
Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó ayer por la tarde el muro en la frontera de Estados Unidos y quiso dejar claro que sus amenazas arancelarias a México volverán a la mesa tan pronto deje de presentar resultados positivos de control de los migrantes que quieren llegar a la Unión Americana.
“Si México deja de ayudarnos, estarían inmediatamente sobre la mesa”, advirtió el mandatario desde Otay Mesa, California, al otro lado de Tijuana.
El mandatario mostró su convencimiento de que el trabajo de México para el control de la inmigración, que ha provocado un descenso de los migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza de 56% en los últimos cuatro meses, se debe a sus amenazas y mano dura. “Están haciendo esto porque no quieren ser gravados”, aseguró, orgulloso especialmente de que México haya desplegado miles de tropas de la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur del país.
Hace una semana, una delegación mexicana encabezada por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, estuvo en la Casa Blanca para presentar las cifras de descenso de migrantes hacia Estados Unidos, prueba de que la nación estaba haciendo su trabajo en esa materia y, por tanto, las amenazas de aranceles debían quedarse guardadas en un cajón.
Sin embargo, Trump parece que las tiene siempre a mano. “Si pusiera sólo 5% de aranceles a México por seis meses, eso pagaría el muro, pero no quiero hacerlo porque estoy muy contento con lo que está haciendo México”, manifestó. “No queremos hacerlo ahora porque han sido fantásticos”, añadió.
Al preguntarle dónde quedó su promesa de que México pagaría por el muro, el presidente desvió el foco en su favor: “Están pagando por 27 mil soldados. Estamos encantados. Nunca impidieron que la gente fluyera en nuestro país y ahora están haciendo lo opuesto, es increíble”, dijo.
El republicano estuvo de visita en la misma zona en la que hace más de un año analizó los prototipos de muro que se debían utilizar. Ninguno fue el seleccionado. En las últimas semanas se han erigido casi 40 kilómetros de una doble valla con bolardos de acero.
“Este no es un muro que puedan derribar”, aseguró el mandatario, quien no dejó de alabar una construcción que tampoco se puede escalar, según dijo fue probado por 20 escaladores profesionales, y está hecho de un material que se calienta a tal temperatura que, de tocarse, quien quisiera cruzar se quemaría. “Puedes freír un huevo aquí”, dijo. Antes de irse del lugar, Trump estampó su firma en el muro.
Ayer mismo, el Departamento del Interior informó que transferirá 226 hectáreas de tierras federales al ejército de EU para acelerar la construcción de 113 kilómetros de muro fronterizo en el oeste de Texas, California y Arizona.
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