Cuando el Tribunal Superior de Justicia de Tlaxcala revocó la injusta sentencia que condenaba a Keren a 50 años de cárcel, ella contó a gritos emocionados a compañeras en su misma situación del Penal Femenil de Tlaxcala: “¡Me voy libre! La justicia que tuve yo, un día la tendrán ustedes”.

Tras nueve años de estar encerrada injustamente por un delito que no cometió, la magistrada Mary Cruz Cortés Ornelas analizó con perspectiva de género su caso después de una apelación promovida por Keren, acompañada por el Centro Prodh, y, finalmente, logró recuperar su libertad.

“Mis más cercanas corrieron a abrazarme y echarme porras. Hasta las que no eran tan cercanas lo hicieron porque es muy bonito cuando alguien se va, es un motivo de esperanza. Dentro del penal hay muchas como yo, condenadas injustamente. No tienen quien luche por ellas y tenemos que lograr que haya justicia para todas como la que tuve yo”, dijo emocionada Keren Ordoñez a EL UNIVERSAL.

En 2015, Keren fue obligada, bajo tortura y amenazas de lastimar a su bebé recién nacida, a firmar una declaración fabricada en la que reconocía haber participado en un secuestro.

El 20 de noviembre de ese mismo año, el Juzgado Penal del Distrito Judicial de Sánchez Piedras, en Apizaco, Tlaxcala, dictó sentencia condenatoria contra ella y le impuso una pena de prisión de 50 años.

Para el 27 de septiembre de 2021, un Tribunal Colegiado le concedió un amparo al considerar que se habían violentado derechos procesales, así, ordenó reponer el procedimiento hasta la etapa de instrucción.

“Al saber que iba a ser libre fue un momento muy feliz. Yo no lo esperaba. La justicia se ensaña mucho más con las mujeres, entonces era una situación inexplicable y una gran sorpresa. Las libertades de las mujeres son menos cuando deberían ser más. Ojalá que pronto contemos con una mano que nos cobije y nos apoye.

“La mayoría de la población en el penal está ahí por culpa de defender su vida de un hombre, cubrir delitos que no cometió por torturas que les hacen, por proteger a sus hijos de violaciones, muchos casos injustos de personas inocentes. Lo importante de que mi caso se haya hecho visible es que habrá esperanza para las demás y se les juzgará con perspectiva de género”, dice con ilusión.

Dentro del penal, Keren vio salidas diarias de hombres que conseguían su libertad por fianzas, procesos cortos o apoyo e insistencia de abogados de oficio y particulares de quienes, acusa, suelen darle poca importancia a los casos de mujeres.

Por el contrario, cada seis meses o más, sabía de, apenas, un caso de una mujer en libertad.

“Los jueces, magistrados y personas involucradas en los procesos deben realmente revisar y dedicarse a juzgar con perspectiva de género, hacer justicia. Me di cuenta, varias veces, de sentencias de primera instancia que cuando pasan a segunda [instancia] sólo es para confirmar la condena sin estudiar a fondo el caso. A veces no pasa ni un mes y ya notifican confirmación de sentencia, pero en los procesos de los hombres es distinto”, acusa Keren.

Antes de la intervención del Centro Prodh, por seis años, Keren tuvo diversos defensores públicos que incumplieron su obligación de brindar una defensa técnica adecuada y omitieron recabar y ofrecer pruebas adecuadas para que pudiera obtener su libertad.

El 16 de abril la Sala Penal del TSJ de Tlaxcala analizó rigurosamente las tres pruebas que sustentaron la condena de Keren: la declaración de la víctima que nunca fue firmada o ratificada, una inspección ocular en el sitio de los hechos y la puesta a disposición elaborada por los elementos que la detuvieron arbitrariamente.

La magistrada Mary Cruz Cortés Ornelas evaluó el contenido de las pruebas y así la sala concluyó que carecían de valor probatorio suficiente para acreditar la responsabilidad penal de Keren.

Doña Ciria y don Anasio, padres de Keren, no podían creer que abrazarían otra vez a su hija, pues permanentemente fueron agredidos por las autoridades del penal y los abogados de oficio, hecho por el que creían que tampoco con la ayuda del Centro Prodh podrían ganarle al sistema judicial mexicano.

Ashley, su hija, quien fue separada de ella apenas a unas semanas de nacida, tampoco creía que al fin iba a tener a su mamá en su casa, pues estaba consciente de que, probablemente, pagaría la injusta condena de 50 años.

“Al salir lo primero que hice fue abrazar muy fuerte a mi hija, a mis padres. Les dije que los amaba mucho. Le dije a Ashley que yo estaba muy feliz de volver a estar con ella, que jamás nadie nos iba a volver a separar y que jamás iba a permitir que le hicieran algo malo”.

Aunque ya está libre, Keren afirma que la justicia en su caso llegará cuando todas las que se encuentren presas injustamente puedan tener una justa revisión de sus casos y, eventualmente, su libertad. Estudiará derecho para hacer activismo por ellas.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios