La relación entre México y Estados Unidos en materia de seguridad y de lucha contra el narcotráfico ha estado marcada por la colaboración, pero también por escándalos.

Uno de los capítulos más recordados se remonta al sexenio del presidente Ernesto Zedillo, cuando en marzo de 1996 recibió en México al general Barry McCaffrey, director de la Oficina de Política para el Control de Drogas de la Casa Blanca.

De aquel encuentro surgió la creación del Grupo de Alto Nivel Antidrogas, un mecanismo que buscaba coordinar acciones conjuntas frente al narcotráfico y fortalecer la cooperación binacional en el combate a los cárteles.

El objetivo era claro: enfrentar en coordinación el creciente poder de las organizaciones criminales que ya operaban a ambos lados de la frontera, en particular en el tráfico de enervantes y lavado de dinero.

En esas reuniones destacó la presencia del general del Ejército Jesús Gutiérrez Rebollo, quien gozaba de prestigio en México y era director del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas. Su figura era vista como un puente confiable entre las autoridades militares mexicanas y Washington, que lo consideraba un aliado estratégico, un militar de alto grado como McCaffrey, quien cobró relevancia durante la guerra de 1990-1991 entre EU e Irak.

Sin embargo, en febrero de 1997 el panorama cambió radicalmente. Gutiérrez Rebollo fue detenido y condenado a 40 años de prisión por delincuencia organizada, al comprobarse sus vínculos con Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, líder del Cártel de Juárez.

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