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El documental “PRI: Crónica del fin”, lanzado en Vix el pasado lunes 22 de septiembre, retrata las peripecias del Revolucionario Institucional, partido que durante al menos siete décadas mantuvo un control absoluto del Ejecutivo, el Congreso de la Unión, las gubernaturas y las elecciones.
La serie, escrita y dirigida por la periodista Denise Maerker, recorre las vicisitudes partidistas que eclosionaron la debacle priista: desde las malas decisiones financieras de un José López Portillo confiado en el auge del crudo hasta un retorno tricolor fallido encabezado por Enrique Peña Nieto, previo a la llegada de Morena y el boom del obradorismo en la vida pública de México.
El episodio dos, titulado “La fractura 1986 - 1988”, se enfoca en el nacimiento de la Corriente Democrática del PRI en 1986, liderada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y otros priistas cansados del “dedazo presidencial”.
Pese a que su propuesta fue recibida de manera presuntamente cordial en el oficialismo, la iniciativa desencadenó que dichos políticos fueran acusados de ser “caballos de Troya” del partido enfrente de Miguel de la Madrid y toda la cúpula tricolor. EL UNIVERSAL presenta, en palabras del propio Cárdenas, cómo fue este capítulo que dio paso al quiebre del priismo.

El nacimiento de la Corriente Democrática del PRI que buscaba transparencia en la designación de candidatos
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo dialogaron en 1986, tras la celebración de la XII Asamblea Nacional del PRI, sobre la creación de un grupo de priistas encargado de fomentar una democratización en los procesos internos del partido, sobre todo en la designación de sus candidatos.
En aquel entonces, Cárdenas era todavía gobernador de Michoacán, y Muñoz Ledo había dejado recientemente su labor como embajador de México en las Naciones Unidas. Convencidos de que el país no viraba en el rumbo correcto, convocaron a más personalidades políticas a una reunión, que ocurrió en casa de Ifigenia Martínez.
Se habló, de acuerdo con el propio Cárdenas, de la posibilidad de estimular al PRI para modificar políticas financieras, priorizar el contenido social y, en particular, inducir al partido a proceder de manera democrática en candidaturas, sin que todo fuera una decisión inamovible del Ejecutivo.
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“En esa ocasión, el licenciado (Rodolfo) González Guevara dijo que debíamos lanzar a un precandidato a la Presidencia de la República, al que llamó de sacrificio, y que debería ser yo”, revira Cárdenas Solórzano en el libro “Conversaciones con Luis Suárez”.
Sin embargo, él no se consideraba el perfil idóneo para desempeñar esa responsabilidad. Decía que no tenía las credenciales del propio González Guevara, que en aquellos años ya había sido presidente del PRI en el Distrito Federal, secretario general del partido a nivel federal, coordinador en la Cámara de Diputados, entre otros cargos.
Pese a que no se llegó a ninguna resolución, se convocó a una segunda reunión. En ese encuentro, diplomáticos y políticos externaron su acuerdo con los planteamientos, pero se deslindaron del agrupamiento formal “en tanto ocuparan sus cargos”.
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Tiempo después, el diario Unomásuno publicó una noticia que confirmaba la conformación de la Corriente Democrática o Democratizadora dentro del Partido Revolucionario Institucional. Esto, debido a una conversación que sostuvo Muñoz Ledo con una fuente que el medio no revelaba.
“Yo entregaría el gobierno de Michoacán el 15 de septiembre. Entonces hablé largo de las finalidades que estábamos persiguiendo como grupo; en síntesis, reorientar las políticas económicas, muy preocupados como estábamos por el deterioro social, por el alto endeudamiento al que se había llevado al país, y también la necesidad de que el partido abriera la posibilidad de elecciones internas, de métodos democráticos. Fue así como surgió la Corriente Democrática, que causó un flamazo en los medios, en los periódicos, y así nos empezaron a llamar”, explicó en ese libro Cuauhtémoc sobre el bautismo foráneo de su agrupamiento.
No obstante, participantes como Gonzalo Martínez Corbalá, Silvia Hernández y Carlos Tello comenzaron a retirarse del proyecto de democratización del PRI. Según Cárdenas, “hubo quien solo estuvo dispuesto a empujar hasta un límite determinado, no a romper con el régimen político y a tener una confrontación con el presidente de la República” Miguel de la Madrid Hurtado.
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Cárdenas y Muñoz Ledo, “los caballos de Troya” en la XIII Asamblea Nacional del PRI
Cuando se celebró la XIII Asamblea Nacional del PRI en el Auditorio Nacional, en 1987, Cárdenas y Muñoz Ledo fueron "prácticamente expulsados" con un lenguaje soez del entonces dirigente partidista, Jorge de la Vega Domínguez, quien buscaba desmoralizar la corriente democrática naciente, consideró Luis Suárez.
Cárdenas recordaba que en aquel evento presentó, junto a Muñoz Ledo, un documento en nombre de la Corriente, que planteaba las necesidades sociales y el cambio en los procedimientos de toma de decisiones del priismo.
"Se me echaron encima Augusto Gómez Villanueva, Beatriz Paredes, que era gobernadora de Tlaxcala, Miguel Ángel Barberena, que lo era de Aguascalientes, y alguien más", detalla.
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En aquella asamblea, por primera y única vez, asistieron los expresidentes de la República, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, así como el titular del Ejecutivo en turno, Miguel de la Madrid.
En su discurso, De la Vega arremetió contra "los caballos de Troya" dentro del PRI, en relación a Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas y la propia Ifigenia Martínez.
“Desde esta gran asamblea decimos a todos los que de aquí en adelante no quieran respetar la voluntad de la inmensa mayoría de los priistas: que renuncien a nuestro partido y busquen su afiliación en otras organizaciones políticas. En el PRI no tendrán cabida ni la quinta columna ni los caballos de Troya”, lanzó De la Vega.
Sin embargo, "no se atrevió a mencionar nombres", rememora el fundador del PRD, pero no fue necesario, porque "todo mundo entendió a quiénes dirigía sus ataques".
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"Los priistas han expresado sus tesis y sus demandas. El Comité Ejecutivo Nacional las hace suyas y les afirma categóricamente que se compromete a llevarlas adelante. Luchemos al lado de Miguel de la Madrid. Luchemos para mantener a la Revolución en el gobierno", fue parte del discurso de cierre emitido por De la Vega.
Tras finalizar la asamblea, Muñoz Ledo y Cárdenas se sentían "realmente desconcertados" porque la actitud del dirigente nacional priista, hasta entonces, había sido de apertura a las propuestas que tenían.
"Por cierto, ese día llegué cerca de las cinco de la tarde a la oficina; sonó el teléfono y era Jorge de la Vega, para decirme que agradecía que hubiese yo estado en la asamblea. Nunca entendí el porqué de esa llamada", admitía.
Suponía Cárdenas que quizás esa comunicación representaba "dejar las cosas como estaban": ellos "golpeados" y, según el presidente priista, dispuestos a soportar cualquier ataque si no dimitían a sus ideales.

