Bruselas.— La por parte de y la prolongada confrontación armada que ha tenido lugar desde aquel 24 de febrero de 2022, es un firme recordatorio del alto precio que tiene hacer la guerra y defender la paz.

Las consecuencias económicas de la agresión militar emprendida por el presidente ruso Vladimir Putin han sido profundas para el país invadido y sus cicatrices serán duraderas.

Después de que el PIB retrocediera drásticamente 29% en 2022, la economía ucraniana se ha ido recuperando lentamente. En 2023 el PIB creció 5.3% y en 2024 en el rango de entre 3.5% y 3.7%. Para este año las previsiones son de 2.7%.

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La inflación se estima para el año en curso en 9.5%, el desempleo se mantendrá a niveles elevados, entre 17% y 18%, y la economía informal creada en el contexto de la guerra seguirá ofreciendo cierto nivel de confort para millones de familias, según un análisis elaborado por Daniil Monin, experto independiente colaborador del Kennan Institute.

La confrontación armada ha alterado las prioridades gubernamentales: entre 2022 y 2023 dominó el gasto social y en defensa. Este 2025 sigue en primer lugar el rubro de la defensa y la inversión en la economía ha pasado a segundo plano.

Una parte importante de los recursos públicos acaban en una partida que no tiene fondo, el mantenimiento de infraestructura estratégica golpeada constantemente por misiles rusos; la asistencia social y las pensiones siguen sufriendo recortes; la asignatura pasará de 14.4% del PIB a 12.6%.

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En síntesis, cada día de guerra le cuesta a Ucrania 120 millones de euros, estimó el año pasado el ministro de Finanzas, Serhiy Marchenko, a lo que hay que añadir el costo humano y la enorme destrucción causada por la artillería rusa.

La Agencia de la ONU encargada de coordinar la respuesta humanitaria reporta que más de 12.7 millones de personas, incluyendo 2.1 millones de niños, necesitan con urgencia asistencia por los daños a infraestructura crítica. Las naciones que han estado del lado del derecho internacional y la defensa de la soberanía de Ucrania también han pagado un alto precio. Los aliados han donado desde el arranque de las hostilidades unos 267 mil millones de euros, 49% como asistencia militar, 44% como apoyo económico y 7% como ayuda humanitaria. De acuerdo con una investigación realizada por el responsable del proyecto sobre Ucrania del Kiel Institute, Christoph Trebesch, al paso de los años el perfil del donante ha ido cambiando, así como el uso de los dineros.

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El recurso ya no es para financiar la transferencia de armamento procedente de los arsenales existentes en los países socios, sino para la fabricación de nuevo equipo en las casas armamentistas occidentales y eventualmente apoyar la cooperación con las empresas de defensas ucranianas. En tanto que Europa, en su conjunto, superó a EU en asistencia. En tres años Europa destinó 70 mil millones de euros en apoyo financiero y humanitario, y 62 mil millones de euros más en el rubro militar, comparado con los 50 mil millones y 64 mil millones, respectivamente, aportados por Estados Unidos durante el mismo periodo.

“Con el regreso del presidente [Donald] Trump al poder, es probable que la ayuda militar estadounidense vuelva a estancarse. Como resultado, se pedirá a los gobiernos europeos que intensifiquen sus esfuerzos para llenar el gran vacío dejado por Estados Unidos”, afirma Trebesch. Entre los aliados europeos, el peso del conflicto armado ha sido dispar. El mayor apoyo ha venido de los países escandinavos y del este de Europa.

En términos de PIB, entre 2022 y 2024, Estonia y Dinamarca encabezan la lista, destinando 2.5% de su PIB a cifras de 2021; seguido por Lituania y Letonia, en torno a 2%. Detrás aparece Finlandia, Suecia y Polonia. Los porcentajes incluyen tanto la ayuda bilateral como la canalizada a través de los distintos mecanismos de la UE.

