La en escuelas públicas mexicanas debe acompañarse de fuertes campañas sobre para garantizar que menores de edad y adolescentes se adapten a la cultura del buen comer, pues de otra forma, será contraproducente, advierten nutricionistas y expertas educativas.

Plantean que poner en funcionamiento programas de entrenamiento físico, acercamiento a actividades recreativas al aire libre, difusión de mensajes educativos sobre el tema, comedores saludables y alternativas de alimentos nutritivos ayudará al gobierno a implementar esta nueva medida con éxito.

“Sólo funcionará si es el primer paso de una estrategia integral. (...) Se tiene que generar dentro de las escuelas una cultura del buen comer, proyectos de comidas calientes, de sustitutos para comida chatarra y conocimientos nutricionales básicos para padres de familia y maestros, además de alumnos. El problema no se puede abatir con la exclusión de la comida”, comentó a EL UNIVERSAL Paulina Amozurrutia Navarro, directora de Educación con Rumbo.

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Por día, los estudiantes consumen al menos 500 calorías de alimentos ultraprocesados que contribuyen al desarrollo de 30% total de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, ansiedad, depresión e insomnio, según una estimación de instituciones de salud pública.

Así, la experta mencionó que es conveniente que las restricciones sean aceptadas sin resistencia, con apoyo de padres de familia, para evitar que el consumo se mantenga o aumente fuera de las aulas y en el propio hogar.

Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia, comenta que será un desafío disminuir los niveles de consumo de comida chatarra de los menores de edad y jóvenes, pues es hasta cultural.

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En este sentido, propuso que la medida no sólo se implemente en escuelas sino en otras áreas de lo cotidiano y familiar, y que, al mismo tiempo, se acerquen opciones accesibles de alimentos saludables, pues consideró que la comida chatarra está disponible cada 100 metros, pero otras opciones de alimentos con más calidad únicamente se encuentran cada kilómetro.

“La clave es lograr un cambio cultural y esto no es un asunto de una campaña temporal o de dar consejos en las reuniones de padres de familia o en las clases, lo que necesitamos es un equilibrio, que no es mágico pero que se puede intencionar desde el Estado con políticas públicas, la regulación al mundo empresarial y la disponibilidad de alimentos saludables”, dijo.

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