El regreso a la Casa Blanca del presidente estadounidense, Donald Trump, ha estado marcado por amenazas arancelarias y presiones hacia México. ¿Hacia dónde puede volver sus ojos el país en este escenario, con qué países puede acercarse?
Para algunos expertos, no hay más alternativa que mantenerse con Estados Unidos y capotear la era Trump; otros señalan que es hora de cerrar el acuerdo con la Unión Europea. En América Latina, Brasil es esencial para una estrategia regional, considerando que, juntos, ambos países representan más del 50% del territorio, la población, la economía y las exportaciones de la región. En cuanto a China, los expertos sugieren no distanciarse, pese a las presiones de Trump en ese sentido.
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Ante las amenazas y aranceles de Donald Trump, ¿hacia dónde puede volver México sus ojos?
Dr. Antonio Ortiz-Mena. Presidente y DIrector General, AOM Advisors. Profesor, Universidad de Georgetown. Presidente, Comité TMEC, Consejo Mexicano de Comercio Exterior (COMCE)
México enfrenta decisiones estratégicas ante el desorden económico global, marcado por el nacionalismo económico y los aranceles unilaterales. Frente a las amenazas y aranceles de Trump, México debe implementar una estrategia integral que combine diversas opciones para fortalecer su economía, atraer inversión y generar empleo. De manera muy esquemática:
Relación con Estados Unidos (EU) México es el principal socio comercial de EU, lo que presenta tanto riesgos como oportunidades. La interdependencia es clara: la industria automotriz estadounidense depende de la producción conjunta con México y Canadá, y trasladar operaciones a EU sería inviable financieramente a corto plazo. Además, México es el mayor destino de las exportaciones agropecuarias de EU, un sector vulnerable a represalias comerciales de terceros países. La cooperación en temas como migración y tráfico de fentanilo refuerza la importancia estratégica de México para EU. Aprovechar esta relación permitirá atraer inversión y renovar el TMEC, consolidando a México como un puente hacia el mercado estadounidense.
China
México debe mantener su relación con China, pero con extrema cautela para evitar tensiones con EU. Una cooperación más estrecha con EU podría incluir medidas conjuntas contra las prácticas comerciales desleales de China, como imponer aranceles comunes en acero y aluminio, y reforzar acciones para evitar triangulaciones comerciales.
Relación con la Unión Europea (UE)
Las tensiones comerciales entre EU y la UE hacen de México un destino atractivo para la inversión europea. Es prioritario promover la entrada en vigor del nuevo acuerdo comercial con la UE, lo que diversificaría los mercados de origen y destino.
El TIPAT y Asia-Pacífico
El TIPAT ofrece oportunidades aún no explotadas completamente. Canadá y Japón son socios clave; Japón, en particular, es una fuente importante de inversión en manufactura. Fuera del TIPAT, México debe profundizar su relación económica con Corea del Sur, un actor relevante en la manufactura dentro de nuestro país.
América Latina: Enfoque en Brasil
Brasil es esencial para una estrategia regional. Juntos, Brasil y México representan más del 50% del territorio, la población, la economía y las exportaciones de América Latina. Brasil puede aportar inversión tecnológica avanzada en sectores como la industria aeroespacial y ayudar a diversificar las importaciones agrícolas mexicanas, reduciendo la dependencia de EU.
Con visión estratégica e inteligencia, México puede convertir este desorden económico global en una oportunidad única para consolidarse como un actor clave en la economía internacional.
*Las opiniones son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente de alguna de las instituciones con las que está afiliado.
