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El anuncio de Donald Trump, ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, de que impondrá aranceles del 25% a México y Canadá, por considerar que no hacen suficiente para controlar el flujo de migrantes y de drogas, llevó a analistas a recordar aquella frase de Porfirio Díaz: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos".
Del lado canadiense, el panorama tampoco es fácil. Algunos evocaron la frase que el difunto primer ministro Pierre Trudeau, padre del actual premier Justin Trudeau, dijera al entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon: "Vivir a tu lado es, en cierto modo, como dormir con un elefante. Por muy amistosa y ecuánime que sea la bestia, si puedo llamarla así, uno se ve afectado por cada sacudida y gruñido".
En un artículo, analistas señalaron al diario The Guardian lo complicado que es lidiar con un personaje como Trump, cuya estrategia, advierten, pasa por "dividir y conquistar".
"Donald Trump no puede describirse por lo general como un ‘negociador de buena fe’. Le encanta dividir y conquistar", citó el medio estadounidense a Colin Robertson, un exdiplomático canadiense. "Trump está decidido a dejar su sello. La vez pasada estaba desorganizado. Esta vez, ciertamente ha empezado a demostrar un alto grado de organización".
Una frase de Robertson, que aplica para ambos países, es que la relación de Estados Unidos con ellos está inclinada a su favor. "La realidad es que los necesitamos. Ellos son grandes, nosotros somos pequeños".
Roland Paris, director de la Escuela de Graduados de Asuntos Públicos e Internacionales, en la Universidad de Ottawa, señaló que las exigencias de Trump "son perversas, pero desafortunadamente predecibles".
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Subrayó que una mínima parte del fentanilo entra a Estados Unidos desde Canadá, y lo mismo sucede con la de migrantes. Sin embargo, añadió, "este es el modus operandi" de Trump. No está perdiendo tiempo, de inmediato está desequilibrando a sus principales socios comerciales, antes incluso de asumir el cargo.
La relación con México se anticipa tensa. El miércoles, la presidenta Claudia Sheinbaum habló por teléfono con Trump, en la que, narró, explicó lo que su gobierno ha hecho para evitar la llegada de migrantes a la frotera sur. Trump dijo después que la Mandataria mexicana se comprometió a "cerrar" en los hechos la frontera sur de Estados Unidos, algo que ella rechazó.
Aun así, The Guardian citó a Alejandro Celorio Alcántara, diplomático mexicano que supervisó la migración cuando Trump llegó al poder, y quien consideró que pese a todos sus desplantes, quizá sea más fácil de manejar que con aliados más tradicionales.
"La administración de Joe Biden es un poco más diplomática, pero esto en realidad puede hacer que la discusión sea más complicada, porque no sabes cuáles son los términos de la negociación", dijo. "Quizá sea solo mi estilo de negociación. Es más sencillo cuando es más abierto. Ponen las cartas sobre la mesa: ‘Esto es lo que queremos’. Entonces puedes responder".
Para Alcántara, hay un rayo de esperanza. Por ejemplo, mencionó al "zar fronterizo" Tom Homan, quien recientemente se comprometió a llevar a cabo una "deportación masiva". Señaló que aunque Homan es conocido por sus posturas controvertidas, "si le llevas los hechos y se los explicas, lo entiende. Tiene un cierto discurso en los medios que es muy agresivo, pero cuando te sientas con él, puedes hablar".
En todo caso, tanto para México y Canadá, coinciden los expertos, habrá que encontrar la manera de encarrilar la relación con Estados Unidos al que están inexorablemente unidos.
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"Al final, tenemos que apostar por una Norteamérica fuerte", dijo Alcántara. Hacer, dijo que Norteamérica vuelva a ser grande. Como región, no solo como Estados Unidos. El problema: Trump parece no verlo así.