Mexicali, BC.— Su perro y una bocina en la que escucha música electrónica acompañan a José Alfredo, El Joe para sus amigos, por las calles de Mexicali, el nuevo epicentro del fentanilo en Baja California.
En el centro de la ciudad se dirige en playera, short y tenis al Centro Comunitario Verter, a unos metros del muro entre México y Estados Unidos, para inyectarse fentanilo mezclado con heroína, con jeringas nuevas y de manera supervisada por si sufre una sobredosis, que ya las ha padecido pero las ha librado gracias a la naloxona, el antídoto contra el fentanilo.
Desde hace 20 años, El Joe es adicto a las drogas, iniciándose en el consumo de marihuana, ácidos, éxtasis y metanfetamina hasta llegar al fentanilo, el opioide sintético que, afirma, le quita el dolor de huesos y “levanta al muerto”.
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De 48 años, José Alfredo vivió en Los Ángeles, California, donde formó parte de la pandilla Sur 18, hasta que lo encarcelaron y después lo deportaron a Mexicali, ciudad en la que vive con su madre y en la que ha visto morir a sus familiares por consumo de opioides.
Aficionado al breakdance, lo practicaba cuando estuvo en Los Ángeles; explica que cuando llegó a Mexicali la droga de moda era el krokodil, conocida como la heroína de los pobres, que afectó a mucha gente: “Los que alcanzaron a afectarse les pegó el golpe con ese jale”, señala el entrevistado.
Mientras disuelve el fentanilo y la heroína, El Joe afirma que se inyecta varias veces al día para quitarse los problemas que le aquejan, y que las dosis las adquiere en 50 pesos en las calles de Mexicali.
Se identifica una vena en la pierna derecha y acto seguido se inyecta la sustancia con una jeringa limpia suministrada en Verter: “Ahorita siento que apenas me está haciendo el efecto, ya me quitó los síntomas del dolor de huesos, ya me está esclareciendo bien los ojos y me está cambiando la voz”, refiere El Joe.
Y narra: “Ahorita ya ando drogado. Ya levantó al muerto, porque andaba muerto ahorita. Ya me siento feliz”.
Asegura que “a veces no sé si ando doblado, si estoy vivo o si estoy muerto, y muchas veces la gente no sabe lo que se están metiendo de drogas y muchas veces se meten una droga que ni saben lo que es. Les preguntas y ellos te dicen otra cosa”.
Tras inyectarse, José Alfredo toma su bocina y se retira con su perro del Centro Comunitario y antes de cruzar por la Plaza del Mariachi enciende la música para practicar unos pasos de breakdance, en señal de que se siente al 100%.
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Hasta antes de ser intervenida por las autoridades estatales, la Plaza del Mariachi era un sitio conocido como “picadero”, donde los adictos se reunían para suministrarse fentanilo con heroína o metanfetamina.
Aún quedan pocos, de acuerdo con un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, y los desplazados se refugiaron en casas abandonadas, bajo puentes y avenidas cercanas a la garita de Mexicali con Calexico, California, donde todas las noches se juntan grupos, en su mayoría jóvenes de entre 25 y 35 años, para consumir fentanilo.
En un inmueble de la colonia Pueblo Nuevo viven seis jóvenes adictos, entre ellos Jessica, quienes durante el día salen a ganar dinero para comer y para comprar fentanilo, como limpiaparabrisas.
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Mientras se alista para inyectarse fentanilo y heroína, Jessica comparte que desde niña sus padres la hicieron trabajar en la calle vendiendo flores, hasta que le ofrecieron droga y se le hizo fácil consumirla: “La primera vez que empecé fue con cocaína, después con crystal, heroína, con las pastillas que le dan a los loquitos para calmarse [antidepresivos]”.
¿Y fentanilo desde cuándo?, se le pregunta: “Pues desde que lo sacaron. Ya tiene varios años, unos cinco años”, responde.
Un hombre en silla de ruedas, que parece ser el líder del grupo, afirma que el “fentanilo llegó para ir para Estados Unidos no para quedarse, pero los que llevaban la droga para allá se quedaron con pastillas. Primero eran puras pastillas (M30). Se quedaron con ellas porque las puedes derretir y empezó el boom de eso, luego vino el fentanilo puro”, relata.
En la colonia Vicente Guerrero de Mexicali, asegura Jessica, “un güey anduvo vendiendo fentanilo puro y mató a cinco personas hace unos cuatro meses”.
Remata: “En realidad ya no es chiva [heroína]. En todos lados ya la venden igual: fentanilo con chiva y en donde regalan las jeringas [Centro Comunitario Verter] siempre hacen pruebas ahí para ver si trae fentanilo con otro tipo de sustancias y casi todo trae fentanilo, hasta el hielo trae”.
En Mexicali, los adictos se llegan a inyectar entre ocho y 10 veces al día y, de acuerdo con la directora de la organización Integración Social Verter, Lourdes Angulo, en la frontera norte se consume fentanilo mezclado con heroína.
En este momento, subraya, 98% de las pruebas que realizan a los opioides que consumen los adictos que se acercan a la organización social a su cargo para inyectarse de manera segura, dan positivo a fentanilo.
Los consumidores, expone, en su mayoría son migrantes deportados que se quedaron en Mexicali, pero también hay personas en situación de calle y un buen número de estadounidenses que cruzan la frontera a diario para comprar y consumir droga en Mexicali, el nuevo epicentro del fentanilo que desplazó a Tijuana.