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Brasilia, Brasil- En el corazón de Brasilia está la Casa de Chá (casa de té), donde la gente abarrota este lugar que por mucho tiempo estuvo abandonado y ahora sirve a los tres poderes de Brasil: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Entre cafés, selfies, sodas, vinos, libros, cervezas, conversaciones, canapés, postres, legisladores de distintos partidos políticos, empresarios, periodistas, “famosos”, turistas y funcionarios de los tres poderes, Érick Araújo trabaja en este lugar de piso de mármol blanco, que ofrece una de los mejores atardeceres, porque por su peculiar construcción semienterrada en la Plaza de los Tres Poderes, el sol es apreciado de una manera singular.
Es también un lugar de reflexión, entre edificios que concentran a los hombres y mujeres con más poder en la capital brasileña.
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La arquitectura, gastronomía, capacitación y educación convergen en un solo espacio. Es un oasis entre el estrés de la toma de decisiones, un lugar de calma en medio del caos político y social.
“A ese lugar lo sostienen los jóvenes y ayuda a la economía local”, dice Víctor Correa, director del Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial (Senac) del Distrito Federal, institución que capacita a estudiantes como Érick, que después sirven con sus prácticas en la Casa de Chá.
Es a la par una “escuela de café” y los estudiantes del Senac están bajo la supervisión de los chefs, comenta.
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Quienes la administran confían en la experiencia culinaria y excelente atención de los y las jóvenes que la “rescataron”.
Aunque dicen que nadie ha visto al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, algunos asistentes bromean con que seguramente el mandatario brasileño manda pedir algo de la casa de té, para desayunar, comer o cenar.
Si bien fue uno de los lugares más concurridos entre los años 70 y 80 en la recién diseñada Brasilia por el arquitecto Oscar Niemeyer, el espacio que ocupa la Casa de Chá fue pensado para encuentro y descanso. Después vino el olvido.
En 1994 se intentó rescatar para atender a turistas, pero tampoco funcionó.
Tras el fracaso del restaurante chino Rang-on, desde 2024 se rescataron sus instalaciones y a la fecha no para de ofrecer lo que algunos consideran las mejores bebidas de toda Brasilia. Se revivió parte del sueño del urbanista Lucio Costa, quien con Oscar Niemeyer concibió Brasilia.
Correa explicó a periodistas, convocados por E-MUNDI, que la Casa de Chá tiene convenios con empresas locales como Vinícola Brasilia, lo que favorece al comercio local. El aroma a uva y roble también está.
Érick, de 30 años de edad, ingresó al Senac como estudiante becado para cursar módulos de panadería, asistente de cocina y barista. Apenas en agosto se incorporó como trabajador en la Casa de Chá y sueña en ser instructor para inspirar a otros a creer en “el poder de la capacitación”.
“La historia de Érick demuestra que la dedicación, el esfuerzo y la oportunidad pueden cambiar el destino”, asegura el Senac, que explicó a periodistas convocados por .
Por lo pronto, el aroma del café y del pan de queso seguirá concentrándose en la Casa de Chá, en medio del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
kicp/apr