Los que quedan en el territorio, Citlaltépetl, Iztaccíhuatl y Popocatépetl están en riesgo de desaparecer en los próximos cinco años, alertó el investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, Hugo Delgado Granados.

“Si bien su conservación no es viable, su desaparición afecta el aporte de agua de fusión al sistema hidrológico regional”, aseguró.

Al participar en la mesa de trabajo “Glaciares, cambio climático y gestión local de caudales hídricos”, organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoUS) de la Universidad Nacional, abundó que la disminución del vital líquido que proporcionan afecta al clima local, la agricultura y disponibilidad de este recurso para consumo humano, razón por la cual debemos planear las medidas de adaptabilidad a las nuevas condiciones.

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El vulcanólogo manifestó que en el Iztaccíhuatl “se niegan a morir”, pues son protegidos por las estructuras volcánicas y apenas sobreviven. En el caso del Popocatépetl su desaparición se debe a la combinación del aumento de la temperatura y la entrada en erupción del volcán.

Con respecto al Citlaltépetl, si bien está por arriba de la línea de equilibrio (cinco mil 300 metros), en recientes imágenes de la estructura aparece el basamento rocoso y se ha visto la reducción en la masa del sitio. Pero las mediciones indican que en los últimos cinco años se ha perdido 20 por ciento del tamaño del glaciar, es decir, está en extinción.

Comentó que “parece que el volcán quiere despertar” y hay indicios de incremento de la actividad del Pico de Orizaba, esto suma eventos para la pérdida de la masa de hielo acumulada.

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A su vez, Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, recordó que en el proceso de pérdida de los glaciares está el cambio climático, sobre todo porque en los próximos años estaremos por arriba del límite de temperatura que alertaron hace tiempo los científicos que no se podía rebasar.

En el caso de México el problema es la anomalía que fue de 2.14 grados respecto al periodo preindustrial. Es decir, nos hemos calentado a una tasa más alta que el promedio global. Los cálculos indican que ha sido 3.2 grados en promedio al siglo, mientras que el mundo lo hace en 2 grados al siglo.

El economista rememoró que esto tiene un alto costo para las naciones, lo cual suele revisarse con respecto al producto interno bruto (PIB). En nuestro país los cálculos indican que se verá especialmente afectado el corredor industrial.

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kicp/apr

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