Norma Lucía Piña Hernández, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), afirmó que si bien los jueces tienen que ser imparciales, de manera que sus prejuicios no influyan en sus fallos, no deben caer en la neutralidad, ser ajenos a las problemáticas sociales o a las desgracias que aquejan a las personas.
“No debemos convalidar, por ningún motivo, estados de cosas profundamente desiguales”, dijo la ministra al inaugurar este jueves el tercer Congreso de Filosofía del Derecho para el Mundo Latino en Querétaro.
En el Teatro de la República, Piña Hernández señaló que el derecho es una realidad dinámica y una práctica social que incluye, además, de normas y procedimientos, valores, principios y acciones.
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“Debemos tener claro que el derecho considera enunciados que juegan un papel relevante en el razonamiento práctico, incorporando otras esferas de la razón práctica, como la moral, la economía, la ética y las ciencias. No podemos olvidar que el derecho no sólo se concibe como instrumento para prevenir o resolver conflictos, sino fundamentalmente como un medio para la obtención de fines sociales”, indicó.
La también presidenta del Consejo de la Judicatura Federal (CJF) se dijo convencida de que los jueces tienen el deber de salvaguardar la democracia constitucional; “a saber los Procedimientos deliberativos y los derechos humanos, así como sus garantías esenciales, desde una perspectiva que no se centre exclusivamente en la autonomía y las libertades personales”.
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“Nuestra labor nos exige una perspectiva social en el combate a la desigualdad y a la discriminación, además, resulta inminente una perspectiva ambiental y sustentable ante la grave crisis climática que estamos enfrentando en todo el mundo. Para cumplir ese -sin duda- muy complejo deber, es fundamental tener estos espacios de deliberación y diálogo multidisciplinario”.
De esta manera, Piña Hernández consideró que no se puede claudicar en la idea de un constitucionalismo democrático y social, “no podemos pensar en una justicia que no esté comprometida con la igualdad desde una perspectiva global. Los jueces no hacemos filosofía, pero la filosofía nos hace mejores jueces: filosofemos más para responder mejor a las necesidades de la sociedad a la que nos debemos”.
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