San José.— Asido con fuerza y desafiante a su famosa motosierra, que blandió como arma electoral para prometer eliminar instituciones estatales y adelgazar al Estado, y todavía sin asumir su cuatrienio, el presidente electo de Argentina, el economista ultraderechista opositor Javier Milei, cortó también las débiles raíces de cordialidad diplomática e integración en América Latina y el Caribe y ahondó la vieja pugna hemisférica de izquierda y derecha.
Antes de ganar el 19 de este mes la segunda y definitiva ronda de las presidenciales de Argentina y derrotar al economista izquierdista oficialista Sergio Massa, de la alianza Unión por la Patria, Milei encendió su maquinaria de insultos para atacar a los presidentes izquierdistas de México, Andrés Manuel López Obrador; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Gustavo Petro, de Colombia, y Luis Arce, de Bolivia.
Milei tildó a López Obrador de “patético, lamentable, repugnante”, a Lula de comunista y de corrupto y a Petro de estar en la “decadencia”. López Obrador, Lula, Petro y sus colegas de izquierda, los presidentes Luis Arce, de Bolivia, y Pedro Sánchez, del gobierno de España, se declararon a favor de Massa en la reciente contienda en las urnas.
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Milei, del opositor La Libertad Avanza, asumirá el 10 de diciembre, sucederá al izquierdista Alberto Fernández, estrecho aliado de López Obrador, y será el protagonista principal de una sacudida política continental al amparo de una plataforma sociopolítica y económica para desmantelar al Estado argentino.
En diciembre, con la salida de Fernández y el ascenso de Milei, el porcentaje de la población de América Latina y el Caribe regido por los 11 gobiernos socialistas, comunistas y o de izquierda bajará de 80.7% a 78.9% y pasará de 534 millones a 522 millones de habitantes entre población total de 661 millones entre 33 naciones latinoamericanas y caribeñas.
Con el cambio en Argentina, los 11 que quedan son México, Cuba, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Colombia, Brasil, Chile, Bolivia, San Vicente y las Granadinas y Guyana.
En un rincón de centro y centroderecha están Perú, Costa Rica, Uruguay, Ecuador, Panamá, República Dominicana y Paraguay. Argentina se sumará al de la derecha con Guatemala, en aguda zozobra acerca de si las clases políticas tradicionales permitirán el ascenso del presidente electo, el centroizquierdista Bernardo Arévalo, y El Salvador, con régimen acusado de autoritario y de violentar instituciones democráticas.
Aunque tampoco están matriculados en el campo izquierdista, 11 gobiernos de excolonias de Reino Unido y Países Bajos son de centroizquierda en Belice, Jamaica, Trinidad y Tobago, Dominica, Bahamas, Antigua y Barbuda, Barbados, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, Granada y Surinam. Haití está sumido en el caos, sin rumbo político definido.
El futuro gobernante que asumirá dentro de 15 días confirmó su promesa de campaña de romper relaciones diplomáticas con Brasil, por estar gobernado por Lula. Milei ratificó su alianza con el expresidente ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro (2019-2023). “Siempre estamos del lado correcto”, escribió en X (antes Twitter) tras triunfar, al referirse que “nos crítica” el cuestionado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, “y nos felicita” Bolsonaro.
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“Se van a dejar de hablar en América Latina y el Caribe entre gobernantes”, anticipó el politólogo costarricense Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica. “Van a seguir hablando en términos de esas añejas ideologías, pero insertados en mundos muy diferentes”, dijo a EL UNIVERSAL.
“Porque tampoco los llamados de izquierda son de una sola línea. Uno no puede ubicar a [Gabriel] Boric [presidente de Chile] y a López Obrador en el mismo sector: son muy diferentes. Lo que tampoco veremos será ese mapa de colores muy definidos, sino que sería una paleta de colores muy diversa”, agregó.
“Esto de América Latina y el Caribe resulta a veces inexplicable, propio de ese realismo mágico de los literatos latinoamericanos. Lo que está pasando, y lo que va a pasar sobre todo con la llegada de Milei, creo que tampoco se puede explicar en términos de derecha o de izquierda. Es parte de ese realismo mágico”, subrayó. “América Latina y el Caribe están con un pie en el pasado, viven con cuestiones ideológicas de la Guerra Fría” o del ya fenecido conflicto este-oeste desde 1945 o 1947 a 1989 entre EU (capitalismo) y la Unión Soviética (comunismo), desaparecida en 1991, advirtió.
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Al plantear que la zona tiene “otro pie en el siglo XXI”, aclaró que en esta época “América Latina y el Caribe no entienden qué es lo que está pasando sobre cómo insertarse ni como región ni como países independientes en la dinámica global. Los países latinoamericanos y caribeños no entienden cómo operar en ese sentido”.
Sin que su estilo “sea de derecha ni nada por el estilo”, Milei se introducirá como “un anarquista ultraliberal que utilizará el populismo, y para mí Milei no es populista”, sino que tiene “una visión propia que sólo él entiende y que habrá que ver cómo lo logran moderar”, pronosticó.
Milei prometió ejecutar un plan para reducir el tamaño del Estado, recortar el gasto público, bajar el déficit de las finanzas públicas, dolarizar la economía y cerrar 11 ministerios y el Banco Central, entre otras medidas contra el profundo descontento popular por la creciente pobreza, acelerada inflación, la incesante devaluación, el masivo desempleo y el estancamiento económico.
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Como candidato, Milei fue duramente atacado por gobiernos de la izquierda latinoamericana y caribeña, en lo que fue calificado como una violación al principio de no injerencia en los asuntos internos de los Estados por ponerse al lado de Massa.
Antes de los comicios, López Obrador calificó a Milei de “facho ultraconservador”. Lula pidió a los argentinos recordar “que necesitamos un presidente que aprecie la democracia y que valore las relaciones entre nuestros países”. Petro alertó que los argentinos elegirían entre “esperanza y barbarie” y pronosticó que Milei “nos regresa” a los regímenes militares dictatoriales que gobernaron en Argentina y Chile de 1973 a 1990. Arce abogó por “el mayor de los éxitos de Massa” para que Argentina “no vuelva al neoliberalismo y no retroceda en derechos”.
Como presidente electo, fue catalogado por Maduro como “neonazi”. Al admitir que “respetamos el voto del pueblo argentino”, advirtió que “no vamos a callar, porque es una tremenda amenaza la llegada de un extremista de derecha con un proyecto colonial, absolutamente colonial, arrodillado al imperialismo [estadounidense], que pretende acabar con el Estado, con los derechos sociales”.
Petro reconoció que “ha ganado la extrema derecha” y lamentó: “Triste para América Latina y ya veremos (...) el neoliberalismo ya no tiene propuesta para la sociedad, no puede responder a problemas actuales de la humanidad”. El escenario interamericano en torno a Milei confirmó la honda división hemisférica.
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