Miami.— El 21 de enero pasado, apenas en su segundo día en el cargo tras asumir la presidencia de Estados Unidos por segunda vez, Donald Trump firmó una orden ejecutiva ordenando la retirada oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, en recientes declaraciones a Reuters en febrero, Trump reconsideró la posibilidad de anular dicha orden ejecutiva para permanecer dentro de la OMS; pero bajo determinadas circunstancias.
Principalmente, Trump exige una serie de reformas estructurales en la OMS, argumentando que la organización necesita mejorar su eficiencia y transparencia. Dentro de estas reformas, exige que un estadounidense asuma el cargo de director general de la OMS cuando el mandato de Tedros Adhanom Ghebreyesus concluya en 2027. Esta demanda refleja su deseo de influir directamente en la gestión de la organización para garantizar que sus observaciones sean atendidas y que la OMS funcione de manera más alineada con los intereses de Estados Unidos.
De no cumplirse estas demandas, la salida de Estados Unidos de este organismo está programada para hacerse efectiva el 22 de enero de 2026, siendo esta decisión un hito en la política exterior de la administración Trump. “Donde Trump tiene puesto el dedo es en lo referente a China y en parte tiene razón, Estados Unidos aporta a la OMS alrededor del 15 por ciento de su presupuesto anual y China apenas el 3 por ciento”, comenta a EL UNIVERSAL el médico Enrique Martínez.
Motivaciones de la retirada
En enero, Trump justificó su decisión asegurando que la OMS había fallado en su papel como autoridad en salud pública global y citó específicamente su desempeño durante la pandemia de Covid-19 como una de las razones principales. En su discurso desde la Casa Blanca, afirmó que la organización “fracasó en su deber de advertir al mundo de manera rápida y efectiva” sobre la amenaza del virus, acusándola de haber actuado de manera tardía y con información inexacta. “No podemos seguir financiando una organización que ha demostrado ser incompetente en su labor de proteger la salud global”, declaró Trump.
Desde la primera administración, Trump argumentó que la OMS había actuado con excesiva deferencia hacia China, aceptando sin cuestionamientos la versión oficial de Beijing sobre los primeros casos de Covid-19 en Wuhan. En enero de 2025, su discurso no cambió. "La OMS se ha convertido en una marioneta de China. Beijing no rinde cuentas y sigue manipulando a esta organización sin enfrentar consecuencias”, ha dicho públicamente Trump.
Esta visión fue compartida por varios sectores conservadores en Estados Unidos, quienes consideraban que la OMS operaba con falta de independencia y transparencia. En el Congreso, senadores republicanos como Josh Hawley y Tom Cotton respaldaron la decisión de Trump, argumentando que la OMS debía reformarse completamente antes de que Estados Unidos volviera a participar en sus actividades.
Como ejemplo de los alegatos de Trump, presentaron el bienio 2022-2023, donde Estados Unidos contribuyó con aproximadamente mil 284 millones de dólares al presupuesto de la OMS, representando el 15% del financiamiento total de la organización. "Pagamos más de 500 millones de dólares al año y China paga 39 millones de dólares al año a pesar de tener una población mucho mayor. Piensen en eso. China paga 39 millones de dólares por mil 400 millones de habitantes, nosotros pagamos 500 millones de dólares -por 330 millones de habitantes-, nadie sabe lo que está sucediendo, ¿alguien lo sabe?", preguntó Trump.
La administración trumpista insistió en que estos fondos debían redirigirse a iniciativas nacionales y a reforzar las agencias de salud estadounidenses como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). “Cada dólar que enviamos a la OMS es un dólar que podríamos invertir en nuestras propias comunidades y en nuestra gente”, señaló la ex secretaria de Salud en la primera administración Trump, Monica Crowley.
Además de sus críticas al financiamiento y la gestión de crisis, Trump también se refirió a la estructura administrativa de la OMS como una organización “pesada y obsoleta”, afirmando que necesitaba reformas urgentes para mejorar su eficiencia y capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias. En su declaración oficial, expresó que la OMS “no ha logrado evolucionar con el tiempo y se ha convertido en una institución dominada por la burocracia en lugar de la acción efectiva”.
Consecuencias de la retirada de EU de la OMS
El actual director general de la OMS expresó su preocupación ante esta medida, advirtiendo que “sin la participación de Estados Unidos, la capacidad de la organización para responder a emergencias sanitarias y apoyar a países en desarrollo se verá gravemente afectada”.
