Trump, ¿victoria efímera?

Donald Trump cantó “victoria”, con el anuncio de un cese el fuego entre Israel e Irán. El presidente estadounidense no podía estar más contento.

A pesar de todas las llamadas de cautela, de todas las críticas, el sábado bombardeó las instalaciones nucleares de Irán; dos días después, Teherán respondía con un ataque “para salir del paso”, que ni alcanzó —afortunadamente— sus objetivos ni causó daño o víctima algunos.

“Es la hora de la paz”, dijo Trump. Pero el mundo no puede estar más lejos de ese objetivo. Y él, en efecto, ganó, pero no es una victoria para la comunidad internacional, o que apacigüe los temores nucleares, o que afiance la democracia. Por el contrario.

El régimen iraní es indefendible. Su programa nuclear es todo, menos pacífico. Por eso, el canciller alemán Friedrich Merz reconoció que “Israel está haciendo el trabajo sucio” en Irán que todos consideraban necesario, pero nadie quería hacer.

De ahí a que Trump sea un “héroe”, o que, como dicen sus fanáticos, merezca el Nobel de la Paz, hay un mundo de diferencia.

Trump no atacó las instalaciones nucleares iraníes en defensa de la humanidad, o siquiera de los israelíes. Simplemente no estaba dispuesto a que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se llevara la gloria por frenar el programa nuclear de los ayatolás, vio la oportunidad perfecta de lucirse y eso es lo que hizo.

Al hacerlo, se llevó entre las patas el derecho internacional. En aras de la “seguridad nacional”, se saltó al Congreso —cierto, la ley es suficientemente ambigua para permitírselo—, a los aliados y se fue por su cuenta.

Curioso que la crítica más fuerte haya provenido del presidente ruso, Vladimir Putin, el mismo hombre que justificó su invasión en Ucrania por “seguridad nacional”. Putin calificó la operación estadounidense en Irán de “decisión irresponsable” que… “viola flagrantemente el derecho internacional”. Los países aliados optaron por obviar todo lo que Trump debió hacer y justificar con que era necesario “hacer algo” para detener a Irán.

Pero a la operación Martillo de Medianoche no la siguieron de cerca sólo países supuestamente democráticos, sin también gobiernos autoritarios que tienen el pretexto para actuar libremente. La “seguridad nacional”, lo que sea que signifique, parece justificar cualquier ataque, invasión, encarcelamiento de la oposición…

Trump vendió como “triunfo total” una ofensiva en Irán cuyos resultados son, por lo menos, dudosos. ¿Qué tan grande es el daño que provocó en Fordow, Natanz o Isfahán? Nadie lo sabe. El gobierno de Estados Unidos ni siquiera sabe dónde quedó el uranio enriquecido iraní. Teherán sabía que atacar con fuerza a Estados Unidos era un suicidio para el régimen. Mucho mejor “hacer las paces” y seguir trabajando con lo que haya quedado, que desaparecer. Pero decir que Trump “eliminó” el programa nuclear iraní y que gracias a él el mundo está en paz, es una mentira... y una muy peligrosa. Trump 1-el mundo 0.

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