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Bruselas.— Con el fin de dar el último adiós al papa Francisco, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, convivieron ayer peregrinos y poderosos, los que echarán de menos su mensaje y aquellos que lo desoyeron.
“Fue un Papa que realmente intentó cambiar las cosas, fue una voz moral clara en un mundo difícil y en el que no siempre encontró eco”, dice a EL UNIVERSAL Jean De Volder, profesor en la Facultad de Teología y Ciencias Religiosas de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
“Una voz que extrañaremos, una voz por la paz, contra la guerra y el armamentismo, una voz que no fue seguida, porque todos esos líderes políticos que estuvieron en su funeral, se están rearmando y creando conflictos en diferentes partes del mundo. El Papa lo intentó, su voz se echará de menos”, señala.
En las exequias estuvo presente el presidente Donald Trump, que expone la seguridad de Europa con su comportamiento chantajista hacia Ucrania, pone en riesgo la estabilidad económica del globo con su política arancelaria y tiene a millones de necesitados en el planeta en situación de desesperación por el desmantelamiento del brazo humanitario de Estados Unidos.
Israel, que castiga al pueblo palestino en la Franja de Gaza por la barbarie cometida en 2023, hizo presencia con su embajador ante el Vaticano, Yaron Sideman, pero más allá del aluvión de mandatarios de todos los continentes, colores políticos y credos religiosos, el adiós a Jorge Mario Bergoglio representó un momento extraordinario para reflexionar sobre su legado, aseguran vaticanistas consultados por EL UNIVERSAL: “Será recordado como un Papa al que de manera auténtica le importaron los pobres, los migrantes, refugiados, presos y las personas más necesitadas, Mateo 25. Todo esto lo colocó en el centro de su pontificado y lo hizo de una manera extraordinaria y personal. Eso será parte de su legado”, advierte Jean de Volder.
“También fue un Papa, de alguna manera, anticlerical. Trató de luchar contra una cierta mentalidad en el interior de la Iglesia, trató de cambiar ciertas formas de comportamiento de la Iglesia, intentando hacerla más servicial, menos distante y poderosa. Ese también será parte de su legado”, agrega.
Massimo Faggioli, profesor de Teología Histórica en la Universidad Villanova, recordará a Francisco como el primer Papa del tercer milenio y de una Iglesia más interconectada pero con más tensiones internas.
“Sobre todo será recordado como el Papa que leyó la historia de la Iglesia y el mundo desde el punto de vista de un momento clave y diferente en la historia moderna, que es el colonialismo y la descolonización actualizada en su forma de capitalismo neoliberal. Esto lo puso en tensión con el viejo mundo, especialmente con Estados Unidos”, opina.
El catedrático de la Universidad de Gante, Tom Zwaenepoel, quien conversó con Francisco durante su visita a Bélgica en septiembre pasado, recapitula la trayectoria pontificia en seis grandes apartados: los pobres, la periferia, misericordia, bondad, diálogo y reforma.
“Fue el Papa de los pobres: una Iglesia pobre para los pobres. Por pobreza se entiende también como sencillez y humildad. La Iglesia no debe gobernar, sino servir. Bergoglio no creció en el paraninfo de una universidad ni en los despachos de la secretaría de Estado, sino en el vientre de una metrópoli, Buenos Aires. Experimentó en cuerpo las consecuencias de la explotación, la injusticia y la brecha entre los rascacielos y los barrios de miseria”, considera.
Bautizado como “el Papa de la periferia” porque mostró que es desde los límites donde se juzga mejor las realidades, de ahí su atención por los refugiados, los sin techo, los ancianos y pobres: “Por eso el Papa acudía a una cárcel cada Jueves Santo y lavaba los pies a 12 presos; estuvo brevemente en la cárcel Regina Caeli de Roma la semana pasada. Se disculpó por no poder participar en el ritual, aunque estuvo con ellos. A un periodista le dijo: ‘Cada vez que entro por la puerta de una cárcel, pienso: ¿por qué ellos, y no yo?’”. Misericordioso porque ese fue el hilo conductor de su pontificado, “Dios perdona todo y a todos”; bondadoso porque no era un Papa-profesor, sino pastor que quería vivir en la casa Santa Marta, entre los seres humanos, no aislado en el Palacio Apostólico, y reformista al haber hecho que la curia romana sea más sencilla, transparente y creíble.
