Roma.— El cónclave es una elección secreta, cum clave, con llave. Pero quienes participan de la elección, los cardenales, aunque prestan juramento de que nunca dirán nada de lo que pasa entre los bellísimos frescos de la Capilla Sixtina, son seres humanos. Por eso siempre los periodistas, de una forma u otra, tratan de reconstruir cómo fue el cónclave.
Algunos diarios italianos este viernes hablaban de “un generoso paso hacia atrás” del cardenal italiano Pietro Parolin, secretario de Estado, el gran favorito que “entró Papa y salió cardenal”. Versión poco verosímil, porque lo que muchos dedujeron es que, en verdad, debe haber entrado con un paquete de votos mucho menos consistente de lo que se decía.
Eso sin contar el “disgusto” que causó que Parolin no hubiera resuelto antes el tema de la exclusión de la elección del cardenal italiano Angelo Becciu.
El diario español ABC, en tanto, aseguró que, según una fuente, en verdad desde el primer escrutinio, en la tarde del miércoles, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, tuvo más votos. Y que fueron las conversaciones informales que hubo en Santa Marta esa noche de encierro e incomunicación, las que pusieron en marcha una dinámica por la que, al día siguiente, después de dos votaciones por la mañana y un almuerzo grupal, en la primera votación de la tarde, la cuarta, obtuviera esa avalancha de 89 votos transversales que lo convirtieron en el nuevo Papa.
“Eché un vistazo a Bob porque su nombre había estado flotando por ahí, y tenía la cabeza entre las manos... Pero cuando aceptó [el encargo], es como si hubiera estado hecho para él. Toda su angustia se resolvió”, contó el cardenal estadounidense Joseph William Tobin, arzobispo de Newark y que conoce desde hace 30 años a Prevost.
Prelado progresista que fue jefe de la orden de los redentoristas cuando Prevost lo fue de los agustinianos, ambos en Roma, y que solía llamar al flamante León XIV, Bob, reveló también que enseguida después de que fue electo “le agradecí que aceptara, porque es una responsabilidad impresionante”. Lo recordó en una conferencia de prensa que dieron varios cardenales estadounidenses en el Colegio Norteamericano de Roma, en la colina del Gianicolo, a la que asistió La Nación.
En un clima muy distendido, además de Tobin, participaron otros tres cardenales progresistas de EU, que se descuenta que respaldaron la candidatura de Prevost: el arzobispo de Chicago, Blase Cupich; el flamante arzobispo de Washington DC, Robert Walter McElroy; y su antecesor, Wilton Gregory, todos ellos designados por Francisco. Todos elogiaron su capacidad de escucha. Con semblante no tan satisfecho como ellos, también estuvieron dos cardenales conservadores que se descuenta que no votaron a Prevost: el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan y Daniel Di Nardo, arzobispo emérito de Galveston-Houston. Ambos fueron creados por Benedicto XVI, resaltaron que era su segunda experiencia en un cónclave.