En México, el inexorable avance hacia la urbanización ha reconfigurado el paisaje. La estadística es contundente: aproximadamente el 80% de los mexicanos ahora residen en entornos urbanos, un cambio que ha generado una demanda sin precedentes de recursos naturales y ha conducido a una alarmante degradación ambiental. Xochimilco, en la Ciudad de México, es un ejemplo palpable de este fenómeno.
Históricamente, este ecosistema lacustre ha sido un emblema de sostenibilidad gracias a su sistema de chinampas. Este método ancestral de agricultura no solo ha proporcionado alimentos y agua, sino también ha sido hogar de especies únicas como el emblemático axolote, una salamandra idolatrada por los antiguos mexicanos que ha fascinado a naturalistas, escritores y más recientemente al mundo de las redes sociales. Sin embargo, la expansión urbana ha transformado drásticamente su entorno. La modificación de flujos hídricos y la contaminación han empujado a los chinamperos a abandonar sus prácticas, dejando paso a actividades menos sustentables como el uso de los terrenos para salones de fiesta o canchas de futbol.
No obstante, los esfuerzos por preservar el espacio han sido muchos. Hace una década, la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal emitió una recomendación para proteger este humedal y su cultura. Desafortunadamente las administraciones sucesivas han mostrado una preocupante indiferencia y la construcción de un puente sobre el área protegida por la actual administración solo ha exacerbado la situación.
Ante este escenario, el Laboratorio de Restauración Ecológica de la UNAM que tengo el privilegio de dirigir ha tomado divesas iniciativas. La más reciente es el proyecto "Chinampa-Refugio", que busca ofrecer un hábitat seguro para los axolotes y, al mismo tiempo, mejorar la calidad del agua para la agricultura.
La "Etiqueta Chinampera", en colaboración con la Universidad del Claustro de Sor Juana, es otra iniciativa notable cuyo objetivo es promover la adquisición de productos sostenibles de Xochimilco, facilitando así una participación más activa de los consumidores en la conservación del ecosistema, pues todos los recursos obtenidos son utilizados en su beneficio.
Esta semana hemos lanzado el programa de adopción de un axolote o un refugio. Dicha adopción, la cuál es virtual, es una herramienta innovadora de participación y apoyo financiero cuyo objetivo es abrir las puertas a los ciudadanos a la participación y a establecer un vínculo más personal con el ecosistema, al tiempo que ejercen una filantropia activa apoyando financieramente la conservación del ecosistema, el trabajo de los chinamperos y, por supuesto, la supervivencia de los axolotes.
La preservación de Xochimilco no es solo una cuestión de cuidar la naturaleza; es una lucha por mantener viva una parte integral de nuestra herencia cultural y natural. Requiere un compromiso constante, tanto en el ámbito político como en el personal, para garantizar que este símbolo de diversidad biológica y cultural perdure. ¿Te gustaría contribuir a este esfuerzo? Puedes visitar la página https://www.restauracionecologica.org/
*Investigador del Instituto de Biología de la UNAM