San Diego, CA.— Melissa, trabajadora sexual, llegó a por invitación de una conocida, quien le dijo que en Los Cabos y Ensenada había hombres dispuestos a pagar altas cantidades de dinero por su compañía, específicamente.

 Al llegar, pasó una semana en espera del trato prometido, después integrantes de un cártel la obligaron a prostituirse en Tijuana.

Por necesidad, la joven —madre soltera— trabajó como mesera, recepcionista y escort en León, Guanajuato, donde vivía con su mamá de la tercera edad y su hijo de 11 años. Tras la propuesta, decidió mudarse sola a Baja California hasta juntar el dinero necesario para llevar a su familia con ella, pero fue secuestrada y obligada a tener sexo hasta con seis hombres al día.

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“Existe una estigmatización contra quienes generamos ingresos como acompañantes o trabajadoras sexuales, por eso nunca me atreví a denunciar y se presta a pensar que no fui obligada. Las redes de tráfico de mujeres o reclutación sí se dan más entre las personas con bajos recursos, pero eso no quiere decir que otras no seamos susceptibles, a todas nos pueden secuestrar”, detalla la joven de 29 años a

Melissa, su nombre ficticio, encontró como escort la forma de ganar dinero. Consiguió a sus primeros clientes mediante aplicaciones de citas e hizo amigas en fiestas donde asistió con sus clientes.

“Hay un mundo de venta de personas en estos lugares que frecuentas cuando trabajas como escort. Ves niñas, adolescentes, niños de 11 a 15 años, mujeres mayores, de todo. Se supone estás tranquila en tanto no te metas con el narco, pero siempre hay la posibilidad de que pase algo”.

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Recuerda que “acepté ir con estas personas, que yo no sabía que eran de un cártel, porque nos pagaban bien. Me pusieron algo en la bebida. Me durmieron. Desperté en un burdel de la mafia donde hay muchos cuartos con niñas, señoras, otras chicas, niños, y ahí me pasaban hasta seis hombres para tener sexo con ellos”.

Por casi seis meses estuvo retenida en un bar de Tijuana, que a la luz del día y de las autoridades funciona como motel. El cuarto de Melissa tenía una cama, un tocador y un baño, sin ventanas para evitar su huida.

Menciona que tenía que bañarse, permanecer desnuda o en lencería y maquillarse entre cada cita. En caso de negarse o decir que no a las peticiones de los clientes, estos podían golpearlas, asimismo, el grupo de hombres de acento estadounidense y mexicano que se encargaban de resguardar el área.

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Recuerda que “había mujeres sosteniendo relaciones sexuales por inercia. Ya no se quejaban porque sabían que si lloras, no aceptas tener sexo sin condón, te niegas a recibir clientes o te quejas, te dan una golpiza”.

Melissa tenía que cumplir con una cuota semanal de 35 mil pesos, misma que pagaba con relaciones sexuales con diferentes hombres que llegaban al lugar.

Por las noches, bajo amenaza de recibir golpizas más fuertes o ser asesinada, bailaba, servía tragos, hacía servicios particulares y se unía a shows sexuales junto a otras mujeres de diferentes nacionalidades y menores de edad.

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Entre jornadas laborales permanecía encerrada en el cuarto, mientras una mujer de la tercera edad enfilaba a los clientes para que eligieran mujeres o menores de edad de diferentes precios, por su físico, color de piel y salud. Incluso, asegura, había clientes de la policía local.

Melissa logró huir del lugar con ayuda de un cliente que la reconoció por sus redes sociales. Él le ayudó a hacer una llamada telefónica a una amiga, quien, a su vez, se comunicó con una mujer que se dedica a hacer activismo en favor de los derechos de las trabajadoras sexuales y le dio instrucciones para salir del lugar con apoyo de otra persona.

“Quedé traumatizada. No sólo por lo que me hicieron a mí, por todo lo que vi. Por las niñas que vi, que hasta hoy no sé cómo ayudar, porque todo se mueve ahí con apoyo de políticos, empresarios y de los cárteles, de muchos. Hasta hay abuso a animales, mujeres de la tercera edad y hombres”, confiesa.

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“Siento miedo de volver a México, (...) la es más grande de lo que parece. Mi caso no es el peor. Tuve mucha suerte”.

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