
Para Germán De la Rosa, atleta paralímpico y sobreviviente de cáncer infantil, los verdaderos límites no están en una discapacidad física, sino en una mente y un cuerpo que no se preparan para soñar en grande. Cada mañana, apoyado en un par de muletas, Germán se levanta decidido. Ya sea en el parque de la esquina o en el gimnasio, dedica tres horas a una rigurosa rutina que, tras 17 años de esfuerzo constante, lo ha llevado a completar más de 150 carreras, desde cinco kilómetros hasta maratones, pero cada zancada tiene un propósito mayor: inspirar y apoyar a niños con cáncer.
Con una sonrisa luminosa, Germán, también conferencista y entrenador, comparte cómo su resiliencia durante una adolescencia marcada por el cáncer lo llevó a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida, pero esa decisión, lejos de detenerlo, lo impulsó a encontrar una nueva versión de sí mismo en el deporte.
“Mi carrera deportiva comenzó a los 26 años, pero antes de eso, viví un proceso largo de quimioterapias que iniciaron cuando tenía 14. No sabes si vas a lograrlo, pero fue un reto que me transformó”, recuerda.
Lee también Del hígado graso a MASLD; la epidemia silenciosa que podemos prevenir
Durante su niñez, Germán enfrentó un osteosarcoma en la rodilla derecha y metástasis pulmonar. A los 26 años, tomó una decisión crucial: optar por la amputación de su pierna para salvar la vida. “Fue una decisión difícil, pero sabía que era el camino para estar bien. El deporte fue el punto de partida para una nueva vida”.
Ingeniero en audio de profesión, Germán describe su día a día como una constante búsqueda de motivos para seguir adelante. La ausencia de una extremidad inferior no lo ha limitado; al contrario, lo ha impulsado a aprovechar cada oportunidad que la vida le ofrece.
Además de entrenar su cuerpo con disciplinas como natación, barras y carrera, Germán cultiva su mente y alma compartiendo su historia. En conferencias, su experiencia como sobreviviente de cáncer se convierte en un faro de esperanza para personas con diagnósticos similares.
Lee también Verde propone en el Senado creación de Laboratorio Nacional de Medicamentos; busca combatir desabasto
“Quiero demostrar que después de un cáncer, que en mi infancia se consideraba una sentencia mortal, se pueden alcanzar sueños y metas tan grandes como correr un maratón”, señala.
Desde 2008, Germán es embajador de la Institución de Asistencia Privada Aquí Nadie Se Rinde. A través de carreras con causa, no sólo recauda fondos, sino que se ha convertido en un modelo de lucha y esperanza para cientos de niños con cáncer: “Lo hago porque recuerdo los sueños de ese chavito peloncito en pediatría que luchaba contra esta enfermedad. Quiero demostrarles que yo también estuve en una cama como ellos y que sí se puede”.
Mientras entrena en el parque, cargando su peso en una barra roja, sus ojos permanecen fijos en el horizonte. Germán se prepara para su próximo reto: el 29 de junio correrá su siguiente maratón en la XVII carrera Aquí Nadie Se Rinde, en el Estadio de Ciudad Universitaria.
“Ese Germán de 14 años estaría orgulloso de mí. Aunque en su momento perdí el rumbo, hoy, con 43 años, soy atleta, conferencista y entrenador, y prueba viviente de que los sueños sí se cumplen”, afirma.