A cinco años de que inició la pandemia de en México las historias de sobrevivencia, de resiliencia, también de heroísmo, forman parte del crisol de los saldos de la catástrofe sanitaria que encontró un país con un sistema de salud en crisis, sin apoyos para los trabajadores esenciales, para los más pobres y para todos quienes enfrentaron el virus, como médicos, enfermeras, repartidores, comerciantes y choferes, entre otros.

Los saldos demográficamente son demoledores. “Más de 800 mil muertes adicionales, es decir, directamente relacionadas con el Covid y otras por enfermedades no atendidas, sumado a cinco años menos de expectativa de vida para la población mexicana, sectores que fueron los más afectados por la pandemia como las amas de casa, trabajadores informales, los que tenían que salir a buscar algún ingreso, los que no podían hacer home office engrosaron las actas de defunción en el país”, expone el demógrafo e investigador de la UNAM, Héctor Hiram Hernández Bringas.

En la pandemia murieron como dice el slogan oficial: “Primero los pobres”, es decir los trabajadores que vivían en las zonas conurbadas de la Ciudad de México y de otras que tenían que subir a peseros, camiones, Metro y Metrobús, hacinados para llegar a sus centros laborales, expuestos al contagio.

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“La pandemia también impactó fuertemente la estructura educativa de México y de los todos los países, obligó a la educación en línea, pero también provocó la deserción de un gran porcentaje. Dejó a niños y jóvenes por más de dos años sin interacción, sin convivencia, lo cual los afectó”.

Además, dice, quedó en evidencia la enorme fragilidad del sistema de salud mexicano, que si bien ya venía con grandes carencias, en el proceso de restructuración y creación del fallido Insabi, con una reconversión hospitalaria del IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salud, que se enfocaron en la pandemia y dejaron a millones sin atención de otras enfermedades.

El también sociólogo indicó que las políticas públicas y los apoyos o transferencias económicas en la pandemia no llegaron a las personas que tenían que salir a trabajar, hablamos de quienes están en la economía informal.

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Concluye que todo ello ocurrió en medio de mensajes ineficaces del gobierno, que incluso no recomendaba el uso del cubreboca.

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