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Si el referente son números absolutos, Alemania es el que más dinero ha puesto a disposición, 17 mil millones de euros, le sigue el Reino Unido con 15 mil millones y Dinamarca con 8 mil millones.

Los que menos han desembolsado son Italia, España, Portugal, Grecia y Hungría, en términos de PIB. EU ha destinado en ayuda bilateral a Ucrania lo equivalente a 0.53% de su PIB de 2021.

Expertos del Instituto Holandés de Relaciones Internacionales Clingendael, entre ellos Bon Deen, señalan en un reporte que la libertad no es gratis y todo análisis sobre coste-beneficio de la ayuda a Ucrania debe verse más allá de la simple aritmética que expresa beneficios o pérdidas en euros.

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“Al fin y al cabo, también implica riesgos de seguridad y costes y beneficios geopolíticos y morales que no siempre pueden expresarse en cifras unidimensionales.

“Por lo tanto, es esencial utilizar una comprensión más amplia de los costes y beneficios, razonada a partir de los intereses holandeses de seguridad nacional y el impacto del apoyo internacional en los resultados del conflicto”.

La cuenta para el país agresor igualmente ha sido elevada. De acuerdo con el excomandante de las Fuerzas Terrestres de Países Bajos, Mart de Kruif, el precio que los rusos han tenido que pagar por la ganancia territorial ha sido enorme, en términos humanos y financieros. Tan sólo en noviembre de 2024 unos 45 mil soldados rusos murieron, resultaron heridos o desaparecieron.

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Ciertamente la economía rusa ha superado las expectativas. Las predicciones de una contracción de dos dígitos nunca se materializaron. Por el contrario, el PIB creció 3.6% en 2023 y 4% en 2024.

Igual de favorables han sido los indicadores respecto a los ingresos familiares y de desempleo.

“Sin embargo, esta imagen de resiliencia es engañosa. En los últimos dos años la economía rusa ha funcionado como un maratonista bajo el efecto de esteroides fiscales, y ahora esos esteroides están perdiendo efecto. El crecimiento se está desacelerando, los sectores clave se están enfriando y los argumentos que sustentan las afirmaciones de Putin sobre su invulnerabilidad económica se están desmoronando”, señala Alexandra Prokopenko, analista del Carnegie Russia Eurasia Center en Berlín.

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Un análisis similar hacen los expertos del Tony Blair Institute for Global Change sobre el precio de la paz en Ucrania y Europa. Desde el inicio de la invasión, Moscú ha tenido que gastar más de 30% de su presupuesto anual en la guerra, casi 135 mil millones de dólares.

“Una inflación de 10%, unas tasas de interés de 20% y una escasez de mano de obra que se ha duplicado en los últimos dos años sugieren que la economía es frágil e ineficiente”, indica el reporte con fecha del 13 de febrero. “También cabe señalar que la espiral inflacionaria reducirá la ventaja de paridad de poder adquisitivo de Rusia. Los ataques ucranianos a la infraestructura rusa de exportación de petróleo añaden presión adicional”.

Rusia ha sido blanco de sanciones internacionales, y si bien su impacto en la economía es objeto de estudio y debate, la realidad es que la mitad de las reservas de divisas del país están congeladas debido a las medidas de castigo. Más de 200 mil millones de euros del Banco Central ruso están congelados en la UE, así como otros 21 mil millones de euros en activos de personas y organizaciones rusas.

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Desde la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014, el Parlamento Europeo ha reclamado usar los activos rusos congelados por la UE para pagar la reconstrucción de Ucrania. A esta factura se añade el coste por pagos a los soldados rusos heridos y a las familias de los muertos. Tomando de referencia los datos del gobierno de Francia y el Reino Unido hasta mayo de 2024, de alrededor de 400 mil heridos, de los cuales habría muerto más de 100 mil, Thomas Lattanzio, de la Johns Hopkins School of Advanced International Studies de Washington, estima que Moscú ha tenido que desembolsar en este rubro 24 mil millones de euros.

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