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San José. – Los alias de “La Bestia”, “El Monje”, “El Cura”, “Tribilín” o “El Loco” fueron insuficientes para poder describir al colombiano Luis Alfredo Garavito Cubillos que proclamó ante la justicia de Colombia que hizo un “pacto con el diablo”. Más que apodo, el título ideal que se le confirió fue otro: el mayor asesino serial de niños de todos los tiempos en Colombia y uno de los principales en la historia de la humanidad.
Para muchos simplemente fue… “El Monstruo de los Andes”.
Diagnosticado en 2020 de leucemia linfática crónica y de un tumor en el ojo izquierdo, Garavito, 66 años, murió este jueves en la Nueva Clínica Santo Tomás, en la ciudad de Valledupar, del nororiental departamento (estado) colombiano de Cesar.
El deceso, que se registró este jueves en la mañana, fue confirmado por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario de Colombia (INPEC).
Garavito descontó su condenado en la cárcel de máxima y mediana seguridad de La Tramacua, en Valledupar o Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar.
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Sangre y muerte
En una de sus declaraciones ante las autoridades judiciales, Garavito exhibió su verdadera personalidad: “Practiqué ritos satánicos con los menores que asesiné, lo hice a mi manera, pero no quiero explicar cómo lo hice; yo hice pacto con el diablo”.
Aunque se le encarceló con una de las más fuertes sentencias en la historia de Colombia, Garavito supo que, por haber sido procesado por el anterior aparato jurídico penal colombiano, la condena máxima que recibió llegó a 40 años de cárcel, en vez de cadena perpetua. Por eso, estuvo con la opción de obtener la libertad en 2023, al cumplir tres quintas partes y por buen comportamiento, colaborar con la justicia, sentencia anticipada, confesión, estudio y trabajo.
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La posibilidad de que obtuviera su libertad fue rechazada por distintas instancias políticas y sociales de Colombia.
No obstante, y por revelar los detalles sobre la ubicación de los restos de algunas de sus víctimas, fue favorecido en 2006 con una rebaja de la condena a 24 años, que habría cumplido en 2025 con posibilidad de libertad condicional en 2022, a solicitud del INPEC.
En medio de insistentes versiones sobre la eventual liberación de Garavito, la controversia llevó en 2022 al Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad del Circuito de Valledupar a desechar el pedido del INPEC y a ratificar que debería permanecer preso hasta 2039.
Condenado en noviembre de 2001 a mil 853 años y nueve días de cárcel por el asesinato de al menos 192 niños en Colombia, el hombre que alegó que en su infancia sufrió de la violencia de su padre, Manuel Antonio Garavito, y de abuso sexual, atacó en al menos 11 de los 32 departamentos de Colombia. Hay indicios de que actuó en otros dos.
Los registros policiales y judiciales evidenciaron que también operó en Ecuador, en una carrera criminal que inició en octubre de 1992, con 35 años, y concluyó al ser capturado en abril de 1999, con 42.
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Los indicios apuntaron a que también habría atacado en Venezuela. Un pedido oficial de Ecuador para extraditar a Garavito fue negado por Colombia con el argumento de que sería ilegal procesar dos veces a una persona por los mismos delitos.
Al momento de su arresto, que se logró en una región rural de Villavicencio, en el centro—oriental departamento de Meta, Garavito salió de un potrero en el que intentó abusar sexualmente y asesinar a un menor al que raptó pero que logró identificarle como su agresor tras ser auxiliado por un indigente.
En un inicio alegó llamarse Bonifacio Morera Lizcano, aunque las autoridades probaron luego su verdadera identidad y su historial de asesino en serie. El arresto se consiguió porque un indigente colombiano advirtió a las autoridades de Colombia sobre la movilización de Garavito en esa zona.
Con el antiguo ardid de obsequiar caramelos y otras golosinas como señuelo, Garavito logró atrapar y engañar a los niños para llevarlos a terrenos baldíos y otros sitios para abusarlos y asesinarlos.
En 2009 intentó suicidarse en la celda en Valledupar al golpearse contra las rejas. Aislado de los demás reclusos, llegó a tener permiso de seis horas diarias para utilizar un teléfono.
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El temible múltiple homicida confeso de 192 asesinatos de menores y de violación de más de 200 en varias partes del país, con secuestro y torturas y cuyas víctimas tenían edades que oscilaron entre los 6 y los 16 años, fue el mayor de siete hermanos e hijo de la colombiana Rosa Delia Cubillos.
Nacido el 25 de enero de 1957 en la población de Génova, en el centro—occidental departamento de Quindío, vivió gran parte en la localidad de Tuluá, del vecino departamento de Valle del Cauca, donde estudió apenas hasta quinto grado de primaria para convertirse luego en uno más de miles de vendedores ambulantes que proliferan en Colombia.
Un estudio de la Universidad Pontificia Bolivariana, de la ciudad de Medellín, en el noroccidental departamento de Antioquia, penetró en las características del sadismo de Garavito y determinó que, como asesino en serie, fue incapaz de tener relaciones sexuales normales en su juventud, de los 17 a los 24 años.
“A los 12 años el mundo de Garavito se volvió aún más sombrío porque un vecino, el mejor amigo de su papá, comenzó a golpearlo, torturarlo y violarlo. Este abuso marcó su vida porque a los 15 años, después de frustrantes y desesperados intentos por tener relaciones sexuales con mujeres, comenzó a sentir atracción por otros hombres”, agregó.
En 1972 abusó de un menor y en 1992 se hundió en su violencia desenfrenada que le confinó a prisión desde 1999.
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