Familias buscadoras exigen no normalizar el hallazgo de siete restos óseos y siete indicios, luego de la primera jornada de búsqueda en el mirador de San Miguel Topilejo, ubicado en la alcaldía Tlalpan; dijeron que si bien representa avances para llegar a la verdad y justicia para sus seres queridos, no es positivo que la Ciudad de México concentre más de 6 mil casos de personas desaparecidas.
“Es algo doloroso porque estamos comprobando que lo que pensamos es verdad. Este lugar lo traíamos en la mira desde hace tiempo y [las autoridades] no querían buscar aquí, nos pusieron muchos peros y nos traen ahora que empiezan las lluvias, justo ahora que se nos complica. Y para nosotros es doloroso porque venimos a encontrar a nuestros hijos entre basura, lodo y tierra (...) en tres días tuvimos hallazgos”, declaró Jaqueline Palmeros.
Por tercer día consecutivo, madres y padres buscadores batallaron con la falta de empatía de las autoridades, que sin disposición alguna llegaron a ordenar y a obstaculizar a las personas solidarias que asisten a las jornadas en campo para ayudar a las familias, al igual que a activistas y brigadas voluntarias, las únicas que acompañan genuinamente a las víctimas. “No nos pueden limitar los lugares dónde buscar. El que desaparezca una persona en un lugar no quiere decir que la vamos a encontrar precisamente en esa alcaldía. Ya se los demostramos, este es un lugar de hallazgos, no nos va a llevar un mes, ni dos, ni tres meses poder buscar en todo esto. Si en algún momento ustedes nos dicen que no, de todas formas nos vamos a organizar y vamos a venir y será su responsabilidad lo que nos pase”, afirmaron.
Los colectivos Una Luz en el Camino y Hasta Encontrarles reprocharon que a pesar de los hallazgos positivos del 27 y 28 de mayo en esta zona, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) no ha hecho acto de presencia, menos la Fiscalía General de la República (FGR) o el gabinete de seguridad federal.
“Tenemos que regresar, tenemos que sacar a todos los que están ahí. No voy a permitir que vuelvan a hacer lo que hicieron con mi hija, que sacaron lo que quisieron y todavía está ahí, no me la van a volver a hacer. Pedimos una reunión, y si se tiene que inmiscuir la FGR, que lo haga (...) aquí debería de estar la Comisión Nacional. Esto da para mucho, vamos a encontrar lo que no nos imaginamos”, subrayó Palmeros.
En el caso de Jael Monserrat Uribe Palmeros, cuyos restos fueron hallados por buscadoras en noviembre pasado, se organizó una jornada individual para localizarla. Sin embargo, el ambiente era hostil, pues elementos de la Marina y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México fueron apáticos, incluso groseros. Hasta la fecha, no han regresado para buscar el cuerpo de la joven. “No vamos a aceptar búsquedas generalizadas sin el material suficiente, sin las autoridades suficientes, porque ahí hay muchas personitas esperándonos. Diario hubo positivos, y les apuesto que si tuviéramos más tiempo, las condiciones necesarias y el material necesario, hubiéramos encontrado más. Pero nos negaban el acceso aquí, que porque no hay espacio, que porque no se puede, que porque ninguno de ustedes tienen la capacidad; necesitamos gente capacitada”, pidieron.
Ante este reclamo, elementos de la Guardia Nacional, de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México, del grupo Zorros, bomberos y del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, observaron a los buscadores, que por horas escarbaron hasta dar con un hueso con características compatibles a las de un ser humano.
“Queremos sacar a los que están ahí, se los hemos repetido muchas veces, para nosotras no son huesos, son nuestros hijos, hermanos, esposos. Fue muy fructífera esta búsqueda, pero hicieron falta muchas cosas y no se vale que nos dejen así, porque sabemos que hay alguien ahí, porque queremos sacarlo. Luego dejan pasar dos, tres, cuatro semanas, hasta meses y no vuelven a regresar o nos vuelven a negar o nos ponen peros”.
Desde las 7 horas de ayer, personas solidarias se reunieron para la jornada, pero no había transporte suficiente para todos. Con la mejor actitud, preguntaron entre sus contactos quiénes podrían llevarlos al punto de interés y consultaron precios de transporte por aplicación. La Comisión de Búsqueda local sólo destinó una camioneta; entre activistas, religiosos y amigos de las familias, eran más de 30 personas varadas.
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La brigada Marabunta dispuso otra camioneta, y sin bajar el ánimo, todos se dirigieron al mirador para encontrarse con más contratiempos: no había arneses, cascos ni líneas de vida suficientes para que todos descendieran 150 metros y siguieran la búsqueda en un terreno de por sí peligroso.
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