El nacimiento del PRD, tras la elección de 1988 y la derrota del Frente Democrático Nacional
“El PRD nace de una convocatoria lanzada después de la elección del 6 de julio de 1988. A mediados de septiembre, en una enorme concentración en el Zócalo, anuncié que llamaríamos a formar un partido político como vía para contar con una organización que pudiera impulsar los cambios por los que se había luchado en la campaña de 1988”, son palabras de Cuauhtémoc Cárdenas, posterior a los comicios donde perdió contra Carlos Salinas de Gortari.
Dicha convocatoria fue concurrida por el PMS y organizaciones sociales y políticas que habían respaldado su candidatura en el Frente Democrático Nacional.
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En cambio, los partidos con registro como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y el Partido Popular Socialista “decidieron seguir sus caminos propios”.
Dentro del Partido de la Revolución Democrática, afirmaba Cárdenas, confluían “grupos muy diversos, de trayectorias muy distintas, nuevos agrupamientos que no necesariamente tenían que ver con las organizaciones de origen”.
Una norma establecida en el partido subrayaba la posibilidad de la existencia de distintas corrientes dentro del PRD, con el propósito de expresar ideas y posicionamientos contrarios entre sí sobre temas relevantes.
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“En el caso de las corrientes internas del partido, si volteamos hacia atrás, vemos que más que corrientes de opinión, se produjo una desviación en función de intereses personalistas y de grupo, sectaria y burocratizante”, consideró.
“En el PRD participo porque tengo derecho a hacerlo, en la política nacional participo en ejercicio de mis derechos constitucionales y lo seguiré haciendo, en uno y en otros casos, porque esa es mi decisión”, clamaba Cuauhtémoc Cárdenas, sin vaticinar que abandonaría el partido “de manera irrevocable” el 26 de noviembre de 2014 por desacuerdos en la conducción y decisiones del Comité Ejecutivo.

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