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México, con EU, pero también con China
Sergio Ley. Diplomático, Embajador de México en China 2001-2007
México no es inmune a la creciente rivalidad y a las hostilidades que han marcado la relación entre China y los Estados Unidos en los últimos años. Hablamos, nada menos, de nuestros dos principales socios comerciales enfrentados en una guerra tecnológica, con implicaciones comerciales y geoestratégicas fundamentales para la seguridad global. Una disputa en ascenso que entre sus múltiples consecuencias ha vuelto aún más compleja la manera en que construimos nuestros vínculos con China, y que nos pone ante el enorme desafío de armonizar con extremo cuidado nuestra relación con ambas naciones, ambas de vital importancia para nuestro presente y nuestro futuro.
Por un lado, no sería aconsejable distanciarnos de China, como lo sugieren quienes proponen una integración sin restricciones con nuestro socio vecino del norte, porque esa nación será, sin lugar a dudas, la economía y el mercado más grande del mundo en un plazo de una o dos décadas,
Por el otro, bajo ninguna circunstancia puede México poner en riesgo la relación bilateral con Estados Unidos, determinada por una agenda mucho más amplia que los temas económicos y comerciales, toda vez que en todos sus componentes -de la migración y las remesas al combate al narcotráfico, y un largo etcétera- conforma un tema de seguridad nacional hemisférica de la mayor relevancia.
Frente a esta aparente disyuntiva, se nos presenta como país la oportunidad de buscar una suerte de tercera vía, a partir de la búsqueda de una relación estratégica integral que, sin dejar de conocer el enorme significado histórico de nuestros vínculos con Estados Unidos, apueste por igual al futuro que representan las tecnologías de avanzada, de las que China ha demostrado ejercer un liderazgo mundial que se irá consolidando con los años.
Sirva para imaginar esta tercera vía un estudio reciente presentado por el Instituto Australiano de Políticas Estratégicas (ASPI, por sus siglas en inglés), en el que se analizaron dos décadas de participación de las naciones en el desarrollo de tecnologías críticas, que comprenden, entre otros a la inteligencia artificial, la biotecnología, la computación, la robótica, las ciencias del espacio y la investigación en materiales avanzados.
De acuerdo con el estudio, en el lustro 2019-2023, China aparece como líder mundial en 57 de los 64 rubros de tecnologías críticas analizados, mientras que EUA encabezó 7 de ellos. En contraste, apenas tres lustros atrás, en el periodo 2003-2007, Estados Unidos tenía el liderazgo en 60 de las 64 tecnologías críticas, y China dominaba sólo en 3 de ellas.
En el mundo de las publicaciones internacionales científicas, China lidera las que se especializan en el campo de las ciencias biológicas, agrícolas y biotecnología; de la misma manera que encabeza a nivel mundial el registro internacional de patentes; mientras que seis de las diez más importantes universidades del mundo en investigación y desarrollo científico son chinas, y la Universidad Tsinghua es considerada como la número uno a nivel mundial en materia de ciencia y tecnología, como lo cita la revista The Economist.
Como un país que mira al futuro y se prepara para enfrentarlo, no podemos dejar de imaginar a China como un socio relevante para México. Cualquier estrategia de política exterior que quiera considerarse realista, coherente, objetiva y de largo plazo, debería de contener un plan de acción que permita la construcción de un socio confiable del otro lado del Océano Pacífico, donde se piensa, se diseña y se construye el futuro del planeta. Prudencia y pragmatismo, dos ingredientes necesarios a la hora de construir nuestra relación con ambas potencias; mantenerlas a ambas en activo; y evitar pronunciamientos excluyentes de cualquier índole, que impliquen una toma de partido definitiva por uno u otro actor, serían aspectos clave de nuestra política exterior, en un tiempo particularmente desafiante.
Ante Trump, voltear a México
Scarlett Limón Crump. Analista internacional
Las amenazas arancelarias de Donald Trump no son nuevas, pero sí reiterativas: como candidato y como presidente, México sigue expuesto a la voluntad de un líder impredecible que ha usado el comercio como herramienta de presión política.
