Miami. Estados Unidos se está inclinando nuevamente hacia la cocaína; el mercado se reacomodó mientras la ofensiva contra el fentanilo golpeó a quienes lo producen y distribuyen. Ese reacomodo abrió espacio para que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), bajo el mando de Nemesio Oseguera alias El Mencho, empujara más cocaína hacia Estados Unidos sin dejar de mover opioides. Sin embargo, lo que está encendiendo alarmas en el sector salud es la mezcla, voluntaria o involuntariamente, de ambas drogas.
El diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) reportó hace unos días que, mientras la ofensiva antidopaje ha encarecido y desordenado la cadena del fentanilo, la cocaína está reconquistando espacios de consumo en Estados Unidos y el CJNG está capitalizando el hueco, sin abandonar su negocio de opioides.
El WSJ y otros medios retomaron análisis toxicológicos de Millennium Health, que sugieren que el uso de cocaína en la Costa Oeste creció un 154% desde 2019, con alzas menores pero sostenidas en el Este con un 19%.
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El regreso masivo de la cocaína a las calles de la Unión Americana podría parecer una nostalgia ochentera, pero más allá de eso, se trata de una logística y abundancia muy lucrativa. “Hoy sabemos que el consumidor -de drogas- rehúye a los opioides porque están matando a muchos, pero la cocaína luce menos mortal” dice a EL UNIVERSAL un agente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). Asegura que ese cambio de percepción importa cuando cada gramo de cocaína es más accesible que los opioides.
El repunte de la cocaína no significa que el fentanilo haya sido desplazado. La DEA mantiene en sus Evaluaciones Nacionales de Amenazas de Drogas (NDTA) 2024–2025, que el fentanilo sigue siendo “la amenaza más urgente”. Pero la mezcla de ambas drogas es el sello de esta época: una de cada cuatro muestras forenses de cocaína analizadas a nivel nacional ya venía acompañada de fentanilo, según su sistema de laboratorios. Es decir, el auge de coca convive, y a menudo se confunde, con el veneno de los opioides sintéticos.
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Cocaína vs fentanilo
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC,) reportaron una caída interanual sin precedentes del orden de 27% en las muertes por sobredosis de fentanilo hacia fines de 2024; un respiro tras años de máximos históricos. Pero incluso con esa baja en las muertes por sobredosis, el fentanilo y otros opioides sintéticos siguieron implicados en la mayoría de los fallecimientos, mientras que las muertes con cocaína continuaron subiendo desde 2022, empujadas precisamente por la involucración de fentanilo. De acuerdo con CDC, en 2023 hubo 105 mil 7 muertes por sobredosis; 72 mil 776 involucraron opioides sintéticos y 29 mil 449 incluyeron cocaína.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) incautó en el año fiscal 2023 más de 27 mil libras de fentanilo (12,247 kilos) un récord absoluto; en agosto de 2024 sus decomisos de cocaína dieron un salto de 113% respecto de julio del mismo año, una señal de embate logístico. A la par, en 2024 CBP ya sumaba más de 19 mil 600 libras de fentanilo (8 mil 890 kilos) incautadas al cierre de ese verano.
En altamar, la Guardia Costera de Estados Unidos (USCG) firmó en agosto de 2025 el mayor “offload” de su historia: 61 mil 740 libras de cocaína (28 mil kilos) descargadas en Port Everglades como parte de la Operación Pacific Viper, lo que también envió un mensaje explícito a los cárteles de que la vigilancia en el Pacífico oriental se endureció con apoyo de la Marina.
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¿Dónde queda el CJNG en este tablero? “En el centro”, comenta la DEA. Y precisamente, para la DEA y el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ), el grupo de El Mencho es uno de los dos pilares del suministro de fentanilo, metanfetamina y cocaína hacia la Unión Americana; el otro es Cartel de Sinaloa. La presión sobre precursores y laboratorios de fentanilo golpeó sobre todo a la estructura del narco mexicano; el CJNG ha llenado parte del vacío, sobre todo en rutas y mayoristas de coca, sin que ello implique que haya bajado la palanca de los sintéticos. La “economía mixta” del narco manda.
La DEA confirmó a este diario que, en lo que va del 2025, “bajó la pureza media del fentanilo, eso y el Naloxona, ha hecho que las muertes por sobredosis bajen; pero hemos observado que aumentaron los cocteles de drogas y en los laboratorios forenses se ve el fentanilo incrustado en una cuarta parte de las muestras de cocaína”. Es la confirmación de lo que médicos y forenses repiten, muchas víctimas “de coca” mueren por un opioide que no sabían que estaba ahí.
