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Han pasado 6 años desde que Andrés Manuel López Obrador recibió su constancia de mayoría que lo acreditaba como presidente electo de México, momento en el que ofreció que su gobierno respetaría la autonomía y la soberanía, sin someter a otros poderes, por lo que aseguró que el Ejecutivo federal dejará de ser “el poder de los poderes”.
El jueves 9 de agosto de 2018, el entonces presidente electo aseguró que su estandarte sería la perseverancia, y ninguna tentación le quitaría la autenticidad o desviaría su camino en la búsqueda de la fraternidad.
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En la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) Andrés López Obrador ofreció su primer discurso como presidente electo y enfatizó que “en el nuevo gobierno, el Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes, ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas cuando estén trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes, y habrá absoluto respeto de sus veredictos”.
También sostuvo que haría realidad todos los compromisos de campaña y no fallaría a los ciudadanos, promesa que ahora, seis años después, remarca en sus conferencias matutinas con cada proyecto que presenta.
En su discurso, López Obrador destacó: “El Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará someter a otros poderes. Cada uno actuará en el ámbito de su competencia y la suma de los trabajos respetuosos e independientes fortalecerá la República y el Estado democrático de derecho transitará del ideal a la realidad”.
En 12 minutos indicó que, entre las muchas lecciones del 1 de julio de 2018, es que los ciudadanos votaron para que exista en México un verdadero Estado de derecho: “El pueblo quiere legalidad, no la simulación que en la aplicación de la ley ha persistido desde el Porfiriato”, expuso.
“Los mexicanos votaron también para que se ponga fin a las imposiciones y fraudes electorales. Quieren castigo por igual para políticos corruptos que para delincuentes comunes o de cuello blanco. En mi interpretación, la mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad”, expresó.
Representantes del Poder Legislativo y Judicial, así como organismos electorales autónomos estuvieron presentes en el momento en que López Obrador se convirtió en el presidente electo de México, tras dos intentos fallidos; la magistrada Janine Otálora Malassis, presidenta del (TEPJF) fue quien entregó la constancia y dijo que con ello contribuyen “a restablecer la quebrantada esperanza en la soberanía del pueblo”.
También estuvieron presentes Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); Lorenzo Córdova Vianello, presidente del Instituto Nacional Electoral (INE); Andrés Manuel y Gonzalo, sus hijos; Juan Ramón de la Fuente, que se convertiría en ese sexenio en el embajador de México en la ONU. Claudia Ruiz Massieu, presidentes del PRI; Manuel Grabados, del PRD; y Luis Castro, del NA; Ernesto Cordero, presidente del Senado y Edgar Romo, de la Cámara de Diputados. Beatriz Gutiérrez Müller estuvo ausente.
El TEPJF concluyó el 8 de agosto de aquel año que López Obrador ganó con 53.20% de los votos y por primera vez en la historia, sin que anulara una sola casilla. Tuvo 30millones 113 mil 483 votos, según concluyó ayer el Tribunal, al cerrar la calificación y cómputo final y definitivo de la elección presidencial.
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