Hoy más que nunca, México debe diversificar su economía y voltear hacia sí mismo. Más del 80% de nuestras exportaciones tienen como destino Estados Unidos, una dependencia que nos vuelve vulnerables. Bajo presión, nuestro país ha cedido en temas sensibles: frenar productos chinos, reforzar operativos antidrogas sin acuerdos previos y rediseñar su política comercial a medida del norte. Esto no es soberanía económica; es fragilidad estructural.
Además, los números hablan por sí solos: de acuerdo con el INEGI, en 2023 el consumo privado interno representó el 68% del PIB, lo que demuestra que el verdadero motor de la economía mexicana está en casa. Apostar por el mercado interno no solo es viable, sino estratégico. Fortalecerlo implica reducir riesgos externos, generar empleo local y construir una economía menos dependiente de vaivenes políticos internacionales.
Impulsar la producción y el consumo nacionales no es una consigna nostálgica, sino una estrategia de resiliencia. Incentivar lo hecho en México significa fortalecer a las pequeñas y medianas empresas, fomentar cadenas de valor internas y garantizar empleos dignos. El Plan México, presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum, ofrece un camino: más empleos especializados, formación técnica, bienestar, salud, sostenibilidad y apoyo al talento local. Si se implementa con seriedad, podría ser el eje de una nueva etapa de desarrollo.
Frente a la incertidumbre del exterior, México necesita una economía más equilibrada, con raíces fuertes. Apostar por lo nuestro no es cerrarse al mundo: es abrir una vía soberana de crecimiento.
Diversificación comercial de México: la oportunidad de AL
Hiromi Amador, Internacionalista
Ante las constantes amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la imposición de un arancel del 25% a las importaciones, se ha hecho evidente la necesidad de que México diversifique sus exportaciones hacia otros países de América Latina. Actualmente, el 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos, lo que genera una gran dependencia económica y política.
La presión de Trump ha llevado a México a ceder en varias demandas, como la restricción de productos chinos y la implementación de un plan económico para reducir la dependencia de Asia, además de incautar drogas con destino a Estados Unidos y entregar a 25 líderes del narcotráfico sin acuerdos de extradición. Es claro que esta situación podría seguir generando tensiones y que Estados Unidos continúe ejerciendo presión sobre México, lo que hace necesario que el país busque equilibrar su comercio exterior con otros actores latinoamericanos.
Latinoamérica ofrece oportunidades para una mayor integración económica, lo que beneficia a toda la región. México puede fortalecer sus vínculos comerciales con otros países latinoamericanos, formando un bloque regional más sólido y reduciendo su dependencia de mercados lejanos o de un solo país.
Para ello, cuenta con acuerdos clave como la Alianza del Pacífico, integrada por México, Chile, Colombia y Perú. Esta iniciativa de integración profunda busca la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, convirtiéndose en una plataforma esencial para fortalecer el comercio intrarregional y diversificar mercados.
Otro acuerdo relevante es el de Complementación Económica con Argentina, que facilita un comercio más fluido y con menores barreras arancelarias. Además, Brasil, el principal socio comercial de México en la región, representa una oportunidad clave para ampliar los intercambios comerciales, con exportaciones que alcanzaron los 4,525 millones de dólares hasta noviembre de 2024. México ya mantiene relaciones comerciales sólidas con este país, lo que podría fortalecer aún más la cooperación económica en la región.
Es evidente que México tiene muchas oportunidades para expandir y diversificar sus principales aliados comerciales, lo que ayudaría a disminuir su dependencia económica de Estados Unidos, especialmente ante las políticas de la administración de Donald Trump, que se prevé continúen. Es fundamental descentralizar las exportaciones de México, reduciendo su dependencia de un solo mercado, y establecer nuevos mecanismos y formas de negociación con Trump sobre problemáticas comunes de ambos países.