“Fue el Papa del diálogo. Habló con homosexuales, transexuales, ateos y agnósticos, pentecostales, no creyentes, en especial representantes del Islam. Se acercó a personas heridas o desilusionadas que se habían distanciado de la Iglesia”, comenta Zwaenepoel.
“Francisco utilizó las redes sociales, las entrevistas e incluso los programas de televisión para llegar al mundo, para despertar a la gente denunciando la injusticia e hipocresía. El diálogo fue su respuesta a los conflictos y guerras, especialmente en el conflicto entre Moscú y Kiev, entre Israel y Gaza... Una y otra vez, pidió: ‘¡Que callen de una vez las armas!’ Incluso en su último mensaje de Pascua Urbi et Orbi hizo todo lo posible por preservar o restablecer la paz mundial y se preocupó por la protección del clima, la tierra”, abunda.
La despedida en la plaza de San Pedro supuso un alto obligatorio para pensar detenidamente sobre la huella que deja en Europa y el mundo. En Europa, expone Jean de Volder, logró obtener el cariño de gente fuera de la Iglesia y de aquellos no muy involucrados a ella.
“Fue un Papa amado por su comportamiento, forma de ser, por su autenticidad, su humildad. Fue un Papa que en ocasiones fue más querido fuera que dentro de la Iglesia. Fue un Papa que a nivel personal atrajo simpatía y eso, por su puesto, es útil para la Iglesia. ¿Pero hizo que la gente fuera a la Iglesia? Lo dudo”, expresa.
Ante el mundo abogó por un cambio de mentalidad y la revolución del corazón: “En su opinión, es la única arma con la que el hombre puede hacer del mundo un lugar más bell, y esto ayuda a resolver problemas y conflictos: ‘Nunca termines un día de conflicto sin pedir perdón’, decía a menudo. Enseñó al norte y al sur lo que significa la felicidad. Construir puentes y no muros. No elijas el modelo del conflicto sino el del diálogo. Muestra compasión por tu prójimo, sé misericordioso”, dice Zwaenepoel. “Señaló a los países ricos que la pobreza y la ecología van de la mano, que debido a un estilo de vida equivocado, basado en la hipocresía y la especulación, los países pobres sufren, como ocurre en Sudamérica”, subraya.
De ahí que estuviera en desacuerdo con la política estadounidense que promueve ocuparse primero de la propia familia y gente, y sólo después de los demás: “Redefinió la política mundial: no se trata de tener, sino de ser. Su respuesta a la globalización de la indiferencia es la globalización de la solidaridad y la fraternidad. Fue el único líder mundial que habló en ese lenguaje”, dice.
Los estudiosos coinciden en que fue un Papa de contradicciones: “Sí, hubo contradicciones, sobre todo en su forma de gobernar el Vaticano, que se ha convertido en una máquina cada vez más complicada de dirigir. Hubo contradicciones entre su apertura a las mujeres en la Iglesia y, al mismo tiempo, un lenguaje muy antiguo e inadecuado para hablar del tema, pero no hubo contradicciones sobre su profundo compromiso con el Evangelio leído y anunciado desde los límites, los marginados, en eso fue notablemente coherente”, detalla Faggioli.
“Francisco trajo algo de confusión a la Iglesia a través de declaraciones desafortunadas, acciones impulsivas o inspiraciones repentinas”, dice Zwaenepoel.
Entre las declaraciones evocadas por el estudioso, está “el celibato no es un dogma para mí”; “¿Quién soy yo para condenar a un gay?”, y “el placer sexual es un don de Dios”.
“Esto suscitó muchas expectativas: que se permitiera casarse a sacerdotes, que se afirmara y valorara a los homosexuales en sus relaciones, que se relajara la estricta moral sexual, pero no hubo cambios. En cuanto a la doctrina de la Iglesia, no cambió casi nada”, subraya.
Puso los reflectores en migración y diálogo con el Islam, y no en los “problemas reales” de la Iglesia europea: “Al abordar los abusos sexuales en la Iglesia, buscó la transparencia, pero no siempre estuvo a la altura (...) En los países que se lamen las heridas ante los escándalos de abusos, la gente está decepcionada por la lentitud con la que el Vaticano responde a denuncias en las que se puede ver encubrimiento”, apunta.