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Tenía el nombre de uno los últimos tlatoanis del imperio mexica, ahora coloquialmente se le conoce como “la calle de los Presidentes”, porque ahí viven la presidenta Claudia Sheinbaum y el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
La calle de Cuitláhuac, en la alcaldía Tlalpan, ha visto transformado su cotidianidad en los últimos días.
Música de trompeta ameniza la tarde fría; el cielo se abre y entre las nubes grises se cuelan los rayos de sol.
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La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo salió del conjunto inmobiliario marcado con el número 134 antes de las 06:00 horas para encabezar su primera reunión del Gabinete de Seguridad en Palacio Nacional. Es el segundo día de su mandato.
Este miércoles todo transcurrió en normalidad. El único cambio para los “tianguistas” -desde hace unos meses- es que no pueden descargar su mercancía desde temprano, porque les pidieron que lo hicieran una vez que se saliera la Presidenta.
José, quien tiene 30 años vendiendo fruta en esa calle presidencial, aseguró que sólo la han visto pasar, porque no ha tenido el gusto de que sea su “marchanta”.
-“40 pesos (la pieza de melón), pero haga de cuenta que es miel, jefa”, señaló el comerciante a una clienta mientras colocaba la fruta en su bolsa de tela.
El “mini tianguis” tiene todo lo necesario para los habitantes de la colonia. Empieza en la calle de Las Fuentes y termina exactamente en el número 134, donde la titular del Ejecutivo renta un departamento en una zona de clase media.
Son 30 y 35 puestos con lonas rojas y blancas. Hay tres puestos de frutas y verduras. Las carnes (pollo, res, puerco y pescado) están del lado derecho junto a los quesos, la crema y el huevo.
Tiene su puesto de quesadillas, tacos, otro de utensilios de cocina, juguetes de plástico, botanas, semillas, jugos y aguas de sabor. Un cerrajero corta el metal para hacer un juego de llaves.
En dos minutos, a paso lento, se puede cruzar por completo, si no llevas bolsas con el mandado.
Del otro lado de la calle Fuentes, está la morada del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Detrás del portón color chocolate sigue uno de los Jetta blanco que usó como titular del Ejecutivo y que lo llevó a San Lázaro.
A diferencia del lunes -cuando se le vio por última vez salir de su domicilió más no entrar- son pocos los ciudadanos que han “desoído” su petición de no ir a buscarlo. Ya no hay multitudes, ni porras para el tabasqueño.
Sobre la banqueta caminan un matrimonio con dos niñas y una de ellas le señala a su mamá a un joven que carga una cámara de televisión.
-“Es la casa de cabecita de algodón”, dijo la mujer tomando a su hija por la mano, quien abre los ojos como sorprendida.
-“Ahí vive el Jefe”, responde también el padre de la menor que camina atrás llevando de la mano a su hermanita.
Joaquín, contratista llegó, desde las 09:00 a “la calle de los presidentes” con el último libro del político tabasqueño ¡Gracias! y con la esperanza que se lo firme.
Sabe que la suerte no está de su lado, pero dijo vale la pena el tiempo invertido para que “el Presidente saliente “me firme el libro”.
Al recordarle que el expresidente pidió que no lo vengan a buscar, el corpulento hombre asiente que sabe que así es. “Pero me gana más la emoción de poder obtener la firma de su libro y sobre todo que mis nietos que en un futuro sepan la transformación de México”.
Seguidor de López Obrador y de los Vaqueros de Dallas afirmó con convicción. “Voy a seguir viniendo toda la semana hasta que lo logre”…
mahc