“Yo quiero ser Papa”, dijo este el presidente estadounidense, Donald Trump, en medio de los preparativos en El Vaticano para la sucesión papal, tras la muerte de Francisco. Acto seguido, expresó su respaldo al cardenal de Nueva York.

En declaraciones desde la Casa Blanca, aseguró: "Me gustaría ser papa. Esa sería mi opción número uno".

A la pregunta de si tiene favoritos para el cónclave afirmó: "No sé, no tengo preferencia, pero tenemos un cardenal que resulta ser de un lugar llamado Nueva York, que es muy bueno. Veremos que pasa”. Aludió así al cardenal Timothy Dolan, un prelado mediático y conservador considerado simpatizante del mandatario.

Hasta ahora, “el gallo” de Trump para convertirse en Papa era Raymond Leo Burke, el cardenal de Wisconsin que se convirtió en acérrimo enemigo de Francisco y que emprendió una campaña en su contra, con el respaldo de Steve Bannon.

Dolan, a pesar de ser un conservador, ha expresado abiertamente su defensa de los migrantes, en momentos en que Trump lleva a cabo una guerra para expulsar a los indocumentados del país.

El apoyo de Trump a Dolan o a Burke no es una buena noticia para los cardenales, en vista de que, de por sí, se considera muy difícil que sea nombrado un Papa de Estados Unidos. La razón: la Iglesia considera que sería darle demasiado poder a ese país.

Además de Dolan y Burke, otros cardenales estadounidenses electores son Francis Prevort, Sean O’Malley, Robert McElroy, Joseph Tobin y Blase Cupich.

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