Programas de vacunación, la lucha contra la tuberculosis, la malaria y el VIH; así como iniciativas de salud materno-infantil y el monitoreo de enfermedades emergentes, quedarán en riesgo de reducción o cancelación. Países en desarrollo, que dependen en gran medida de la asistencia técnica y financiera de la OMS, se verán particularmente vulnerables ante este recorte.
“La salida de Estados Unidos de la OMS representa un debilitamiento en la cooperación internacional en salud pública. La OMS ha sido una plataforma clave para la coordinación mundial ante brotes epidémicos, crisis sanitarias y el establecimiento de normas de salud pública”, explica el doctor Martínez; “sin la presencia de Estados Unidos, se van a generar vacíos en la toma de decisiones y en la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias mundiales”.
Por otro lado, con la retirada de la OMS, Estados Unidos pierde un asiento clave en las discusiones y políticas de salud global. Al no formar parte del organismo, la capacidad de Washington para influir en la asignación de recursos, establecer regulaciones sanitarias y participar en estrategias de control de enfermedades queda muy disminuida.
Varios países y organismos internacionales han expresado su rechazo a la decisión de Trump. La Unión Europea, el Reino Unido y Canadá lamentaron la salida de Estados Unidos e instaron a la administración estadounidense a que no salga del grupo. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó la decisión como “una amenaza a la seguridad sanitaria global”, mientras que el secretario general de la ONU, António Guterres, enfatizó la necesidad de una “cooperación internacional más fuerte en tiempos de crisis sanitaria”.
Retiro de EU de otros organismos internacionales
Además de la OMS, la administración Trump tomó medidas drásticas en relación con otras organizaciones multilaterales, todas alineadas con su política de reducir la presencia e influencia de Estados Unidos en organismos internacionales.
El 4 de febrero, Trump firmó una orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Justificó su decisión argumentando que dicho organismo tenía un “sesgo sistemático contra Israel” y permitía la participación de países “con históricos lamentables en derechos humanos”, como Irán, China y Cuba. “No seguiremos siendo parte de un Consejo que no defiende los verdaderos valores de la libertad y la democracia”, declaró Trump. Su decisión recibió elogios del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu; pero críticas por parte de la Unión Europea y organizaciones de derechos humanos que consideraron la salida como un “retroceso en la defensa de los derechos humanos a nivel mundial”.
Luego, el 5 de febrero, la administración Trump, por consejo de Elon Musk, ordenó la reducción drástica del personal de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), eliminando casi 10 mil empleos y dejando sólo 300 trabajadores en funciones esenciales. La decisión, motivada por la intención de reducir el gasto en ayuda exterior, generó preocupación en el Congreso, donde legisladores demócratas y algunos republicanos argumentaron que afectaría la capacidad de Estados Unidos para responder a crisis humanitarias y consolidar su influencia en el extranjero. El senador Chris Murphy denunció que la medida “mina décadas de diplomacia y deja un vacío que será llenado por rivales estratégicos como China y Rusia”.
Otra de las decisiones más polémicas de Trump en sus primeros días de gobierno fue la suspensión total de la financiación a la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), anunciada el 21 de enero. Trump justificó la medida citando presuntos vínculos de la UNRWA con Hamas y acusaciones de falta de neutralidad. Esta acción fue recibida con indignación por parte de la Autoridad Palestina y varios países europeos, quienes advirtieron que la suspensión de fondos agravaría la crisis humanitaria en Gaza y Cisjordania. António Guterres, secretario general de la ONU, expresó su preocupación: “Los refugiados palestinos no deben pagar el precio de disputas políticas”.
En materia ambiental, Trump cumplió con su promesa de campaña de abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático. El 20 de enero, firmó la orden ejecutiva para retirar a Estados Unidos del pacto climático, alegando que era “perjudicial para la economía estadounidense” y beneficiaba a países como China e India, que “siguen contaminando sin restricciones”. Ante esto, la comunidad internacional tuvo una reacción fuerte. El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró: “Estados Unidos está dándole la espalda al planeta en un momento crítico”. Mientras tanto, estados como California y Nueva York anunciaron que seguirían cumpliendo con los objetivos del acuerdo de manera independiente.
Finalmente, también el 20 de enero, Trump ordenó la retirada de Estados Unidos del Pacto de la OCDE para gravar a las grandes multinacionales. Justificó la salida afirmando que el acuerdo imponía cargas excesivas a las empresas estadounidenses y favorecía a economías europeas. Esta medida fue recibida con críticas por parte de los gobiernos de la Unión Europea, que la interpretaron como un intento de proteger a corporaciones estadounidenses de regulaciones fiscales más estrictas.