Miami.— fiel a su estilo, ha formado un gabinete que rompe con las tradiciones políticas al incluir en su grupo de asesores a algunos de los empresarios más ricos y poderosos del mundo. Desde Elon Musk hasta Jeff Bezos, el nuevo equipo presidencial refleja la visión de un líder que ve el éxito financiero como el mayor indicador de capacidad para gobernar. Sin embargo, esta apuesta plantea una pregunta inevitable: ¿Puede un gobierno, manejado como una empresa, servir verdaderamente al interés público, o está diseñado para favorecer a quienes ya tienen el poder?

Tres factores preocupan de la cercanía de los con Trump: los potenciales conflictos de interés; la democracia y el manejo de la realidad estadounidense.

“La convergencia de estas empresas con el poder político presidencial estadounidense podría llegar a consolidar un dominio sin precedentes sobre la opinión pública”, dice a EL UNIVERSAL el académico e investigador social Eduardo Gamarra, de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), quien añade que “también influirán en el proceso de toma de decisiones; en ese sentido van a crear un ecosistema donde la información es dirigida, censurada o amplificada según intereses particulares”.

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Musk, por ejemplo, es el líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Musk tiene la capacidad de influir en políticas que podrían beneficiar a sus empresas, lo que plantea varios conflictos de interés. Tesla ha estado bajo investigación de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA) debido a fallos en su sistema de piloto automático. La capacidad de Musk para influir en políticas de seguridad vial podría beneficiar a Tesla y mitigar los efectos de estas investigaciones. A la vez, SpaceX ha asegurado contratos gubernamentales significativos mientras enfrenta problemas ambientales relacionados con sus lanzamientos.

Su liderazgo en el DOGE también ha tenido un impacto en la política de redes sociales. Desde que adquirió Twitter y lo rebautizó como X, Musk ha reestructurado la plataforma para permitir un mayor grado de ‘libertad de expresión’, eliminando gran parte de las restricciones que anteriormente moderaban la difusión de contenido falso o incendiario.

Mark Zuckerberg también enfrenta varios conflictos de interés en su relación con la administración Trump. Facebook ha sido objeto de numerosos escándalos relacionados con la privacidad de los datos de los usuarios, incluyendo el caso de Cambridge Analytica. La reciente eliminación del servicio de verificación de hechos en Meta, alineada con la administración Trump, facilita la difusión del mensaje de los mensajes trumpistas sin restricciones, lo que podría tener implicaciones éticas y legales.

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Facebook ha sido acusado de interferir en elecciones presidenciales y de contribuir a la desinformación. Varios analistas han advertido que los cambios en Facebook pueden contribuir a una “burbuja informativa” en la que los usuarios sólo ven contenido alineado con la ideología dominante en el gobierno.

En el caso de Jeff Bezos, Amazon ha sido investigado por prácticas anticompetitivas, incluyendo el uso de datos de vendedores para desarrollar productos propios. La influencia de Bezos en la administración podría suavizar las regulaciones antimonopolio y beneficiar a Amazon, que ha enfrentado críticas por las condiciones laborales en sus almacenes y su postura contra la sindicalización de empleados. La capacidad de Bezos para influir en políticas laborales podría reducir las averiguaciones gubernamentales y mejorar la posición de Amazon en el mercado.

Bezos es, además, dueño del diario The Washington Post, diario que ha dado un giro desde el triunfo de Trump en las elecciones de noviembre. Algunos analistas han sugerido que la nueva postura del diario responde a una estrategia empresarial de Bezos para proteger sus intereses comerciales frente a la administración del republicano, a la vez que favorece la imagen de éste.

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Aunque históricamente Google ha sido acusado de sesgo a favor de los demócratas, en los últimos meses ha mostrado una postura más conciliadora hacia Trump. Según un informe publicado por Cinco Días, la compañía ha expresado su deseo de colaborar con la administración para garantizar que las empresas tecnológicas estadounidenses mantengan su liderazgo global en innovación. Sundar Pichai enfrenta conflictos de interés relacionados con las prácticas anticompetitivas y las condiciones laborales en su empresa. Google ha sido investigado por prácticas anticompetitivas, especialmente en el mercado de búsqueda y publicidad en línea. La influencia de Pichai en la administración podría suavizar las regulaciones antimonopolio y mantener el dominio de Google en el mercado.

Tim Cook, director ejecutivo de Apple a quien se vio cerca de Trump en la toma de posesión, podría tener conflictos de interés debido a su control sobre la plataforma App Store y su enfoque en la privacidad de los datos. Su control estricto sobre la App Store ha llevado a disputas con desarrolladores y reguladores. La cercanía con Trump puede ayudarle a mantener el dominio del mercado.

La alineación de los gigantes tecnológicos y mediáticos con Trump ha generado una ola de preocupación sobre el equilibrio democrático en Estados Unidos. “Todos hablamos de la manipulación algorítmica, la censura selectiva, la promoción de ciertas narrativas en plataformas de millones de usuarios en Estados Unidos y el mundo; podrían transformar la democracia representativa en un experimento controlado desde Silicon Valley”, señala Gamarra.

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