De 2018 a agosto de 2024, en México se han suicidado 111 policías, de acuerdo con el registro de Proyecto Azul Cobalto. Especialistas señalan que las malas condiciones laborales, el estigma de la sociedad y la deshumanización de los elementos policiales los llevan a quitarse la vida.
En 2018 se registraron 12 suicidios; en 2019, 18; en 2020, 30; en 2021, 24; en 2022, 12; en 2023, 10 y en lo que va de este años se han registrado cinco, y del total, 18 oficiales eran mujeres. Además, de acuerdo con los datos proporcionados, en al menos 47 casos el agente se suicidó mientras estaba en servicio.
Los estados que más casos presentan son: Chihuahua, con 18; Veracruz, con 11; Ciudad de México, 10; Estado de México, ocho, y Puebla, con siete. Mientras que los municipios con más suicidios documentados son: Chihuahua (Chihuahua), con seis; Morelia (Michoacán), con cinco; Ciudad Juárez (Chihuahua), Guadalajara (Jalisco) y Tijuana (Baja California), con tres cada uno.
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A pesar de que el registro abarca desde 2012, sólo se habían documentado dos suicidios, uno en 2013 y otro en 2017. Azul Cobalto también ha clasificado los suicidios por institución: de los 113, 41 eran policías municipales; dos de la Policía Federal; 10 de la Guardia Nacional; 37 estatales, tres penitenciarios y 20 ministeriales.
Dicho proyecto también contabiliza los homicidios, accidentes y muertes naturales, muchas de ellas provocadas por problemas cardiacos o pulmonares derivados del estrés y condiciones físicas con las que los policías viven sus jornadas laborales.
“Hasta el momento registramos 3 mil 874 muertes policiales, de las cuales, 3 mil 236 son homicidios. 436 accidentes; 44 secuestrados durante el servicio y 42 muertes naturales. Cabe destacar que hay policías que mueren de un paro cardíaco durante una persecución y eso nos ilustra su estado de salud, y 113 suicidios desde 2012”, explica a EL UNIVERSAL Daniel Gómez-Tagle, investigador analista de Azul Cobalto.
El especialista indica que los policías siempre lidian con la violencia; sin embargo, ellos mismos son víctimas de violencia jurídica, social y económica. “El riesgo de que maten a un policía en México es mucho más elevado que en cualquier otro lugar del mundo”, observa.
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En términos de policías, agrega, en México se utiliza el inglés jurídico estadounidense, lo que ha desarrollado un modelo en el que los policías mexicanos pierden su rol de ciudadanos, sus derechos humanos, civiles, sociales y políticos.
Para Gómez-Tagle esto es muy preocupante, pues la sociedad no está consciente de que los policías son víctimas todos los días.
“Se les exige que hagan frente a grupos de crimen organizado que tienen mayores factores de impunidad, es decir, cuando son detenidos no hay procesos en su contra o evaden la justicia y matan a los policías en sus domicilios con sus familias. Hay casos de policías que han sido asesinados y ni siquiera tenían armas para estar patrullando en las calles. Tienen que hacer frente a convoyes de grupos armados que tienen hasta 300 o 500 cartuchos cada uno”, advierte.
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Este tipo de situaciones hacen que ser policía sea una labor muy estresante y demandante, por lo que el suicidio es muy común, dice el experto. Agrega que de 2019 a 2020 el incremento fue de 66%, y entre 2012 y 2018 los registros de suicidios en medios de comunicación fueron prácticamente nulos.
Gómez-Tagle hace énfasis en que hay 10 registros de militares de la Guardia Nacional que se han suicidado, por lo que esta problemática no es exclusiva de los municipios o estados. “Las fuerzas federales y las Fuerzas Armadas también padecen el estrés que conlleva ser parte de la fuerza pública en un país donde los criminales se mueven a sus anchas”, declara el especialista.
Salud mental, el área descuidada en la fuerza pública
En 2019, un elemento del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz (IPAX) mató a su hijo en un kínder y luego se suicidó.
En 2021, Tania de la Rosa, una agente de la Policía Municipal Preventiva de Hermosillo (Sonora) se suicidó con su arma de cargo tras un pase de lista. Cinco días antes, su pareja sentimental, Conrado Alberto Soto, elemento de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC), se quitó la vida tras una discusión con la agente.
En noviembre de 2022, un exagente de la policía estatal de Sonora mató a su esposa y luego se suicidó. En Nogales, un policía municipal intentó matar a su expareja y a sus tres hijos; intentó quitarse la vida pero sus compañeros lo detuvieron, los hechos ocurrieron en marzo pasado.
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Al exponer estos casos, Gómez-Tagle describe como preocupante la salud mental de las personas que lidian con la violencia del país. Por esta razón, Azul Cobalto pone atención al registro de muertes naturales, ya que muestra que los policías trabajan en condiciones físicas y mentales agotadoras que terminan en suicidios o en muerte por paro cardiaco durante una persecución en servicio, por ejemplo.
“Lo primero que hay que hacer es reconocer que la seguridad pública está en manos de ciudadanos, porque en ese momento el marco legal de la seguridad pública es que una persona que se pone el uniforme prácticamente renuncia a todos sus derechos y se convierte en un peón sacrificable por la seguridad nacional”, lamenta.
Ernesto López Portillo, coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, dice a EL UNIVERSAL que una de las características principales de la debilidad crónica de la policía en México es la casi total ausencia de servicios de atención sicológica adecuados.
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“No más de 10 instituciones policiales tienen un programa de atención sicológica, esto representa un descuido de gravedad extrema en la relación entre el Estado y la policía. No es fortuito porque nuestras instituciones policiales carecen de herramientas básicas para funcionar adecuadamente”, expone.
Al señalar como una contradicción que instituciones policiales funcionen adecuadamente sin atención sicológica, dice que la función policial implica tareas que van desde vivir bajo estrés continuo, hasta experiencias límite traumáticas, que deben ser procesadas con apoyo profesional.
Desde 2018, el proyecto busca una segunda validación del trabajo que hace la organización Causa en Común y una opinión independiente para dimensionar la crisis policial en México, indica el especialista.
Agrega que con una metodología orientada al diseño de una tasa de riesgo debido a que en el país no es parte del diagnóstico policial, y no se estudia la probabilidad de que un policía sea asesinado por su trabajo, se pone especial enfásis en el riesgo de accidentes o suicidios.