Un día despertó en un lugar destruido en Gaza, medio desnuda y rogándole a los terroristas que no la violaran: “Les decía que estaba en menstruación, que me dolía el estómago. Y se enojaron, me golpearon, me levantaron y me llevaron en un coche diciéndome: ´welcome to your new life´ (bienvenida a tu nueva vida)”.

Fue el 7 de octubre de 2023 cuando Hamas sorprendió a con una irrupción que incluyó asesinatos y secuestros, entre ellos el de los novios Matan Zangauker e Ilana en el kibutz Nir Oz, así como sus amigos. Después de 55 días del “infierno del cautiverio de Hamas”, ella fue liberada tras de haber sufrido violencia sexual, abuso físico y psicológico, así como violaciones a sus derechos humanos.

“Llegué con terroristas y después en una casa, uno me abrazó y me decía que yo era muy bonita, que me iba a casar con él, que íbamos a tener unos hijos, mientras me apuntaba con un arma y me pasaba el arma para que jugara con ella”, cuenta la mexicana-israelí en un encuentro virtual con medios de comunicación organizado por Fuente Latina.

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Al anhelar el día que pueda reencontrarse con Matan, el hombre con quien debía continuar su vida, a la joven le cuesta hablar entre “miedos y traumas” cómo pasó sus días en cautiverio bajo el cuidado de un abogado y un maestro, civiles al servicio de Hamas, en un túnel estrecho y húmedo, sin higiene, sin comida, sin aire, sin tratamiento médico y con el deseo de morir. Nunca vio ayuda humanitaria.

La connacional bajó 11 kilos durante el encierro de 55 días, además que recibía interrogatorios a mitad de la noche y le leían el Corán. En ese lugar, dice, los hombres también son víctimas de abuso sexual.

A veces se enteraba de los sucesos porque le dejaban ver las noticias en árabe a través del canal de televisión Al Jazeera. Eso le daba “un poco de fuerza” porque veía que el mundo sí estaba luchando por los y las rehenes.

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“Eres una marioneta para ellos, no tienes derechos humanos. Te dicen cuándo puedes ir al baño, cuando te puedes levantar, cuando tienes que hablar, cuando tienes que callar, cuando te vas a dormir. Es saber que tu vida está en un hilo y depende de que alguien decida liberarte (...) Me fui al baño, me encerré y me peleé con los terroristas de que ya no aguantaba más, prefería agarrar y romperme la cabeza en el lavamanos a que esta fuera mi vida, vivir en miedo, en oscuridad, en soledad sin esperanzas”, comparte Ilana.

“Me rompieron la cadera, me dislocaron la mandíbula, me quemaron la pierna, perdí el oído. Hasta que empezaron a tocarme, ya no estaba dispuesta a soportar eso”, añade.

Mi misión es alzar la voz

Refiere que al estar viva, su misión es alzar la voz por las otras 59 personas que siguen en cautiverio, incluido su pareja Matan y sus amigos. Para quienes ya murieron, Ilana pide que sean devueltos para que tengan un entierro y “los padres tengan un lugar a donde puedan ir a llorar la pena, el dolor, para cerrar el círculo y no estar atorados en el 7 de octubre”.

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“Como le prometí a los que dejé en los túneles, que yo iba a alzar mi voz lo más posible para liberarlos a casa y para darle fuerza también a mujeres que alcen la voz contra todo tipo de maltratos. Pero, si puedo ser la luz de alguien en el túnel, y alguien está escuchando, que seguimos luchando por ellos, y a cada lugar que pueda llegar para seguir alzando su voz hasta que yo pueda sentirme libre”, expresa.

La mexicana-israelí refiere que no está apta para tener una rehabilitación psicológica después de los sucesos, e incluso siente culpa de que ella puede abrazar a su madre porque hay más personas en manos de Hamas: “No me puedo sentir completa y no puedo sentir el abrazo verdadero de mi madre, con la culpa de porqué yo sí y mi novio no, porqué yo sí puedo abrazar a mi mamá y los niños de tres años no pueden ir a abrazar a sus papás”.

“No me puedo quedar callada y sentada y no alzar la voz, mientras hay gente que sigue sufriendo eso. No me puedo quedar callada sabiendo que ahorita mi novio podría estar pasando un abuso ”, comenta.

“Eres una marioneta, rogaba a los terroristas que no me violaran”; el duro relato de Ilana Gritzewsky, la mexicana-israelí secuestrada por Hamás. Foto: Especial
“Eres una marioneta, rogaba a los terroristas que no me violaran”; el duro relato de Ilana Gritzewsky, la mexicana-israelí secuestrada por Hamás. Foto: Especial

Sueña con regresar a la repostería y no estar contando por lo que pasó y hacer entender a todo el mundo que hay secuestrados: “Yo quiero estar dispuesta a eso, sentarme en el sillón con Matan; mi cigarro, mi café y cocinarle, crear mi familia”.

Lo último que supo de su novio fue el 7 de diciembre pasado, a través de un video. También recibió un reloj de arena con la foto de Matan y la leyenda “Time is running out”, una forma de entender que está vivo.

A Ileana le duele que muchas organizaciones internacionales y protectoras de derechos de mujeres no alcen su voz. Dice que el que siga callando “es cómplice” del terrorismo. Apuesta por un acuerdo del cese al conflicto para que los rehenes sean liberados, y también reconoce al gobierno de Estados Unidos y a porque se han logrado liberaciones.

De la comunidad internacional espera que siga no deje el tema, ante el “infierno” de los rehenes que siguen en manos de Hamas.

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kicp/apr

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