Estadísticas insuficientes
A nivel interno en la Unión Americana, la radiografía nacional estadounidense de consumo “oficial” sigue siendo austera. La Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud de Estados Unidos (NSDUH) que coordina SAMHSA (Substance Abuse and Mental Health Services Administration), estimó en 2022 que 1.9% de los estadounidenses, unos 5.3 millones, usaron cocaína ese año y apenas 0.4%, alrededor de 991 mil personas, reportó uso ilegal de fentanilo. “Esta información es sesgada porque la aplicación de sus mediciones no incluye a toda la población, especialmente a muchos grupos vulnerables” explica el agente.
¿Por qué esa brecha? Porque las encuestas de hogares subestiman de forma crónica el consumo oculto y problemático. Un estudio reciente en JAMA Health Forum, una revista médica, midió por internet a adultos de toda La Unión Americana y encontró que 11% de los encuestado reportó uso de opioides ilícitos en 12 meses y 7.5% usó fentanilo de fabricación ilícita (IMF); resultados muy diferentes a los oficiales del NSDUH. Si se acepta esa cifra como aproximación, el universo real de usuarios de opioides sintéticos se cuenta en varios millones.
Respecto de la otra cara del problema, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA) señaló que en 2022 sumaron 107 mil 941 muertos por sobredosis y 105 mil 007 en 2023, un leve descenso. Los opioides sintéticos dominan casi el total y las muertes con cocaína suben hasta 29 mil 449 en 2023. Cerca de 70% de las muertes con estimulantes también incluyen uso de fentanilo de fabricación ilícita. “Lo que hemos observado y es lo que nos preocupa, que, en muchos casos, el regreso masivo de la coca no es limpia, viene mezclada” señala la fuente de la DEA.
La agencia antidrogas explica que el fenómeno clave “no es coca contra fentanilo, sino el policonsumo que se ubica en las líneas entre opioides, estimulantes y sedantes veterinarios como la xilazina”. En 2024 ya advertía de la mezcla de fentanilo más xilazina en el mercado; en 2025, su propia evidencia forense confirmó la copresencia de fentanilo en gran parte de las muestras de cocaína. Ese cruce explica por qué las muertes “con cocaína” se disparan incluso cuando los decomisos de coca suben o bajan; lo que mata cada vez más es el opioide dentro del estimulante.
La época dorada de la cocaína
Hay evidencia de que la cocaína ha ganado terreno en el mercado de drogas de la Unión Americana desde 2024, aprovechando el respiro que deja la embestida contra el fentanilo. El precio en mínimos históricos, la pureza alta, el aumento de incautaciones y de presencia en toxicologías; así como en los reportes de terreno que indican un repunte palpable en la circulación y consumo de cocaína, particularmente en la costa oeste y ciertos entornos urbanos. Este fenómeno va de la mano con la reorganización de los cárteles mexicanos: al centrarse las autoridades en el fentanilo y al fragmentarse el viejo orden de Sinaloa, el Mencho con su CJNG ha capitalizado el momento para inundar el mercado estadounidense con cocaína.
Sin embargo, es prematuro afirmar que la cocaína haya desplazado al fentanilo como “droga favorita” o principal. “El fentanilo sigue siendo, lamentablemente, el mayor asesino y la prioridad sanitaria número uno en el país” subraya el agente de la DEA. Más bien, lo que se observa es una diversificación del panorama de drogas ilícitas: la crisis de opioide persiste, pero ahora con un resurgimiento simultáneo de estimulantes. “Muchos consumidores están en realidad usando ambas clases de drogas a la vez, voluntaria o involuntariamente, lo que complica la distinción”.
Las autoridades reconocen el aumento de estimulantes en la mezcla de la crisis, pero siguen enfocadas en el enemigo más letal.
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Ni la DEA ni la Oficina de la Casa Blanca para la Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP), ni ninguna otra dependencia federal o estatal han anunciando estrategias específicas para tratar de apagar el auge del consumo de cocaína y metanfetamina desde hace más de 40 años. Por ahora, la narrativa oficial estadounidense sigue siendo “fentanilo, fentanilo, fentanilo”, mientras la cocaína regresa sigilosamente a un papel protagónico, pero coexistiendo con la amenaza opioide.