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No tienen voz ni voto en la elección del Papa, pero cerca de 900 superioras de las órdenes católicas femeninas del mundo se reunieron el lunes en Roma para trazar el camino a seguir, a pocos kilómetros de donde se reunirán los cardenales en un cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco.
La hermana Mary Barron, presidenta del grupo paraguas de líderes de órdenes religiosas femeninas, instó a las superioras y a las más de 650 mil monjas de todo el mundo a rezar para que los cardenales tomen la decisión correcta y reflexionen sobre cómo llevar adelante la visión de Francisco.
“Debemos estar vigilantes y hacer nuestra parte para mantener viva la llama de la renovación de la Iglesia”, dijo a la asamblea de hermanas, algunas vestidas con ropa normal y otras con hábitos tradicionales.
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La Unión Internacional de Superioras Generales celebra esta semana su asamblea plenaria, casualmente al mismo tiempo que el cónclave, que comienza el miércoles.
La Iglesia católica reserva el sacerdocio a los hombres, por lo que solo ellos elegirán al líder de los mil 400 millones de católicos del mundo. De los 133 cardenales que se espera que voten en el cónclave, 108 fueron designados por Francisco.
Entre los presentes en la asamblea se encontraba la hermana Nathalie Becquart, nombrada por el papa Francisco primera mujer subsecretaria de la oficina del Sínodo de los Obispos del Vaticano en 2021.
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Muchos vieron su nombramiento, así como el de la hermana Raffaella Petrini como presidenta del Estado de la Ciudad del Vaticano, como una señal de que la jerarquía católica, rígidamente masculina, podría finalmente permitir a las mujeres asumir responsabilidades de toma de decisiones de alto nivel.
Delphine Kalisha, de las Hermanas de la Misericordia de Zambia, dijo que espera que el nuevo Papa siga promoviendo a las hermanas en puestos de liderazgo.
“Eso nos ha dado esperanza para las mujeres en la Iglesia”, dijo Kalisha.
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Becquart dijo a The Associated Press que las hermanas quieren «ser mejor escuchadas, como las demás, ser valoradas».
“Puede que seas un cardenal o una hermana joven, todos juntos estamos llamados a ser protagonistas para llevar adelante la misión de la Iglesia”, afirmó.
Las órdenes presentes en la asamblea están implicadas en ministerios públicos como la educación y la sanidad. Superiores generales de Argentina a Zambia dijeron que es un papel esencial en la primera línea de la labor social de la Iglesia, que Francisco enfatizó.
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Barron exhortó a sus compañeras hermanas, que se reunieron por última vez en una asamblea general en 2022, a seguir abrazando la visión de Francisco de una iglesia que escucha a todos “atreviéndose a soñar un futuro que refleje el amor sin límites de Dios”.
Citando a las poetas Emily Dickinson y Maya Angelou, llamó a las religiosas a atender las necesidades de los más marginados del mundo.
“Puede que nuestro camino no sea claro ni convencional, pero está iluminado por el lenguaje de la esperanza”, afirmó Barron.
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Entre los temas tratados en la primera sesión de trabajo figuraron las guerras, la migración y la trata de seres humanos, el cambio climático y la desigualdad económica.
Varios dijeron que esperan que el próximo Papa continúe el legado de Francisco de acercarse a los marginados, ya sea en el Vaticano o en las empobrecidas zonas fronterizas.
La hermana Graciela Trivilino de Argentina que, como responsable de las Hermanas Franciscanas de Bonlanden en Argentina ha trabajado con personas con adicción durante muchos años, dijo que el objetivo es “llevar el Evangelio a los hechos concretos de la vida cotidiana”.
En Sicilia, la hermana Maria Agnese Ciarrocco hace pastoral de calle con las Hermanas de los Pobres de Don Morinello.
“Todos estamos en un clima de desafío”, dijo. “Sigamos esperando que la vida religiosa pueda seguir siendo algo que atraiga a la gente precisamente por nuestra forma de trabajar, por nuestra presencia”.
Varias hermanas afirmaron que el descenso de las vocaciones incluso en África, un continente donde el catolicismo es fuerte, es una gran preocupación para el futuro.
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“Incluso nuestra sola presencia es un testimonio que la gente necesita”, dijo la hermana Theodosia Baki, de las Hermanas Terciarias de San Francisco en Camerún. Su orden se centra en la educación de las niñas, así como en la atención sanitaria y a los refugiados en cinco países africanos.
Barron afirmó que, a pesar de los numerosos retos, incluidos los problemas para conseguir visados para el trabajo misionero, las contribuciones de las hermanas son cada vez más necesarias.
“Creo que ahora mismo en la Iglesia y en el mundo hay muchas oportunidades para que la vida consagrada marque la diferencia”, dijo.
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