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El 2 de junio de 2024 el pueblo de México ejerció uno de los derechos fundamentales establecido en el artículo 35 de nuestra Constitución: votar y ser votado, en este caso, votada. Fue una jornada participativa, democrática, pacífica, ordenada y libre. Esa noche, se dio a conocer el resultado preliminar de la elección; el domingo siguiente, el Instituto Nacional Electoral, saludo a su Presidenta, informó del resultado de los cómputos distritales. Después del análisis de las diversas impugnaciones, como lo determina la norma electoral en nuestro país, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, resolvió la validez de la elección por unanimidad a la Presidencia de la República.
Nuestro movimiento obtuvo 35 millones 924 mil 519 votos, lo que representa el 59.76% del total de la votación; 32 puntos por encima del segundo lugar. Un hecho inédito e histórico.
Reconozco a las magistradas y magistrados su respeto por la voluntad popular y su ejercicio democrático. Debemos sentirnos todas y todos orgullosas y orgullosos porque el pueblo de México mostró su conciencia cívica, su vocación democrática, su sentido republicano, pero también, el reconocimiento colectivo de su fuerza y de su historia expresada con claridad y contundencia el día de la jornada electoral.
Es la primera vez en 200 años de la República, que recibe el reconocimiento de presidenta electa una mujer, presidenta, con A. Como lo he dicho en otras ocasiones, no lo asumo solo como un triunfo individual o como el esfuerzo personal. El día de hoy, marcado ya en la historia de México, llegamos todas. Las mujeres heroínas de nuestra patria, las visibles, pero también las millones de mujeres invisibles de generaciones y generaciones, que han hecho posible que consigamos este reconocimiento.
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Llego nutrida y llena de la fuerza que proviene de nuestras ancestras, nuestras abuelas, nuestras madres, pero también con la de nuestras hijas y nuestras nietas. Hoy llegamos todas y con ello, me comprometo a luchar para seguir construyendo igualdad y libertad para todas las mujeres mexicanas, en especial para las más vulnerables y de cuidar, como lo hacemos las mujeres, responsablemente, el porvenir de nuestra patria.
La votación masiva expresada en las urnas este pasado 2 de junio, tiene varios significados que debemos escuchar y honrar. Y no solo me refiero a mi persona como presidenta electa y la responsabilidad que me corresponde, sino también a todas y todos los mexicanos, a quienes votaron por nosotros y a quienes no lo hicieron. La mayoría de la gente votó porque siga un gobierno honesto, de resultados, con amor a la patria y con amor al pueblo de México.
Dicho de otra forma, la mayoría de las y los ciudadanos no quiere que regresen los gobiernos al servicio de unos cuantos, o la prepotencia, o el influyentismo, no quiere que regresen ni la corrupción, ni los privilegios. Ese es el mandato del pueblo de México y nos corresponde seguir haciéndolo realidad.
Es decir, el mandato es claro: continuar y avanzar con la cuarta transformación de la vida pública, la que inició en 2018 el presidente Andrés Manuel López Obrador y como lo ofrecí y manifesté durante todo el proceso electoral, eso significa seguir construyendo un México libre, de bienestar, un México de derechos, en paz, fraterno, independiente, soberano, democrático y justo.
Un México libre. Concibo que la libertad con la que votaron y por la que votaron las y los mexicanos es la que significa un gobierno que no reprime y que respeta la libertad de expresión, de reunión, de prensa, de movilización. Ahora, contrario a quienes piensan que la libertad solo está en el mercado, pienso que la libertad por la que votaron la mayoría de las y los mexicanos es la que puede ejercerse a plenitud en un régimen democrático y basada en los derechos de las personas.
No hay libertad plena cuando no hay bienestar y derechos. Es decir, es falsa la libertad del que debe cruzar kilómetros para migrar por pobreza. También es falsa la libertad del poder de compra con un salario de hambre o la libertad de acabar con el planeta. Esa es una falsa libertad. La libertad puede ejercerse a plenitud en un régimen democrático y donde las y los mexicanos puedan vivir con bienestar, con derechos.
Un México de bienestar y derechos. La cuarta transformación por la que votaron mayoritariamente las y los mexicanos es la que concibe como derechos y no como privilegios la educación, el acceso a la salud, la alimentación saludable, la vivienda digna, el salario justo, la pensión suficiente, es decir, eligieron un estado de bienestar desde la cuna hasta la tumba. El pueblo decidió que continúe la economía moral y no regrese el sistema neoliberal.
Un México con paz. Me comprometí durante el proceso electoral a seguir construyendo la paz, atendiendo las causas y abatiendo la impunidad y el pueblo lo aprobó con su voto. Lo haremos con estrategia, no regresará la guerra contra el narco, seguiremos construyendo paz con justicia
Un México fraterno. Estoy convencida que si algo avaló con su voluntad la mayoría de las y los mexicanos es que no queremos que nadie sea discriminado, que nunca más se trate al pueblo de México con desprecio, con clasismo, con racismo o a las mujeres con machismo. Que nuestras raíces y nuestro destino están en la fraternidad, en el humanismo, en ser tratados siempre como iguales.
Un México soberano, libre, independente. Pienso que también quedó claro el 2 de junio como lo dice la Constitución desde los sentimientos de la Nación, que la soberanía reside esencial y originariamente en el pueblo y que por ello el mandato es no alejarse y que esa soberanía está siempre por encima de grupos o individuos por más poderosos que parezcan. Eso nos hace más libres, soberanos e independientes.
Un México democrático y justo. Concibo que el pueblo de México plasmó ejemplarmente el 2 de junio que la democracia reside en el poder del pueblo, para el pueblo y por el pueblo y que con su voto demanda también más democracia y más justicia. Debemos entender todas y todos los mexicanos que hay un mandato popular. Justicia en el sentido amplio de la palabra significa justicia social, justicia ambiental, justicia para las mujeres, justicia para todas las personas y también justicia igual para el pobre y para el rico, es decir, el pueblo de México también decidió mayoritariamente un verdadero sistema de justicia que sea igual para todas y todos los mexicanos.
Un sistema que también comprenda la separación entre el poder económico y el poder de la justicia. Un Estado de Derecho. Por ello, no debemos temer a la democracia. Decía Juárez: la democracia es el destino de la humanidad, la libertad, su brazo indestructible.
El 2 de junio el pueblo de México también plasmó su voluntad para la composición del Congreso de la Unión y es clara la norma electoral en la asignación de los legisladores de mayoría y de representación proporcional. Estoy convencida que las y los titulares del Poder Judicial en materia electoral conocen a profundidad este tema porque así han actuado en pasadas elecciones y sabrán respetar también la Constitución, las leyes y la voluntad del pueblo.
Como titular del Ejecutivo Federal, como primera mujer Presidenta de México, sepan que actuaré con honestidad, responsabilidad, respetando la independencia de los Poderes, gobernaré para todos y para todas las mexicanas y mexicanos, y tengan la certeza que nos sentimos y nos sentiremos todas y todos cada día más orgullosos de nuestro origen, y también de nuestro porvenir.
Nadie debe temer a nada, al contrario, el futuro es promisorio, somos un país y un pueblo extraordinario, único, maravilloso. Estaremos a la altura de las circunstancias y de nuestro hermoso y glorioso pueblo. Hago el compromiso de no defraudar, y de poner todo mi empeño, mi conocimiento, mi corazón, mi esfuerzo, mi voluntad y hasta la vida misma para servir a mi patria y a mi pueblo.
Que viva México