Arturo Madrigal nunca ha contado su historia. Desde el 9 de enero de 2008 busca a su hijo mayor, que se llama igual que él y desapareció en Tijuana, Baja California: “Yo prefiero enfrentarme a las autoridades, porque tengo todas las pruebas, tengo todo lo que he encontrado y con eso defiendo a mi hijo”, dice a 17 años del inicio de su lucha.
El buscador acudió a la segunda mesa de diálogo entre colectivos de buscadores y la Secretaría de Gobernación, de una serie de reuniones que sostendrán con las autoridades entre abril y mayo.
Don Arturo cuenta por primera vez, a EL UNIVERSAL, los detalles de la desaparición de su hijo, un modus operandi que parece no terminar, sino se establece de manera definitiva: “Lo engañaron”, explica cuando se le pregunta lo que ocurrió. Arturo Madrigal Sánchez trabajaba como carnicero en Tijuana y junto a su pareja acababa de recibir el nacimiento de su bebé dos días antes de desaparecer. Su plan era un futuro mejor, sólo eso.
“La sociedad siempre te va a calificar o a estigmatizar, y te pone un target en la espalda y también duele. Le duele al papá, le duele a la mamá, al hermano, a su hijo, y la sociedad califica y descalifica hasta las propias agrupaciones de fe a las que nosotros pertenecemos”, expresa el padre.
Don Arturo es cristiano y educó a sus hijos en la misma fe, pero Arturo la dejó de adulto. Una vez pidió a un pastor de su iglesia que orara por su hijo; el hombre lo hizo, no sin antes especificar que “el muchacho andaba en malos pasos”.
Con ese estigma, el de desaparecer por supuestamente “andar en malos pasos”, don Arturo ha buscado a su hijo por tres sexenios. Hoy se atreve a contar su historia porque ve sensibilidad en los ojos de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, pero faltan los hechos concretos: atajar la crisis de desapariciones de una vez por todas.
Ofertas de trabajo, el gancho
Hace 15 años, el crimen organizado ya anunciaba por medio de periódicos o a través de “redes de amigos” ofertas ficticias de trabajo, a fin de reclutar gente para sus ilícitos, según han documentado diversos especialistas.
Ahora las ofertas para “trabajar” con ellos, engañosas o no, aparecen en redes sociales como TikTok y WhatsApp. Hay quienes asumen el riesgo y deciden sumarse a las filas del crimen, y hay quienes son engañados y acuden a citas para supuestos trabajos legales, pero nunca vuelven a sus casas.
El pasado 24 de marzo, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) precisó que había dado de baja 39 cuentas de redes sociales relacionadas con el reclutamiento para grupos criminales.
Tan solo unas horas después, según documentó EL UNIVERSAL, al menos seis de esas cuentas de TikTok, presuntamente ligadas al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), anunciaban: “Seguimos contratando”.
“Hemos vivido lo inimaginable”
Don Arturo describe a su hijo como sociable y amiguero, “siempre dispuesto a ayudar a los demás”.
“Yo cargo aquí, en mi mochila, cuando mi niño, Arturo, estaba en un pódium predicando. Estaba niño y su corazón ya predicaba la palabra de Dios. Eso es Arturo, eso nada ni nadie podrá cambiarlo”, señala.
Interrumpe brevemente la entrevista para atender una llamada: “Hola, hijo. Sí, ya terminamos, nos fue muy bien… bueno, mejor”, comenta y cuelga.
Era su nieto, el hijo de Arturo: “Quiere dedicarse o tiene interés por la industria de los alimentos y bebidas, pero su pasión es el deporte”. El deporte ha ayudado a su nieto a sobrellevar la desaparición de su padre. Eso y la terapia a la que toda la familia ha tenido que acudir.
“No imaginas lo que hemos vivido, es inimaginable. Mi esposa tuvo un derrame en la cabeza el 25 de diciembre pasado. El año anterior, en enero, tuvo un coma diabético. O sea, vivimos ya afectaciones por la edad y el proceso de 17 años, que son contundentes”, explica.
“Nos toman la presión arterial y nos hacen chequeos, pero uno ya no trae un pedazo de su corazón. O sea, ¿qué presión te tomas? ¿Qué buscas entender con eso? Si hay algo que siempre te hace falta”.
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Don Arturo demanda que las comisiones de búsqueda tengan entre sus filas perfiles idóneos, que entiendan las exigencias de las familias.
“No cualquiera puede ser un funcionario del dolor. Necesita, no una empatía poética, no, no, no, necesita un clavado en la realidad”, afirma. Por eso valora las reuniones que está organizando la Secretaría de Gobernación, pero exige resultados.
Las reuniones siguen programadas para los días 22, 23 y 24 de abril. En total, la dependencia ha recibido a más de 250 personas que buscan a sus familiares desaparecidos.