justicia y los derechos tenemos que arrebatarlos juntas con manifestaciones, con mítines, porque si siguen todos estos elementos en contra no podemos dejar esta tarea en manos de ellos, que esperan que confiemos en sus leyes, tenemos que actuar de forma reaccionaria”.
Wendy Figueroa, directora de la Red Nacional de Refugios (RNR), coincide con estas opiniones y menciona que este año la movilización será significativa, pues es la primera bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, hecho por el que espera, a nombre de la agrupación que representa, que todas las causas que se abanderen sean escuchadas.
“Es crucial que el gobierno de México asuma compromisos reales y efectivos, que se detenga la criminalización del movimiento feminista y que se abra un diálogo colectivo entre el gobierno, las feministas y la ciudadanía para construir una agenda feminista auténtica y con presupuesto garante.
“[De un año para acá] el panorama es incierto, no se ha visto un avance real en el acceso a la justicia integral y la garantía de derechos humanos de las mujeres, ejemplo de ello es la disminución del presupuesto de programas claves para garantizar el derecho a la justicia y a una vida libre de violencias como el Programa de Refugios para Mujeres víctimas de violencia y al Programa de Salud Sexual y Reproductiva, que tuvieron una disminución importante en el PEF 2025.
“Lo seguiré diciendo: hablar de derechos humanos es hablar de presupuestos garantes y progresivos”, señala la también abogada feminista.
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Hace hincapié en que es imperativo que el gobierno, las organizaciones feministas y la sociedad civil trabajen de la mano para construir un México que garantice una vida libre de violencia para las mexicanas.
Asimismo, asegura, la Red Nacional de Refugios seguirá acompañando a quienes enfrentan violencia “exigiendo políticas públicas efectivas y presupuestos que respalden la igualdad de género”.
“Me parece indispensable que todo lema [en referencia a Es Tiempo de Mujeres] se materialice en hechos que pueden reflejarse en la respuesta que se tendrá ante la movilización del 8M, en la agilización de los procesos para entregar los recursos de programas claves, en romper con el pacto patriarcal y establecer diálogo horizontal con todos los sectores que conformamos la ciudadanía de México, incluyéndose, por supuesto, a las ONG y las feministas”.
Yara Villaseñor, integrante del colectivo Pan y Rosas, remarca la importancia de que este año se tenga una visión solidaria a nivel internacional para denunciar la violencia machista que enfrentan millones de mujeres ocasionada por la ofensiva de la derecha y el fascismo, misma que ataca, principalmente, a las mujeres en situaciones vulnerables, personas de la diversidad y en condición de movilidad.
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“Hoy existe una ofensiva impulsada por mandatarios como Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, con agenda de la extrema derecha, que atacan, por ejemplo, con deportaciones masivas a nuestras hermanas mexicanas y de Centroamérica o a las mujeres palestinas que enfrentan un genocidio orquestado por el gobierno de Israel”, expone la activista.
Al igual que las otras defensoras, Yara muestra preocupación porque gobiernos como el de Estados Unidos, Argentina, Medio Oriente y otros, incluso en el nacional, las agendas de la ultraderecha bloquean derechos conquistados como la libertad de las mujeres por decidir sobre su cuerpo, respaldan políticas xénofobas y racistas y atacan, sobre todo, a sectores vulnerables como las personas de la diversidad.
Les parece urgente mostrar el papel tan peligroso que está tomando la derecha a nivel internacional con acciones contundentes, más fuertes y quizás radicales, para impedir que los derechos que ya se conquistaron en las calles vuelvan a ser arrebatados de las manos de todas las mujeres del mundo.
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Consideran que si bien en México movimientos fascistas no tienen la misma potencia que en Estados Unidos, es necesario encender las alarmas, con organización, para demostrar que la fuerza está en las calles y que ahí es donde se tiene que ejercer la suficiente presión para arrebatar los pendientes que quedan en la agenda feminista y evitar que se eliminen los alcanzados.
Sobre esta línea, Yara concluye que si bien es simbólica la representación cultural de la nueva Presidenta, es importante reflexionar sobre cómo una mujer profundizó la militarización en el país, se codea con sectores religiosos conservadores, empresarios encargados de la devastación ambiental para cuestionar qué tanto representa a las mayorías y qué intereses defiende para evitar que sean bloqueados a las mujeres como en otros países.
“No llegamos todas porque sigue habiendo millones de nosotras que no pueden acceder a puestos de poder, que tienen condiciones totalmente distintas a las que hoy están viviendo funcionarias que son parte del gobierno o de la oposición conservadora que ganan decenas de miles de pesos, que no tienen problemas para llegar a fin de mes, para cubrir sus necesidades básicas.
“No sólo no llegamos todas sino que consideramos en efecto que el gobierno está haciendo uso político de nuestras demandas para posicionarse y evitar que se desarrolle un ala que se movilice en las calles y que cuestione una política institucional, por eso, es fundamental seguir organizadas y movilizadas en las calles”.