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Más allá de los aranceles, retos estratégicos de largo plazo
Ricardo Smith. Internacionalista
Ante las recurrentes amenazas del presidente Trump de imponer aranceles a productos mexicanos, el gobierno de México ha optado por una estrategia orientada a evitar una guerra comercial, sin renunciar a la posibilidad de responder con medidas recíprocas. La administración Sheinbaum se ha mostrado dispuesta a negociar en temas sensibles como la cooperación en seguridad y migración. Los altos niveles de aprobación de la presidenta representan un respaldo clave en las recientes negociaciones con Washington.
Actualmente, cerca del 80% de las exportaciones mexicanas se destinan a Estados Unidos y alrededor del 25% del PIB nacional depende de esta relación comercial. La política exterior impulsada por Trump —que utiliza los aranceles como herramienta de presión diplomática— ha reavivado el debate sobre la necesidad de reducir la dependencia del mercado estadounidense. En este contexto, el recientemente anunciado Plan México plantea, entre otras medidas, una estrategia de sustitución de importaciones y el fortalecimiento del mercado interno. Aunque estas acciones podrían contribuir a una mayor autonomía económica en el largo plazo, el camino será complejo. Ampliar el acceso a financiamiento para Pymes y combatir la inseguridad son pasos fundamentales para lograr un crecimiento más dinámico y diversificar las relaciones comerciales del país.
Por si fuera poco, la fuerte dependencia energética de Estados Unidos constituye una vulnerabilidad estratégica. Más del 70% del gas natural consumido en México proviene de ese país. Pensando a futuro, es indispensable invertir en una matriz energética más diversificada, así como en infraestructura para el almacenamiento, transporte y distribución de energía, tanto para aumentar nuestra autonomía como para fomentar la competitividad.
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La oportunidad para la relación México-UE
Luis Antonio Huacuja Acevedo. Académico y consultor, especialista en la relación México-UE. Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión del Comexi Europa
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha propiciado un reordenamiento global. Las amenazas de aranceles contra adversarios y aliados comerciales se han vuelto una constante y el arma retórica preferida del magnate neoyorquino. Ello implica importantes retos, pero también abre nuevas oportunidades.
Desde el año 2000, México mantiene con la UE y sus Estados miembros una relación que tiene sustento en el llamado Acuerdo Global, que incluye un apartado comercial, otro de cooperación y uno más enfocado al diálogo político.
La Unión Europea es el tercer socio comercial de México y el segundo inversionista extranjero. México, por su parte, constituye el puente natural de Europa hacia América del Norte y también hacia América Latina y el Caribe.
En el año 2016, ambas partes iniciaron las negociaciones para renovar el Acuerdo Global. En 2018 se anunció el cierre de las negociaciones del apartado político y de cooperación, y en abril de 2020 la Comisión Europea y la Secretaría de Economía anunciaron la conclusión de las negociaciones para renovar el acuerdo México-UE.
En 2024, tras las elecciones en México y en la UE, el nuevo escenario político abrió interesantes oportunidades para ambas partes. La necesidad de diversificación comercial llega en un momento propicio para impulsar la relación bilateral, donde también hay coincidencias en el ámbito multilateral, medioambiental y de inversión.
El retorno de Donald Trump dio un impulso involuntario a la relación bilateral. El 17 de enero 2017, tan solo unos días antes de la toma de posesión del mandatario estadounidense, la Unión Europea y México anunciaron la conclusión de las negociaciones del Acuerdo Global modernizado. Y aunque este anuncio ya se había dado desde abril del año 2020, la nueva revelación debe interpretarse como la reactivación del proceso rumbo a la firma del nuevo instrumento internacional.
En noviembre de 2025 tendrá lugar la IV reunión CELAC-UE, en Colombia. Será una valiosa ocasión para que la presidenta de México y la presidenta de la Comisión Europea anuncien la esperada firma del Acuerdo Global modernizado.
Ante los tiempos complejos e inciertos que corren, es importante tener socios, pero más importante aún, es contar con aliados confiable. México y la Unión Europea lo son, y están llamados a aprovechar, fortalecer y renovar su relación.